Cambio de guardia en la econom¨ªa global
La turbulencia en los mercados financieros supone, ante todo, una nueva fase en el proceso de globalizaci¨®n que venimos experimentando desde hace tres d¨¦cadas. Mientras las autoridades econ¨®micas y monetarias de medio mundo se esmeran por resolver la mir¨ªada de problemas que aquejan a los mercados financieros, otros movimientos y tendencias m¨¢s sutiles se afianzan y adquieren una mayor relevancia econ¨®mica y pol¨ªtica. Se trata de una reconfiguraci¨®n del poder de decisi¨®n y de la influencia -y por tanto de la geopol¨ªtica econ¨®mica- tanto dentro de cada pa¨ªs como en el conjunto de la econom¨ªa global. El denominador com¨²n es la p¨¦rdida relativa de prestigio y poder de los participantes en los mercados financieros, incluidos los bancos de inversi¨®n, en favor de otros actores situados en la intersecci¨®n entre el sector real de la econom¨ªa y el mundo de las finanzas m¨¢s tradicionales, es decir, las entidades de dep¨®sito y de cr¨¦dito.
Seguir¨¢ la globalizaci¨®n financiera, pero con mayor regulaci¨®n de los Estados
El modelo de negocio de los bancos de inversi¨®n ha quedado obsoleto
La abrupta ca¨ªda en desgracia de tres de los cinco mayores bancos de inversi¨®n de Estados Unidos, y por ende del mundo, tiene mucho que ver con la pr¨¢ctica del apalancamiento financiero, que consiste en multiplicar la rentabilidad de las inversiones pidiendo dinero prestado siempre bajo el supuesto de que los precios de ciertos activos reales, tales como la vivienda, continuar¨ªan exhibiendo una tendencia alcista de modo indefinido. Tal y como apuntaba recientemente el economista y columnista Paul Krugman, los sofisticados productos financieros ideados y popularizados durante los ¨²ltimos a?os por los intermediarios financieros norteamericanos, lejos de reducir y distribuir el riesgo, lo han hecho m¨¢s opaco y dif¨ªcil de evaluar. Esta dificultad de esclarecer y evaluar la magnitud de los riesgos subyacentes se erige como la raz¨®n fundamental por la que venimos experimentando una crisis de liquidez, motivada por una desconfianza cada vez m¨¢s extendida ante la incertidumbre de no poder conocer con exactitud la solidez y solvencia de los distintos intermediarios que participan en los mercados financieros.
Estos acontecimientos suponen el fin de una era. Fue precisamente durante la Gran Depresi¨®n cuando el Gobierno de Estados Unidos vio necesario establecer un fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos para proteger a los ahorradores, por un lado, y prohibir a los bancos comerciales participar en actividades de banca de inversi¨®n para eliminar conflictos de inter¨¦s y blindar a los depositantes de los riesgos intr¨ªnsecos a las operaciones de intermediaci¨®n en el mercado de valores, por el otro. Esta legislaci¨®n se mantuvo en vigor hasta 1999, a?o en el que el presidente Clinton apoy¨® una iniciativa del Congreso que permiti¨® de nuevo a los bancos comerciales actuar como bancos de inversi¨®n. Un a?o antes ya se hab¨ªa producido el primer movimiento de la nueva era cuando naci¨® Citigroup, el mayor conglomerado financiero del mundo, fruto de la fusi¨®n de Citibank y Travelers Group. Precisamente, hace unos meses otro banco comercial con cierta presencia en banca de inversi¨®n, J. P. Morgan Chase, se hizo con Bear Stearns, el primero de los grandes bancos de inversi¨®n en quebrar. En los ¨²ltimos d¨ªas, Bank of America ha hecho lo propio con Merrill Lynch, si bien en el caso de Lehman Brothers no haya acudido al rescate ning¨²n banco comercial. Algunos observadores, tales como Nouriel Roubini, afirman que el modelo de negocio de los bancos de inversi¨®n ha quedado obsoleto y que la viabilidad a largo plazo de Goldman Sachs o Morgan Stanley como entidades independientes se encuentra tambi¨¦n en entredicho, aunque hoy en d¨ªa sean s¨®lidas y rentables.
No hace falta lanzar esos augurios para afirmar que el mundo de las finanzas internacionales est¨¢ presenciando un cambio de guardia. Estados Unidos vuelve a tener grandes entidades financieras universales cuyas actividades abarcan tanto la banca comercial como la de inversi¨®n. Este modelo bancario es el predominante en la Europa continental, en Jap¨®n y en China. La competencia en los mercados financieros globales se ha transformado. A corto plazo, cabe esperar que la reestructuraci¨®n y reorganizaci¨®n de la banca norteamericana abra nuevas oportunidades de negocio para los bancos europeos y asi¨¢ticos, tanto en sus mercados de origen como en Estados Unidos. Cabe esperar asimismo que los grandes bancos norteamericanos acepten mayores inyecciones de capital de entidades o fondos de inversi¨®n extranjeros.
Contemplar el posible auge de los bancos universales europeos y asi¨¢ticos no es lo mismo que predecir el declive de Nueva York (o de Londres) como grandes plazas financieras globales. No cabe duda de que los mercados financieros norteamericanos continuar¨¢n siendo los m¨¢s din¨¢micos e innovadores del mundo, y que Londres seguir¨¢ constituyendo una plaza alternativa de importancia. Ambas plazas tienen de su lado una larga tradici¨®n y un eficaz sistema legal que les ampara. La actual crisis hace m¨¢s posible, sin embargo, una situaci¨®n en la que un cada vez mayor n¨²mero de bancos universales internacionales se posicionen como actores importantes en los mercados financieros anglosajones. Ah¨ª radica el cambio de guardia que est¨¢ transformando las finanzas globales, alentado en parte por la necesidad de financiar el persistente d¨¦ficit exterior de la econom¨ªa norteamericana y acelerado por el s¨²bito declive de los bancos de inversi¨®n. El principal teatro de operaciones, el lugar donde se celebren el mayor n¨²mero de transacciones, seguir¨¢ siendo Nueva York, pero un n¨²mero creciente de los decisores financieros m¨¢s importantes estar¨¢n situados en otros pa¨ªses.
Aunque resulte parad¨®jico, la globalizaci¨®n financiera parece llevarnos a un mundo m¨¢s polic¨¦ntrico y fragmentado desde el punto de vista de la toma de decisiones. Este cambio obliga a replantearse numerosas cuestiones, desde el peso de los distintos pa¨ªses en los organismos multilaterales hasta la necesidad de aumentar la coordinaci¨®n de la supervisi¨®n bancaria, de los principios contables y de los m¨¦todos de evaluaci¨®n de riesgos.
Las finanzas contin¨²an siendo la punta de lanza del proceso de globalizaci¨®n. Pero se abre ahora una nueva fase con protagonistas diferentes, entidades que, si bien no van a pretender obtener rentabilidades exorbitantes a cambio de exponerse a riesgos inusitados, tendr¨¢n que ser observadas y supervisadas estrechamente, puesto que ser¨¢n no solamente participantes en los mercados financieros sino tambi¨¦n guardianes de nuestros ahorros. La verdadera paradoja es que la globalizaci¨®n financiera proseguir¨¢ su rumbo ascendente, pero con una mayor intervenci¨®n reguladora por parte de los Estados. Se trata de un cambio de guardia quiz¨¢s inesperado, pero seguramente necesario para devolver la confianza y el dinamismo a los mercados.
Mauro F. Guill¨¦n es director del Lauder Institute de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y miembro del consejo asesor de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Grupo Analistas).
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