El desest¨ªmulo
Imag¨ªnense un pa¨ªs con un d¨¦ficit p¨²blico por debajo del 3% y una deuda p¨²blica inferior al 60% del PIB (por ejemplo, del 36%)... y con un paro del 15% o m¨¢s de la poblaci¨®n activa y la actividad a medio gas. Ser¨¢ sin duda un pa¨ªs campe¨®n de la ortodoxia dictada por el Tratado de Maastricht, pero campe¨®n tambi¨¦n en aspectos tan nocivos para el bienestar de sus ciudadanos como el desempleo. Ese puede ser el escenario en el que se encuentren pronto algunas zonas europeas si la crisis sigue profundiz¨¢ndose y sus pol¨ªticas econ¨®micas no reaccionan m¨¢s all¨¢ de los estabilizadores autom¨¢ticos.
En el debate parlamentario sobre la coyuntura, celebrado el pasado mi¨¦rcoles, el presidente de Gobierno ajust¨® notablemente el diagn¨®stico de lo que sucede y defini¨® el empleo como la prioridad de su pol¨ªtica econ¨®mica , pero no lleg¨® hasta el hueso de las exigencias. Se pod¨ªa sobreentender que en una Europa como espacio econ¨®mico com¨²n y con una moneda com¨²n, era en ese territorio donde habr¨ªan de tomarse las medidas adicionales que ya no tienen efecto en un solo pa¨ªs. M¨¢xime cuando apenas 48 horas despu¨¦s de la comparecencia de Zapatero en el Congreso hab¨ªa convocada en Niza una reuni¨®n informal de los ministros de Econom¨ªa y Hacienda de los veintisiete, ampliamente publicitada.
La sensaci¨®n de una Europa varada ante las dificultades no puede alentar m¨¢s el des¨¢nimo
Por ello resulta muy desestimulante el resultado p¨²blico de tal reuni¨®n: el ¨²nico acuerdo central al que han llegado los responsables econ¨®micos de la UE -cuyos principales pa¨ªses, seg¨²n muy recientes pron¨®sticos de la Comisi¨®n, est¨¢n entrando en recesi¨®n o, en el mejor de los casos, en cotas pr¨®ximas al crecimiento cero- fue descartar un plan de reactivaci¨®n de la econom¨ªa europea, manifestar recelos y desconfianza ante la pol¨ªtica econ¨®mica proactiva de la Administraci¨®n americana (EEUU creci¨® a un ritmo del 3,3% en el segundo trimestre del a?o, alej¨¢ndose de la recesi¨®n), y confiar la recuperaci¨®n en el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y en las reformas estructurales aprobadas en la Agenda de Lisboa. En definitiva, puro lenguaje de madera.
De nada sirve que, por primera vez desde su creaci¨®n, la zona euro sufra un retroceso en su crecimiento. Los responsables econ¨®micos de la Uni¨®n padecen la misma par¨¢lisis que se observ¨® al final del mes de agosto en una reuni¨®n que 14 premios Nobel de Econom¨ªa (Solow, Stiglitz, Nash, Mundell, Phelps, McFadden, Scholes, Myersson,...) tuvieron a las orillas del lago de Constanza. Se esperaba de tanta eminencia gris un poco de claridad ante la crisis econ¨®mica m¨¢s compleja desde el crash del veintinueve. De la misma no sali¨® ninguna receta y ellos mismos relataron esa impotencia como "un resultado descorazonador".
Durante los d¨ªas previos a la reuni¨®n de Niza, Francia -presidenta de turno de la UE- hab¨ªa calentado el ambiente hablando de una Europa coordinada. Nicol¨¢s Sarkozy y su ministra de Econom¨ªa parec¨ªan insinuar pistas cuando declaraban que "en una Europa unida en lo econ¨®mico y en una zona unida en lo monetario, debe haber una respuesta com¨²n". Las diferencias entre las posiciones de los distintos pa¨ªses y dos datos que mejoran, al menos en el corto plazo, las expectativas de crecimiento -la devaluaci¨®n del euro frente al d¨®lar, lo que estimula las exportaciones, y la bajada del precio del petr¨®leo- han impedido un mensaje com¨²n, una pol¨ªtica com¨²n, una pedagog¨ªa com¨²n frente a una crisis generalizada que paraliza la actividad econ¨®mica.
Para marginar la reflexi¨®n pertinente sobre la pol¨ªtica monetaria, el gobernador del BCE, Jean-Claude Trichet, reabre el fantasma de la relaci¨®n de los salarios con la inflaci¨®n -como si fuese el problema principal- y no se habla del v¨ªnculo entre el precio del dinero, las subidas de precios y el poder adquisitivo de los asalariados. Tampoco se ha llegado a un consenso sobre los sistemas de supervisi¨®n de las instituciones financieras que trabajan en varios pa¨ªses a la vez, y no se ha hecho p¨²blica reflexi¨®n adicional alguna sobre el papel de las agencias de evaluaci¨®n de riesgos, tan negativo en la met¨¢stasis de las hipotecas subprime.
Aunque se trataba de una reuni¨®n informal, la sensaci¨®n de una Europa varada ante las dificultades econ¨®micas no puede resultar m¨¢s desestimulante. La crisis aumenta de grado; la pol¨ªtica econ¨®mica, no.
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