La recogida selectiva de basura ser¨¢ obligatoria en 2010
La medida afecta por primera vez a los municipios de menos de 5.000 personas
Habr¨¢ cubos amarillos, verdes y azules en todas las aceras de Catalu?a adem¨¢s del contenedor marr¨®n para los residuos org¨¢nicos. As¨ª lo dispone la nueva ley aprobada este verano por la Generalitat, que obliga a las localidades de menos de 5.000 habitantes a colocar estos recipientes en las calles. La anterior normativa data de 1993 y s¨®lo era de obligado cumplimiento para los municipios con m¨¢s poblaci¨®n. El Departamento de Medio Ambiente se ha fijado este reto con una ley pionera y que no precisa un calendario concreto aunque el horizonte es que se aplique en 2010 en todo el territorio.
Catalu?a selecciona el 33% de los residuos; la Generalitat aspira llegar al 50%
La recogida selectiva representa ya el 33% de la basura anual que genera Catalu?a, en total unos 4,5 millones de toneladas de residuos, a raz¨®n de 1,64 kilos por habitante y d¨ªa. El porcentaje en Espa?a es menor, al situarse solo en 15%. Catalu?a ha duplicado la selecci¨®n en el ¨²ltimo lustro: de 125.500 toneladas recogidas en 2002 a 292.000 en 2007. Medio Ambiente aspira a que la cifra llegue al 50% del total, aunque no se atreve a precisar cu¨¢ndo.
Desde el 9 de agosto, fecha en que entr¨® en vigor la nueva ley, todo municipio deber¨ªa estar elaborando el plan para acometer la recogida selectiva en su territorio. Y tienen un a?o para elevarlo a la Agencia Catalana de Residuos (ACR), organismo de Medio Ambiente que gestiona los desechos en Catalu?a.
"No esperamos que todo est¨¦ en marcha el 10 de agosto de 2009", aclara Genoveva Catal¨¤, directora de la ACR. Una cosa es redactar el plan y otra distinta es que se tomen varios a?os para implantar la medida. La ley no fija plazos. Medio Ambiente no quiere posponerlo m¨¢s all¨¢ de otros 12 meses, lo que choca con la dilaci¨®n que arrastran este tipo de procesos. La ley de 1993 necesit¨®, por ejemplo, m¨¢s de un lustro para que arrancara. Y en algunas poblaciones, como Tarragona, a¨²n est¨¢ a medio despegar.
Para lograrlo, Medio Ambiente forzar¨¢ a que los municipios se empapen de nociones medioambientales. No basta la pol¨ªtica de premios y castigos. En 2010, la ACR doblar¨¢ el canon que cobra a los Ayuntamientos por el uso de los vertederos: de 10 a 20 euros por tonelada. La multa es asumible para localidades peque?as, que pagando alg¨²n millar de euros saldr¨ªan del apuro sin un solo contenedor de m¨¢s. La ACR subvencionar¨¢ el plan con ocho millones de euros al a?o que s¨®lo minimizar¨¢n los costes de una implantaci¨®n laboriosa. "La clave es que los municipios valoren los beneficios de la selecci¨®n", insiste Catal¨¤. Muchas veces son intangibles: s¨®lo el a?o pasado se ahorr¨® la emisi¨®n de 100.000 kilos de CO2 en Barcelona; la extracci¨®n de 52.000 toneladas de materia prima y la tala de 1,5 millones de ¨¢rboles. Fue como salvar un parque natural, dicen los t¨¦cnicos de la ciudad. Falta ahora convencer a los municipios.
El mal ejemplo de Tarragona
La Agencia Catalana de Residuos no oculta su preocupaci¨®n por la demora con que Tarragona est¨¢ aplicando la recogida selectiva de basura. Con 135.000 habitantes, Tarragona casi multiplica por 10 la poblaci¨®n de su vecina Vila-Seca (18.000) pero, en cambio, recolecta menos cantidad de residuos org¨¢nicos. En 2007, Vila-Seca recogi¨® 1.831 toneladas de basura frente a las 1.233 de Tarragona. La comparaci¨®n con Reus tambi¨¦n deja en evidencia a la capital. Esa es la ¨²nica ciudad de la provincia comparable a Tarragona en n¨²mero de habitantes (105.000) y recogi¨® 2.619 toneladas. M¨¢s del doble.
"Tenemos un problema con Tarragona", admiten los responsables del ACR. Desde 1997, la ciudad est¨¢ obligada a realizar la recogida selectiva por una ley que contemplaba un periodo de adaptaci¨®n de dos a?os. Han pasado nueve. La recolecta de residuos org¨¢nicos avanza a marchas forzadas. La ACR teme que el mal ejemplo tarraconense arraigue entre los municipios de menos de 5.000 habitantes, por lo que busca colaboraci¨®n municipal. "Debemos hacer tarea pedag¨®gica. Si empezamos a golpe de multas, no arreglaremos nada", concluye un t¨¦cnico de la ACR.
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