Profesionales del mito
Antrop¨®logos y genetistas de las universidades de Barcelona y de Granada no s¨®lo han derribado un mito, sino que han descubierto una profesi¨®n. Durante los diez ¨²ltimos a?os, este equipo de expertos ha estudiado los restos del pr¨ªncipe de Viana, muerto en 1461 y enterrado en el monasterio de Poblet. La conclusi¨®n no ha podido resultar m¨¢s desconcertante: no s¨®lo la momia no corresponde al pr¨ªncipe, sino que no corresponde a nadie en absoluto. O por mejor decir, se trata de un macabro rompecabezas hecho con el esqueleto de tres individuos diferentes. Al parecer, el diplom¨¢tico, egipt¨®logo y escritor Eduard Toda se entretuvo, all¨¢ por los a?os treinta del pasado siglo, en armar un cad¨¢ver con el que alimentar un mito. Toda deb¨ªa de tener una idea clara del aspecto del pr¨ªncipe, porque no le bast¨® con seleccionar un esqueleto cualquiera y hacerlo pasar por el del noble. Fiel a la imagen que hab¨ªa concebido en su mente, fue seleccionando de aqu¨ª y de all¨¢ huesos que compusieran la figura requerida. Y necesit¨® tres esqueletos distintos.
La pena es que el equipo de investigadores haya detenido en este punto sus investigaciones, porque una elemental curiosidad invitar¨ªa a preguntarse por los propietarios de esos tres esqueletos que, debidamente ensamblados, han pasado por ser el del pr¨ªncipe de Viana. En realidad, la identidad importa menos que el destino que Toda pudo dar a las piezas que le sobraron. Porque nada impide suponer que no las haya reutilizado para erigir otros iconos en los que fundamentar otros tantos mitos, dado el exceso de demanda.
Descubierto que adem¨¢s de diplom¨¢tico, egipt¨®logo y escritor, Toda fue tambi¨¦n constructor de mitos, una profesi¨®n de la que, hasta ahora, s¨®lo se sospechaba su existencia, nadie podr¨¢ contemplar ya las tumbas medievales con la veneraci¨®n que requieren los m¨¢s altos sentimientos identitarios o patri¨®ticos. All¨¢ donde se encuentre un sepulcro m¨ªtico ser¨¢ dif¨ªcil no imaginar la mano de Toda o de alguno de sus eventuales compa?eros de gremio, armados con serruchos y cola de pegar, entregados a su extravagante y, tal vez, no tan obsoleta profesi¨®n.
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