La rebeli¨®n del paisaje
Antes de la mirada, el paisaje era s¨®lo territorio. La naturaleza en su estado m¨¢s puro e ilimitado se convierte en paisaje a partir del momento en que es observada desde un determinado lugar y en la medida de lo visible. Por lo tanto, el paisaje es cultura y apreciaci¨®n est¨¦tica. Pero es tambi¨¦n muchas cosas m¨¢s. En las ¨²ltimas d¨¦cadas hemos asistido a un deterioro progresivo y a veces alarmante del paisaje, exacerbado por un crecimiento urban¨ªstico descontrolado. La preocupaci¨®n ha llegado a rebasar los foros especializados -como la 5? Bienal Europea del Paisaje que se celebra la pr¨®xima semana en Barcelona- hasta convertirse en una demanda social. Joan Nogu¨¦, director del Observatori del Paisatge y autor de libros como La construcci¨®n social del paisaje, piensa que se ha llegado a un l¨ªmite. "Toda esa urbanizaci¨®n sin sentido ha causado una p¨¦rdida de identidad territorial. La gente se pregunta qu¨¦ est¨¢ pasando. Tanto localmente como en el contexto de la globalizaci¨®n. Todo eso causa en las personas desorientaci¨®n, desasosiego, la sensaci¨®n de que aqu¨ª hay algo que no funciona".
En esta situaci¨®n es cuando aparece el Convenio Europeo del Paisaje, ratificado por Espa?a en noviembre de 2007. "La preocupaci¨®n por el paisaje per se no se entiende si no es en este nuevo contexto del territorio. Se han removido las consciencias y se ha convertido en bandera de muchos sectores de la poblaci¨®n y, finalmente, de la pol¨ªtica tambi¨¦n. Ha llovido cuando ten¨ªa que llover. M¨¢s que un debate est¨¦tico, se ha convertido en una cuesti¨®n territorial y cultural. Sobre todo, el paisaje es un tema de debate cultural. Cuanto m¨¢s culta es una sociedad, m¨¢s respeta sus paisajes, conservando los elementos que le dan sentido y mejor¨¢ndolo cuando es necesario", opina Nogu¨¦.
"El Convenio Europeo del Paisaje aporta una visi¨®n integral del paisaje y contribuye a su debate. De ¨¦l se extrae que no s¨®lo lo verde y lo natural es paisaje, sino que tambi¨¦n lo es el paisaje metropolitano. Tambi¨¦n especifica que ¨¦ste va m¨¢s all¨¢ de lo est¨¦tico y que su conservaci¨®n implica una mejor calidad de vida, considerando el paisaje como objeto de derecho. Tenemos derecho a un paisaje bello y armonioso con el que nos sintamos identificados; no s¨®lo el buc¨®lico, sino tambi¨¦n el creado por el hombre. En general, el convenio sienta algunas bases importantes y, sin ser los diez mandamientos, es un buen marco de actuaci¨®n que ha sido ratificado por los Estados firmantes. Con ello se establece la necesidad de la participaci¨®n de lo p¨²blico y el establecimiento de unos instrumentos para la ordenaci¨®n urban¨ªstica en respuesta al debate territorial", concluye Nogu¨¦.
Uno de los primeros pasos para pensar el paisaje en profundidad es conocerlo. A Rafael Mata Olmo y Concepci¨®n Sanz les llev¨® cinco a?os completar el Atlas de los paisajes de Espa?a, publicado en 2003 por el Ministerio de Medio Ambiente. Fue una de las primeras actuaciones a partir de la firma del Convenio Europeo. "Lo primero era hacer una valoraci¨®n, una obra de s¨ªntesis", afirma Mata. "No part¨ªamos de cero, contamos con experiencias y estudios de otros expertos, pero a ellos sumamos m¨¢s de 250 jornadas de trabajo de campo con m¨¢s de mil fotos realizadas por los autores en cada lugar. Las fotograf¨ªas son un elemento importante de este libro", insiste. "Ahora, en las comunidades aut¨®nomas se ha disparado el inter¨¦s por el tema y me parece muy buena idea. Hay que ir generando una cultura del paisaje".
Como catedr¨¢tico de Geograf¨ªa, Mata considera que la sociedad de hoy "reclama que se vele por el paisaje percibido, por una percepci¨®n del territorio como parte de su identidad". "El territorio sufre enfermedades que se perciben a trav¨¦s de los paisajes. Hasta ahora no hemos querido prestar atenci¨®n a los grandes paisajes, sino s¨®lo a los m¨¢s pr¨®ximos, a los peque?os. En Espa?a hay una gran diversidad: 1.262 tipos de paisajes. Lo que se busca es una armon¨ªa entre la historia y la naturaleza". Su diagn¨®stico, sin embargo, no es pesimista. "El nivel medio de conservaci¨®n de los paisajes en Espa?a es aceptable. Se sit¨²a en el l¨ªmite del desarrollo sostenible. Lo importante es que los cambios no hagan que los paisajes pierdan su car¨¢cter. El paisaje no se entiende sin la acci¨®n humana. Vivimos en una naturaleza humanizada".
