Sep¨²lveda borda sus cuentos con el hilo de la paradoja
El autor chileno se rinde al arte oral en su nuevo libro
Al escritor chileno Luis Sep¨²lveda (Ovalle, Chile, 1949) le gusta presumir de sus ancestros. Nacido por casualidad -"en un hotel, por cierto"- en una peque?a localidad al norte de Chile, recuerda con nostalgia las historias que su abuela vasca sol¨ªa contarle antes de dormir.
As¨ª explica -casi a s¨ª mismo- la fluidez oral que prima en la colecci¨®n de cuentos La l¨¢mpara de Aladino que ahora publica Tusquets: "Yo creo en el car¨¢cter oral que tiene la literatura. Y el hecho de escribir es simplemente, ni m¨¢s ni menos, que trasladar al papel ese viejo arte de la oralidad, esa vieja pasi¨®n de contar historias". Y agrega contundente que "la literatura es l¨²dica o no es, inclusive la m¨¢s tr¨¢gica".
Sep¨²lveda, conocido por su exitosa novela Un viejo que le¨ªa novelas de amor -llevada al cine por Rolf de Heer y protagonizada por Richard Dreyfuss-, ha hilvanado 12 cuentos con el hilo de la paradoja. "La paradoja de la fortuna, cuando llega tarde o no te sirve, o la del amor encontrado al que tienes que renunciar porque es irrealizable" y se detiene para filosofar: "La gran fortuna es tener lo necesario para llevar una existencia digna".
En La l¨¢mpara de Aladino aparecen perros inteligentes que dosifican monedas de oro, veteranos periodistas alojados en un hotel al que la selva se va tragando lentamente y mercaderes libaneses que, como Maqroll el Viajero, se dejan conquistar por tierras y gentes ex¨®ticas. "Es una peque?a radiograf¨ªa de mi universo personal, con personajes que vienen de una marginalidad gloriosa, marcada por la dignidad, la decencia y que viven inmersos en esos paisajes que conozco". Y es que Sep¨²lveda tambi¨¦n puede presumir de vivir en el mundo, como Maqroll. Desde que sali¨® de Chile, huyendo de la dictadura en 1977, ha vivido y recorrido Centro y Suram¨¦rica, Alemania, Francia y finalmente se ha dejado conquistar por Gij¨®n. "Me agobia el ruido de las ciudades grandes, en Gij¨®n ando en bicicleta y ya me siento parte del inventario", dice.
Lleva una vida tranquila, entre libros y p¨¢ginas por escribir y est¨¢ empe?ado en editar a j¨®venes poetas. ?Y sus poemas? La risa le cierra los ojos tras sus enormes gafas. "Siempre he escrito poes¨ªa, pero mi mujer es una gran poeta y ha puesto el list¨®n muy alto", confiesa casi con sonrojo. Chileno, habitante del mundo y ciudadano alem¨¢n, todav¨ªa recuerda con pesar que en 1986 Pinochet le convirti¨® en ap¨¢trida y que hace unos a?os le avisaron de que iniciar¨ªan unos tr¨¢mites, "dijeron que depositara un dinero para recuperar mi nacionalidad y les contest¨¦: me la quitaron gratis y me la devuelven gratis, as¨ª que oficialmente sigo sin ser chileno".
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