La Solana del Mar y La Ricarda
Han llegado hasta aqu¨ª persistentes rumores de una protesta colectiva contra la degradaci¨®n y la destrucci¨®n parcial de uno de los edificios m¨¢s significativos de la arquitectura moderna en Uruguay y seguramente en toda la Am¨¦rica Latina: La Solana del Mar, en Punta Ballena, obra del catal¨¢n Antoni Bonet (1913-1989).
Josep Llu¨ªs Sert y Antoni Bonet fueron, en dos etapas muy pr¨®ximas y consecutivas, los mejores representantes en Espa?a del Movimiento Moderno, los arquitectos con mayor cultura internacional y con una sensibilidad extraordinaria que les permiti¨® elaborar la evoluci¨®n de los iniciales dogmas racionalistas hacia la reintegraci¨®n cr¨ªtica de las realidades locales, las tradiciones constructivas y el complejo identitario del genius loci, en lucha contra el amaneramiento del International Style. Los dos sufrieron el exilio despu¨¦s de la Guerra Civil y desarrollaron su obra en Am¨¦rica hasta que retornaron a Catalu?a, donde pudieron volver a trabajar, con intervalos sucesivos pero con obras significativas y sin duda muy valiosas.
Deber¨ªa preocuparnos la obra de Antoni Bonet construida en Catalu?a que est¨¢ en peligro de decadencia y ruina
Una de las obras que catapultaron a Bonet al prestigio internacional fue, precisamente, la urbanizaci¨®n de Punta Ballena, construida en los a?os cuarenta en un paraje todav¨ªa inmaculado de una belleza sorprendente. En los ¨²ltimos a?os esa belleza natural ha sido gravemente mutilada por la especulaci¨®n tur¨ªstica adocenada y abusiva. A pesar de ello, el conjunto de la urbanizaci¨®n, las viviendas privadas proyectadas por Bonet y el centro social de la colonia -la Solana del Mar- han mantenido su presencia activa, si no en el nivel de uso que promet¨ªan, por lo menos como testimonio de una aventura cultural en el paisaje y en la forma de vida. Parece, no obstante, que la degradaci¨®n y la ausencia de una protecci¨®n oficial est¨¢n afectando al conjunto, sobre todo al edificio central, de car¨¢cter m¨¢s comunitario y, en cierta manera, m¨¢s representativo.
Desgraciadamente, la obra de los arquitectos hay que juzgarla teniendo en cuenta el complicado itinerario de fracasos y encargos interrumpidos. Los dos proyectos urban¨ªsticos m¨¢s ambiciosos de Bonet fueron el Plan de Buenos Aires de la ¨¦poca de Per¨®n y el Plan de la Ribera en Barcelona de la ¨¦poca de Porcioles. Ninguno de los dos lleg¨® a realizarse a pesar de los buenos apoyos pol¨ªticos y econ¨®micos, y del inter¨¦s program¨¢tico de las propuestas. En ambos estableci¨® una nueva fidelidad a los principios del urbanismo racionalista o funcional, condicionados, no obstante, a un inicial realismo estructural y est¨¦tico, por lo cual pueden todav¨ªa citarse como testigos de un momento crucial en la evoluci¨®n de los nuevos asentamientos urbanos y en la rehabilitaci¨®n de los antiguos, adictos a la esencia del lecorbusierismo, pero tendentes al reconocimiento de una urbanidad m¨¢s consensuada.
Esa misma actitud -con las variantes impuestas por el tema- se descubre tambi¨¦n en las diversas viviendas unifamiliares que Bonet construy¨® en Catalu?a. Entre ellas, las m¨¢s representativas son la Casa Gomis, en La Ricarda, junto al aeropuerto de El Prat, y la Casa Cru?lles, en una playa de Aiguablava, dos obras maestras indiscutibles, adaptadas a las exigencias del paisaje, definidas con racionalidad geom¨¦trica, construidas con sistemas de b¨®vedas seg¨²n tradiciones locales, enmarcadas en un lenguaje a la vez radicalmente innovador y pudorosamente tradicional. A la torre de la plaza de Urquinaona -una de las mejores obras de la ¨¦poca incierta de los "edificios singulares"- podr¨ªan aplicarse los mismos adjetivos.
La maravillosa casa de La Ricarda, ante los cambios del aeropuerto y la proximidad de las nuevas pistas, las normativas de la costa y la depauperaci¨®n ambiental, ha dejado de funcionar como una vivienda unifamiliar estable, pero se mantiene con dificultades como un modelo paradigm¨¢tico. El profesor Jordi Garc¨¦s inicia cada a?o su curso en la Escuela de Arquitectura acompa?ando a todos sus alumnos a visitar esa casa y a analizar los par¨¢metros estil¨ªsticos y metodol¨®gicos que pueden ser todav¨ªa el sustento de un programa pedag¨®gico. Es un monumento, por tanto, que hay que conservar y potenciar con inteligencia y con sentido de la historia. Y en este caso la conservaci¨®n pasa ineludiblemente por destinarle un uso m¨¢s colectivo -m¨¢s hist¨®rico- que supere los residuos de una vivienda familiar, hoy d¨ªa ya pr¨¢cticamente imposible. S¨¦ que ha habido gestiones con la Generalitat, el Ayuntamiento de El Prat, la Universidad Polit¨¦cnica y el Colegio de Arquitectos para definir y promover institucionalmente esos nuevos usos, sin resultados positivos. Parece que la propiedad est¨¢ dispuesta a colaborar y, de momento, mantiene la estabilidad y el valor paisaj¨ªstico de esa joya de la arquitectura. Pero no es suficiente: el ¨²nico camino eficaz para mantener un monumento que ha perdido su uso es aplicarle otra funci¨®n adecuada y compatible.
Evidentemente, tenemos que sumarnos a la llamada colectiva en defensa de La Solana del Mar y de todo el conjunto de Punta Ballena, pero en paralelo tendr¨ªamos que preocuparnos fundamentalmente de La Ricarda y, en segundo t¨¦rmino, de otras obras de Bonet construidas en Catalu?a que pueden estar en peligro de decadencia e incluso de ruina. Casi siempre la soluci¨®n ser¨¢ encontrar nuevos usos a las edificaciones que se han convertido parcialmente en obsoletas, porque, sin un contenido adecuado, la arquitectura se momifica y acaba en una extempor¨¢nea y dif¨ªcil pieza de museo insostenible o en una ruina ni siquiera aureolada por un contexto rom¨¢ntico.
Oriol Bohigas es arquitecto
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