La 5? Bienal Europea del Paisaje, que empieza el jueves, ha invitado en esta ocasi¨®n a fil¨®sofos como Gilles Lipovetsky o analistas pol¨ªticos como Josep Ramoneda, junto a arquitectos, te¨®ricos, proyectistas y profesionales de otras disciplinas. Jordi Bellmunt, uno de los organizadores, lleva una d¨¦cada dedicado a este tema. "En los pa¨ªses n¨®rdicos se avanzaba en estos asuntos, pero consideramos que el paisajismo mediterr¨¢neo ten¨ªa caracter¨ªsticas muy distintas. Los problemas de agua, turismo, litoral o la recuperaci¨®n de espacios p¨²blicos requer¨ªan otras respuestas. Ahora se ha convertido en un tema emergente", dice. "Ya en la pasada bienal empezamos a notar que la sociedad reclamaba soluciones a esta crisis del paisaje. Una crisis que parte de los cambios de uso de las ciudades, que han desembocado en una crisis social, urban¨ªstica, ambiental y tambi¨¦n arquitect¨®nica. De manera que en esta edici¨®n hemos convocado mesas redondas multidisciplinares para evaluar d¨®nde se encuentra el paisaje contempor¨¢neo".
Tres d¨ªas de conferencias y mesas redondas, cinco exposiciones y el resultado del premio europeo Rosa Barba pretenden contribuir a buscar soluciones viables. Una iniciativa que parte de un colectivo, el de los arquitectos, al que se ha achacado parte de los problemas. "Parec¨ªa que en arquitectura s¨®lo importaban el negocio y una construcci¨®n que repet¨ªa los modelos m¨¢s conservadores. La crisis del sector que vivimos ahora tendr¨¢ un lado positivo. Ser¨¢ para el bien del paisaje y de la sociedad. Este par¨®n permitir¨¢ planificar con calma los futuros crecimientos", sentencia Bellmunt.
No son los ¨²nicos en alimentar el intercambio de ideas. En octubre, del 16 al 19, se desarrollar¨¢ en Alcal¨¢ de Henares otro encuentro internacional titulado Paisajes culturales: herencia y conservaci¨®n, organizado por la Asociaci¨®n Europea para el Estudio de la Literatura, Cultura y Medioambiente (EASLCE). Pero en Espa?a, el debate sobre el paisaje se desarrolla desde hace tiempo tambi¨¦n en otros foros, como el de la est¨¦tica. La Fundaci¨®n C¨¦sar Manrique, en Lanzarote, lleva desarrollando una serie de actividades en torno a la relaci¨®n del arte con el paisaje desde 1990. El artista canario, fallecido en 1992, fue un precursor en el compromiso con el entorno natural, y ¨¦ste se ha mantenido a trav¨¦s de su legado y una pol¨ªtica de actuaciones en defensa del entorno de las islas, as¨ª como el de exposiciones con artistas interesados o vinculados al paisaje y el territorio. En Vejer de la Frontera, C¨¢diz, la Fundaci¨®n Montenmedio de Arte Contempor¨¢neo (NMAC) sigue ese ejemplo y ha ido encargando esculturas a artistas como Marina Abramovic, Sol Lewitt, Maurizio Cattelan, Pilar Albarrac¨ªn o Susana Solano instaladas en un parque protegido.
Por otro lado, el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) de Huesca desarrolla desde 2006 encuentros anuales bajo el lema Pensar el paisaje. Tambi¨¦n desarrolla un programa de invitaci¨®n a artistas internacionales para que hagan intervenciones o esculturas situadas en la provincia de Huesca. Hasta ahora han desarrollado seis proyectos en distintos lugares elegidos por los propios artistas. En este momento, Per Kirkeby tiene en marcha el s¨¦ptimo plan. El arte transforma, se?ala, interroga y enriquece la naturaleza. Seg¨²n su directora, Teresa Luesma, "todo paisaje es una construcci¨®n cultural sobre el concepto de lugar". Y explica: "El portugu¨¦s Alberto Carneiro, por ejemplo, ha hecho una pieza en Belsu¨¦, un lugar alejado de las rutas habituales. All¨ª ha construido un cuadrado, una especie de arquitectura po¨¦tica, que queda rodeado por vegetaci¨®n y monta?as, creando una especie de mandala, un centro del mundo. Con eso quiero decir que al incorporar el patrimonio contempor¨¢neo es posible atravesar diferentes paisajes. En total ser¨¢n entre 10 y 12 obras. La idea no es llenar el territorio de obras de arte, sino estudiar el territorio y tambi¨¦n la escultura contempor¨¢nea".
