Isabel Neira y Jes¨²s Cepeda
Desde hace un mes y medio, Isabel Cepeda es la voz de Jes¨²s Neira, adem¨¢s de su mujer. Todav¨ªa hoy, en muchos pa¨ªses presuntamente desarrollados, las mujeres pierden su apellido para adoptar el de su marido. Una tradici¨®n machista m¨¢s. Isabel, sin embargo, ha dado la vuelta por m¨¦ritos propios a esa tradici¨®n y, sin perder el suyo, ha ganado en el ¨²ltimo mes y medio el apellido del hombre con el que lleva casada muchos a?os.
Porque ha pasado a ser la conciencia del hombre que permanece en coma a causa de unos golpes machistas, los que le propin¨® ese tal Antonio Puerta cuando Jes¨²s intervino en defensa de la mujer a quien iban destinados, una t¨ªa de Aranjuez o de no s¨¦ d¨®nde. Ella, Isabel Cepeda, merece ser llamada Isabel Neira, como para ¨¦l, Jes¨²s Neira, habr¨¢ de ser un orgullo si alg¨²n d¨ªa se le llegara a conocer como Jes¨²s Cepeda.
Esta profesora universitaria de Econom¨ªa vive de la ma?ana a la noche en el Hospital Puerta de Hierro, leyendo best sellers para distraer el drama y esperando, la mayor¨ªa de los d¨ªas contra pron¨®stico, partes m¨¦dicos esperanzadores. Mientras comemos en un restaurante de El Pardo se pasa el tiempo honrando el nombre de Jes¨²s. Le describe, le admira, le espera: "Mientras Jes¨²s est¨¦ luchando, yo tambi¨¦n. Si ¨¦l puede, yo tambi¨¦n". Lo dice sin que le tiemble la voz y transmite una fuerza que asombra, una fortaleza como de madre coraje que la mantiene digna y firme. Frente a la adversidad de un destino que tuvo el capricho de cruzar a su familia con un maltratador y con la t¨ªa esa. Frente a la ignominia de que los c¨®mplices se forren en los plat¨®s de televisi¨®n mientras su marido lucha contra la muerte.
Frente a la verg¨¹enza de los medios de comunicaci¨®n carro?era que les dan p¨¢bulo para forrarse. Frente a la kafkiana desidia o mala praxis de los sanitarios de urgencias que en su d¨ªa no advirtieron la gravedad del asunto. Pero lo m¨¢s sorprendente es que esa misma fortaleza ha recibido cr¨ªticas: que es fr¨ªa, insensible. "Han llegado a acusarme de inhumana porque no me desmeleno antes las c¨¢maras. ?Pero qui¨¦n sabe cu¨¢ndo y cu¨¢nto lloro yo?". El machismo golpeando de nuevo la vida de esta mujer: si Isabel fuera un hombre, esa supuesta frialdad ser¨ªa considerada elegancia y esa presunta insensibilidad, templanza. Todas las mujeres tienen que ser fr¨¢giles, lloronas. Si Isabel no lo es, se vuelve sospechosa. Machismo en estado tan puro que no le hacen falta ni pu?etazos. Esos vienen despu¨¦s. Vinieron.
Isabel es seria y no ha llorado delante de m¨ª, pero se le han llenado los ojos de l¨¢grimas, casi furtivamente. No cuando rememora lo que le pas¨® a su marido ("quien le conoce sabe que volver¨ªa a intervenir"); no cuando habla del hijo de 13 a?os que presenci¨® la agresi¨®n ("se siente culpable por no haber podido defenderle, pero fue el primero que socorri¨® al padre"); no cuando se refiere a la incertidumbre sobre las lesiones cerebrales de Jes¨²s y a qui¨¦n sabe qu¨¦ secuelas si sobrevive ("me preocupa que sufra"); ni siquiera cuando se le menciona a la t¨ªa esa de Aranjuez, o de donde sea, de la que se niega, convencida y sin pasi¨®n, a hablar ("s¨®lo digo que la furia que cay¨® sobre Jes¨²s iba dirigida a ella"). Tampoco, pero se emociona, con los gestos de apoyo y cari?o de la gente. Fiel a su evidente ecuanimidad, no hace distingos pol¨ªticos al desgranar nombres: Fern¨¢ndez de la Vega, Bibiana A¨ªdo, P¨¦rez Rubalcaba, Miguel Sebasti¨¢n, Cristina Garmendia, Arturo Canalda, Clara Mu?oz, Aguirre, Rajoy... Sobre todos, Soledad Mestre (Marisol), a quien no conoc¨ªa pero va a diario a visitarla, de inc¨®gnito, con vaqueros y gafas de sol. Y un se?or de Extremadura que viene a Madrid a ver a sus nietos y se acerca al hospital a presentarle sus respetos ("la ¨²ltima vez me trajo un queso"). Y las mujeres de CONVIVE, asociaci¨®n contra la violencia de g¨¦nero, que con dificultades viajaron desde Granada y han creado una cadena p¨²blica de agradecimiento a Neira (graciasjesusneira@yahoo.es). A Isabel se le llenan los ojos de l¨¢grimas cuando le cuento c¨®mo acaba la columna de Enric Gonz¨¢lez publicada en este peri¨®dico y titulada Amor.
Isabel est¨¢ preocupada porque a final de mes desalojan el Puerta de Hierro y el traslado es muy peligroso para Jes¨²s, pero tambi¨¦n contenta porque ha superado otro neumot¨®rax. Cuenta que cada ma?ana despierta con la pesadilla de que la llaman para lo peor, pero que sigue creyendo: en la justicia y en que su marido se recuperar¨¢. Cuando me dice que se ir¨¢n juntos de viaje me doy cuenta de que tiene una sonrisa preciosa. Sus dos m¨®viles no paran de sonar. Cuida de que uno de ellos no se quede sin bater¨ªa: es de Jes¨²s y ella no se sabe el PIN.
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