Querid¨ªsimos pr¨®fugos
Erviti gana al 'sprint' tras una fuga de 18 ciclistas
Ni Imanol Erviti es torero, ni Roche se llama Stephen, sino Nicolas. El uno es de Pamplona, no de Salamanca; el otro, es el hijo de aquel irland¨¦s magn¨ªfico y empieza a acreditarse en el segundo escal¨®n de los velocistas. Gan¨® el que no es torero porque meti¨® un tubular en la meta de Las Rozas antes que el joven irland¨¦s (aunque nacido en Francia) en un apretad¨ªsimo final que les impidi¨® a ambos a levantar los brazos, sumidos en la duda del ¨¦xito. Los dos sab¨ªan que hab¨ªan hecho un gran final, un sprint que picaba hacia arriba, que atac¨® mejor el navarro del Caisse d'?pargne, que parec¨ªa un ganador seguro, pero al que le respondi¨® Roche con una energ¨ªa impresionante. Lo aprovech¨® Erviti, infatigable, a su altura (mide 1,90 metros).
Cuando la Vuelta languidece y cae en una cierta melancol¨ªa, por falta de objetivos o por el ansia de llegar al final, con poco que ganar o con el pescado vendido, una fuga numerosa traslada la atenci¨®n de lo m¨¢ximo (la general) a lo menor (la etapa). Lo m¨¢s distinto a un pelot¨®n agrupado es un minipelot¨®n interesado, sin miedo a la libertad. Y es lo que ocurri¨® ayer, con una fuga de 18 ciclistas que avistaban la victoria: los acreditados, como Bettini o Van Avermaert, y los 16 restantes.
Y estall¨®. A falta de 20 kil¨®metros, todos quer¨ªan caminar solos y casi todos lo intentaron. Hasta Bettini, en el Puerto de Los Leones, en su despedida de la carrera. Uno tras otro, lo fueron intentando por la v¨ªa de servicio de la A-6. M¨¢s que la potencia buscaban la duda, el hast¨ªo. Se ataca para escapar pero se cuenta con que los de atr¨¢s duden, se cansen, se enfaden. Al que le toca, le toc¨®. Necesariamente no es al m¨¢s fuerte, sino al m¨¢s listo o al m¨¢s afortunado.
Pareci¨® que la loter¨ªa le tocaba a David Herrero, el ciclista de Xacobeo, que salt¨® a seis kil¨®metros, mientras los de atr¨¢s se miraban y miraban y Bettini se cansaba de ser el brigada del grupo.
Seguro que cuando lleg¨® a la meta, tercero, se lament¨® de haberlo intentado. A falta de dos kil¨®metros, el grupito de Erviti -bien aconsejado por Chente Garc¨ªa Acosta-, Roche y Kiryienka le cazaron. Herrero es un corredor r¨¢pido en las llegadas, pero se la jug¨® en la fuga y perdi¨®. Es el juego de los valientes. Y valiente hab¨ªa sido Erviti, como lo viene siendo en esta semana anodina. Hay pasiones que la sangre amotinan (que cantaba Sabina) "hasta que las toca la sucia rutina". Y la rutina se ha adue?ado de una carrera que ya tiene ganador (Contador), rey de la monta?a (Moncoutie), por equipos (Caisse D'?pargne) y combinada (Contador). Es dif¨ªcil vender as¨ª la Vuelta si no fuera por intr¨¦pidos aventureros como los de ayer, que se juegan una victoria como si fuera la ¨²ltima de su vida. Para Erviti fue la primera de su vida profesional. El pelot¨®n, tranquilo, lleg¨® a 7m 28s.
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