Con la fe como ¨²nico alimento
Los 20.000 musulmanes que viven en Euskadi practican el Ramad¨¢n adaptando sus creencias a la realidad de su nueva tierra de acogida
Matt, veintitantos a?os, de Gambia, mira el reloj. Son las dos de la tarde, la hora de la pausa para comer. Mientras sus dem¨¢s compa?eros de obra recurren al bocadillo de rigor, o se dirigen a alguno de los bares de la zona para probar el men¨² del d¨ªa, ¨¦l coloca en el suelo una peque?a alfombra y mata el tiempo con pragmatismo: "Una siesta y a seguir". Lleva desde la noche anterior sin comer ni beber nada, pero no parece afectarle. Es su segundo ramad¨¢n en Euskadi, lejos de su pa¨ªs y de una familia que, gracias a su estancia aqu¨ª, vive el tradicional mes de ayuno con m¨¢s prosperidad por los 150 euros que env¨ªa al mes.
Al igual que Matt, los 20.000 musulmanes que, seg¨²n la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas del Pa¨ªs Vasco, viven en Euskadi compaginan una jornada laboral normal con la pr¨¢ctica del ramad¨¢n, uno de los cinco pilares del Islam y, para muchos, el principal nexo que mantienen con la religi¨®n de sus or¨ªgenes. "El ramad¨¢n es como la repesca", cuenta un marroqu¨ª que hace a?os dej¨® de hacerlo. "Hay gente que se pasa el a?o entero incumpliendo los preceptos del Cor¨¢n, que beben alcohol y no rezan cinco veces al d¨ªa, tanto en Europa o en Marruecos. Pero el mes de ayuno, lo cumplen", remata.
Para muchos, es el ¨²nico v¨ªnculo que mantienen con el Islam
"Cumpl¨ª los 18 y me echaron de Artxanda. Este es mi primer Ramad¨¢n en la calle"
Desde que amanece hasta que anochece, los musulmanes de todo el mundo deben abstenerse de ingerir cualquier alimento o liquido, as¨ª como de mantener relaciones sexuales. Este rito simboliza la sumisi¨®n del creyente a Dios. Evitar la mentira, la avaricia y la hipocres¨ªa tambi¨¦n est¨¢ incluido entre los imperativos. El mes sagrado depende del calendario lunar, 11 d¨ªas m¨¢s corto que el solar de 365 d¨ªas, por lo que su llegada se va adelantando todos los a?os.
?C¨®mo aguanta el cuerpo estos cambios de ritmo? "En mi opini¨®n no supone nada, es tolerable y perfectamente aguantable, siempre y cuando se vaya acostumbrando al cuerpo poco a poco y la persona que lo haga no tenga ninguna enfermedad cr¨®nica o alguna dolencia que se lo impida", relata el doctor Mohamed Nachet, de origen sirio y residente en Vizcaya. Aunque ¨¦l ha dejado de hacerlo -"he perdido la costumbre"- como m¨¦dico no ve ning¨²n impedimento: "Pasar hambre no tiene por qu¨¦ ser malo, cuando yo lo hac¨ªa me sent¨ªa bien. Las personas que lo hacen se crecen con la fe. Y el sentido de pertenencia a la comunidad ayuda mucho. Es como un r¨¦gimen colectivo".
Faltan algo m¨¢s de tres horas para el Fitr (ruptura del ayuno). Mohamed, 29 a?os, nacido en Tetu¨¢n (Marruecos), regenta la barra de un restaurante de la calle San Francisco. Despacha sobre todo comida para llevar a estas horas. "Este mes s¨®lo trabajamos para los espa?oles, se nota que en el barrio hay mucho musulm¨¢n", cuenta. Un cartel en la pared recuerda que est¨¢ prohibido consumir alcohol. Zumos, refrescos y kebabs son las recomendaciones de la casa: "El Ramad¨¢n se me hac¨ªa m¨¢s largo en Marruecos. Aqu¨ª, trabajando, el tiempo se pasa volando. Me despierto a las doce, me preparo, llego al local a la una y entre que haces esto y aquello, ya se est¨¢ poniendo el sol".
En el Barrio de San Francisco, uno de los que tiene mayor concentraci¨®n de poblaci¨®n inmigrante y de origen musulm¨¢n, pasadas las seis de la tarde empieza a cundir la impaciencia en ciertos rostros. Los comercios y tiendas de comida empiezan a llenarse. La gente se acerca a hacer las compras de ¨²ltima hora para llenar la mesa. En paralelo, un grupo de chavales discute impaciente. "A m¨ª no me molesta tanto lo de no comer. Lo que jode es no poder tomarte el caf¨¦ ni fumarte un cigarro. Estoy todo el d¨ªa con un zumbido en la cabeza, como atontado", relata Mohcin, de Casablanca.
Son las 8.15, Lahcen, marroqu¨ª, ya est¨¢ contando los segundos para que llegue el momento de llevarse a la boca los d¨¢tiles con los que juguetea en su mano. Tiene 18 a?os, y es su primer ramad¨¢n en la calle: el d¨ªa de su cumplea?os, le echaron del centro de menores extranjeros tutelados de Artxanda, en manos de la Diputaci¨®n de Vizcaya. A partir de esa edad, el ente foral ya no tiene responsabilidad legal sobre los j¨®venes. "As¨ª fue, feliz cumplea?os, te vas a la calle". relata. Ahora duerme un poco donde puede en cada ocasi¨®n. Un d¨ªa, en casa de alg¨²n conocido. Muchos en la calle. "La verdad es que me costaba menos el ayuno en el centro. En la calle te apa?as. Vengo a la mezquita para comer. Por ahora es lo que hay", se resigna. sigue esperando. Llega la hora, 8:24, y ya se puede comer otra vez. Los que puedan permit¨ªrselo, cenar¨¢n en un par de horas.
Un rito planetario
- Los m¨¢s de 1.000 millones de musulmanes en el mundo comparten el Ramad¨¢n como un rito planetario. En Euskadi hay unos 20.000, seg¨²n la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas del Pa¨ªs Vasco.
El ramad¨¢n es uno de los cinco pilares del Islam, junto a la Shahada (profesi¨®n de fe, creencia de que no hay m¨¢s divinidad que Dios y Mahoma es su profeta); la oraci¨®n, cinco veces al d¨ªa en direcci¨®n a la Meca; la limosna hacia los m¨¢s pobres; y la peregrinaci¨®n a la Meca.
Desde que amanece hasta que anochece, deben abstenerse de ingerir cualquier alimento o liquido, as¨ª como de mantener relaciones sexuales. Este rito simboliza la sumisi¨®n del creyente a Dios.
El mes de ayuno depende del calendario lunar, 11 d¨ªas m¨¢s corto que el solar, por lo que su fecha se va adelantando todos los a?os con respecto al calendario de 365 d¨ªas.
Para muchos, supone el ¨²nico vinculo que mantienen con la religi¨®n musulmana. Muy pocos admiten no hacerlo porque no creen, debido al rechazo que puede crear en la comunidad.
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