Inventariar todos los muertos
Imaginemos otra transici¨®n; por ejemplo, que a la ca¨ªda del general Franco tras una decisiva intervenci¨®n de la Administraci¨®n de Kennedy, un Gobierno provisional hubiera creado una comisi¨®n de la verdad para conocer todos los cr¨ªmenes cometidos en Espa?a desde la rebeli¨®n militar del 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939 y toda la represi¨®n ca¨ªda a partir de esa fecha sobre los vencidos. Imaginemos que esa comisi¨®n publicara el censo de todas las sacas, paseos, ejecuciones sumar¨ªsimas, asesinatos con tiro en la sien y enterramientos en fosas comunes, y que, en su loable decisi¨®n de conocer toda la verdad, estableciera tambi¨¦n el censo de los culpables de sacas, paseos, ejecuciones y asesinatos.
Imaginemos que esa comisi¨®n hubiera llegado a la conclusi¨®n de que las matanzas de Sevilla y Badajoz fueron cr¨ªmenes contra la humanidad y que las matanzas de Barcelona y de Madrid fueron tambi¨¦n cr¨ªmenes contra la humanidad. Imaginemos que para conocer toda la verdad, la comisi¨®n hubiera propuesto la apertura de un proceso penal contra las personas identificadas por testigos solventes o delatadas por su misma firma al pie de una orden de saca o de una sentencia inicua, y que un juez dotado de jurisdicci¨®n universal hubiera solicitado a esa comisi¨®n los censos de v¨ªctimas y las listas de sus victimarios y hubiera abierto procedimientos penales contra esas personas.
Todo eso es imaginable. M¨¢s a¨²n, todo eso es lo que en estos d¨ªas nos est¨¢n sugiriendo los que comparan transiciones para insistir en que aqu¨ª no se hizo lo que en Sur¨¢frica o en algunos Estados suramericanos. Y cuando, a rengl¨®n seguido, derivan la conclusi¨®n de que aqu¨ª fue el miedo y la amnesia lo que impidi¨® constituir comisiones de la verdad. ?El miedo, la amnesia, o m¨¢s bien la memoria viva de lo ocurrido? Imaginemos la escena: en ese Gobierno provisional de coalici¨®n de todos los partidos se sentaban un cat¨®lico, un carlista, un comunista, un socialista, un anarquista, un ex falangista devenido dem¨®crata, un republicano, cada cual con la memoria viva, personal -nada de hist¨®rica-, de los cr¨ªmenes cometidos por los otros contra los suyos: desde el 18 de julio de 1936, las llamadas al exterminio del enemigo no fueron exclusivas de nadie.
Se puede seguir imaginando lo que un Gobierno de esas caracter¨ªsticas habr¨ªa durado si su primera decisi¨®n no hubiera consistido en proclamar una amnist¨ªa general sobre el pasado. Ah, pero eso los iguala a todos, exclaman ahora los que no tienen de aquello memoria viva, sino s¨®lo recuerdo de recuerdos como dec¨ªa po¨¦ticamente Julio Caro. Esto iguala a todos, la famosa equidistancia, el "todos fuimos culpables" (frase por cierto que lleg¨® del exilio, y no s¨®lo de Vidarte, que as¨ª titul¨® su historia; a un cat¨®lico de los a?os cincuenta ni se le habr¨ªa ocurrido). Pues no, para nada: esto es simplemente que, cuando se renuncia a la creencia en la justicia de la historia, el crimen de lesa humanidad cometido por los rebeldes no legitima el r¨¦gimen de terror impuesto por los revolucionarios.
No hubo Gobierno provisional ni comisi¨®n de la verdad. Pero hubo amnist¨ªa -dos amnist¨ªas, para ser exactos- que no cerr¨® el conocimiento del pasado: desde los a?os de transici¨®n, decenas de historiadores han publicado listas y listas de sacados, paseados, ejecutados, asesinados. ?Por qu¨¦, entonces, siguen cad¨¢veres en las fosas? Pues porque los sucesivos Gobiernos, del PSOE y del PP, no cumplieron la obligaci¨®n que les corresponde. Y en lugar de urgir ese cumplimiento, un juez de instrucci¨®n pide un censo de asesinados porque quiere saber si tiene competencia para... ?para qu¨¦, si a nadie puede perseguir por la v¨ªa penal? Y ?por qu¨¦ un censo y no todos los censos? ?Por qu¨¦ no instruir una causa penal por todos los cat¨®licos asesinados por el solo hecho de serlo?
Un Estado democr¨¢tico no puede llamar "asesinados" a las v¨ªctimas de la rebeli¨®n y "fallecidos" a las v¨ªctimas de la revoluci¨®n, como hace la Junta de Andaluc¨ªa para justificar una determinada pol¨ªtica de la memoria. Un Estado democr¨¢tico tiene que dar cuenta de todos los cr¨ªmenes y, si puede, reparar todos los cr¨ªmenes. Con eso hay que apechar. Por decirlo con Luis Rosales: "Porque t¨² tienes que ser justo / ¨¦sta es tu obligaci¨®n: / tienes que inventariar todos los muertos que ha causado en el mundo la mirada antag¨®nica". Inventariar todos los muertos: ¨¦sa es la primera tarea de un Estado de derecho si se decide a emprender pol¨ªticas de memoria. No es la de un juez de instrucci¨®n 70 a?os despu¨¦s de cometidos los cr¨ªmenes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.