Quiz¨¢ porque el arte, de alguna manera, ofreci¨® un punto de partida para la definici¨®n y popularizaci¨®n del paisaje, son los artistas los que aportan visiones a veces cr¨ªticas, a veces renovadoras, de esa visi¨®n sobre lo que nos rodea. Lara Almarcegui viene trabajando desde hace cinco a?os en series sobre solares abandonados. "Mi trabajo sobre los descampados est¨¢ claramente en contra de la arquitectura", manifiesta esta artista zaragozana residente en Rotterdam. "Hay demasiadas construcciones, todo est¨¢ racionalizado en las ciudades; por eso veo los descampados como lugares para respirar. Son lugares neutros, amorales, abiertos a cualquier cosa. Hay quien puede percibirlos como sitios de abandono y de peligro, pero no lo son. Son los espacios que la ciudad no quiere, los lugares que los pol¨ªticos y constructores desechan. Llevo a?os haciendo gu¨ªas por los descampados de diferentes ciudades, rutas que llevan de uno a otro desde 2003. Tambi¨¦n he puesto en marcha propuestas para que estos descampados se preserven como est¨¢n. Acabamos de conseguirlo en Rotterdam, donde se conservar¨¢n tal como est¨¢n durante 15 a?os".
Tambi¨¦n Xavier Ribas trabaja con lo que se oculta. Su serie Estructuras invisibles recoge lugares en la selva de Guatemala que ocultan las ruinas de antiguas construcciones precolombinas. La naturaleza vence al urbanismo. "En Estructuras invisibles quise poner ¨¦nfasis en esta dimensi¨®n hist¨®rica del paisaje a partir de unas im¨¢genes que parecen tener m¨¢s que ver con una naturaleza inmemorial. Estructuras invisibles quiere cuestionar la contraposici¨®n de conceptos como naturaleza y cultura, ciudad y campo, centro y periferia. Tambi¨¦n es una especie de alegato en contra de la dictadura de la ruina y del monumento como expresi¨®n ¨²nica de lo hist¨®rico", afirma Ribas. "Me interesa el paisaje, sobre todo como expresi¨®n de las relaciones sociales que lo han hecho posible. Dir¨ªamos que el aspecto geol¨®gico del paisaje me interesa poco, o casi nada, en comparaci¨®n con su dimensi¨®n hist¨®rica o biogr¨¢fica. Para m¨ª, el paisaje es un contenedor de residuos de acciones y acontecimientos presentes y pasados que subsisten como ruinas visibles o como rastros imperceptibles. La fotograf¨ªa se nos presenta como una herramienta id¨®nea para reflexionar en torno al sentido pol¨ªtico y social de estos residuos".
En un juego entre el pasado y el presente de la pintura, Jos¨¦ Manuel Ballester ha despojado de personajes una serie de cuadros del Museo del Prado, qued¨¢ndose s¨®lo con los fondos. Expone sus fotos en la galer¨ªa Distrito 4, de Madrid, bajo el t¨ªtulo de Espacios ocultos. "Todo depende de la mirada, lo que antes quedaba detr¨¢s cobra una nueva dimensi¨®n. Lo narrativo ha dominado demasiado tiempo el espacio del cuadro. En el romanticismo hab¨ªa un di¨¢logo con el paisaje que daba pistas sobre las emociones que produc¨ªa. En cierta medida, eran tambi¨¦n paisajes interiores con elementos tra¨ªdos de la naturaleza", afirma. Al desnudar los cl¨¢sicos, se encuentra Ballester con juegos estil¨ªsticos interesantes. "Los cuadros de Botticelli parecen pintados por El Aduanero Rousseau, los del Bosco parecen de Walt Disney. Lo que se ocultaba queda en evidencia".
Ballester ha trabajado temas en relaci¨®n con el paisaje desde hace tiempo. "Los paisajes antiguos estaban llenos de c¨®digos muy complejos. Parec¨ªan paisajes naturalistas, pero ocultaban una serie de s¨ªmbolos de gran carga aleg¨®rica. Ofrec¨ªan una forma de ver el mundo con los ojos de la sociedad a la que pertenec¨ªan. Su forma de ver el paisaje es su forma de ver la realidad".
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