"La anorexia empez¨® en m¨ª a los 12 a?os"
Os lo contar¨¦ todo. La anorexia empez¨® en m¨ª desde muy chica, cuando ten¨ªa 12 a?os y pesaba 64 kilos. A esa edad, los amigos y amigas son muy crueles, y yo me sent¨ªa marginada.
Soy la mayor de tres hermanos, por lo que en mi familia yo deb¨ªa ser la que diera el ejemplo en todo: como estudiante, ejemplo de excelencia. Como deportista, tambi¨¦n la mejor; y adem¨¢s ten¨ªa que ser ejemplo de liderazgo en todo cuanto emprendiera. Yo lo sent¨ªa as¨ª. Siempre fui muy autoexigente, quer¨ªa ser perfecta. Tal vez por esa exigencia, yo sent¨ªa culpa todo el tiempo. Sent¨ªa culpa de comer, de verme al espejo, de todo. Y empec¨¦ a obsesionarme, m¨¢s que con mi peso, con la perfecci¨®n que yo quer¨ªa alcanzar.
De chica nunca tuve amigas, y yo quer¨ªa ser perfecta creyendo que era la manera de que la gente me aceptara. Lo que recuerdo es que nunca nadie me invitaba a ning¨²n lugar, que yo era una ni?a solitaria. Hasta que de pronto eso cambi¨®. Empec¨¦ a perder peso, y mi tel¨¦fono comenz¨® a sonar. Entonces me dije: "Era eso, che, no me quer¨ªan con ellos porque estaba gorda", y as¨ª comenc¨¦ con las dietas. Asoci¨¦ la delgadez con la personalidad, con el ¨¦xito social. Y eso mismo exactamente es lo que les pasa a muchas chicas, creen que cuanto m¨¢s flacas est¨¦n, mejores personas van a ser y m¨¢s van a ser aceptadas por la sociedad y por sus amigos.
Pero hay algo m¨¢s, algo que fue terrible y se convirti¨® en la causa verdadera de todo lo que vino despu¨¦s. Os tengo que contar que fui v¨ªctima de malos tratos. Tuve un desenga?o amoroso con un hombre 10 a?os mayor que yo. Se llamaba Alejo. Yo estaba enamorada, obsesionada con ¨¦l, y ¨¦l no quer¨ªa estar conmigo. ?l fue el detonante de la enfermedad. Esto es un aviso para que los padres sepan que en Internet hay muchos perversos.
Yo chateaba con casi cincuenta personas. Una noche nos juntamos todos y conoc¨ª a Alejo personalmente. Poco despu¨¦s me fui a vivir sola a Buenos Aires. Se supon¨ªa en mi familia que me fui all¨¢ para estudiar periodismo, pero en realidad yo sab¨ªa que era para estar m¨¢s cerca de ¨¦l, aunque ¨¦l no quisiera estar cerca m¨ªo... Yo estaba muy enamorada y ¨¦l no parec¨ªa estarlo, no tanto. Y entonces fue cuando me puse a pensar que yo no era lo suficientemente linda para ¨¦l, o lo suficientemente flaca. Sent¨ªa que, si adelgazaba, Alejo me iba a querer m¨¢s. Pero me enga?aba, fue un error... y as¨ª comenz¨® el infierno.
Vomit¨¦ por primera vez despu¨¦s de haber ido a cenar a un local de comida r¨¢pida. Despu¨¦s del v¨®mito me sent¨ª aliviada. Pero con el tiempo, en lugar de comer y vomitar, como esa vez y luego muchas veces, dej¨¦ de comer. Porque vomitar me lastimaba la garganta; entonces, ?para qu¨¦ sentir ese dolor si pod¨ªa directamente no comer nada? Lo m¨¢ximo que estuve sin comer fueron 11 d¨ªas; los dem¨¢s d¨ªas, durante tres meses, s¨®lo com¨ªa una manzana o tomaba mucha agua... En esos tres meses baj¨¦ 10 kilos.
Yo no lo sab¨ªa, pero realmente estaba ciega. Ana me manipulaba. Luego os cuento qui¨¦n es Ana, aunque vosotras, las chicas, ya lo sab¨¦is.Llega un momento en que la comida te repugna. Cuando pasas el umbral del hambre, te llegas a olvidar de c¨®mo se masticaba. A m¨ª me costaba la maniobra de abrir la mand¨ªbula. Llegu¨¦ a pesar 47 kilos y me tatu¨¦ la mu?eca con esa cifra, para tener un recordatorio permanente. Cada vez que iba a comer me dec¨ªa a m¨ª misma: "?Vas a comer?".
Estuve casi muerta, tuve los primeros intentos de suicidio, vi el mundo distorsionado, sent¨ªa olores que nunca hab¨ªa conocido. Kate Moss era el referente obvio para m¨ª. Y, entre las argentinas, Celeste Cid. Me parec¨ªa superarmoniosa, flaquita, y a Alejo le encantaba. Despu¨¦s de un tiempo me invadi¨® Ana (as¨ª es como las anor¨¦xicas llaman a la enfermedad), y quise investigar. Me met¨ª en Internet, busqu¨¦ informaci¨®n sobre la anorexia, y de repente me apareci¨® Pro Ana. Visit¨¦ el sitio y descubr¨ª a chicas que defend¨ªan la anorexia y la bulimia como un estilo de vida: Pro Ana y Pro M¨ªa son los nombres que le dieron para hablar libremente, y as¨ª evitar que los sitios fueran cancelados. Hab¨ªa miles de chicas a las que les pasaba lo mismo.
Por eso abr¨ª una p¨¢gina Pro Ana, una p¨¢gina que llam¨¦ Me como a m¨ª. Las creencias b¨¢sicas de esa p¨¢?gina que escrib¨ª son (porque siguen siendo, aunque ahora est¨¢n en mi computadora y ya no en la Red): que cada uno puede hacer de su vida lo que desee, siempre y cuando no moleste a otros (y esa molestia sea justificada) y mientras no atente contra su propia vida. Me como a m¨ª fue la primera p¨¢gina Pro Ana en castellano. Fue un ¨¦xito. Me escrib¨ªan cientos de chicas para agradecerme el haber creado Me como a m¨ª. Con mis lectoras hac¨ªamos competencias todas las semanas para ver qui¨¦n hab¨ªa adelgazado m¨¢s. Me volv¨ª obsesiva, contaba las calor¨ªas y hab¨ªa d¨ªas en los que s¨®lo inger¨ªa un sobrecito de sacarina. Una persona necesita cada d¨ªa alrededor de 1.200 calor¨ªas para sobrevivir, y yo como m¨¢ximo inger¨ªa 300. Era una locura, y hoy me doy cuenta de lo que fui, de lo que hice, de lo que me hice. Cuando est¨¢s as¨ª te vuelves loca... No puedes estudiar, no puedes pensar. Mi analista no tuvo tiempo de nada porque ya estaba muy mal y trat¨¦ de suicidarme.
Quiero contaros c¨®mo me recuper¨¦. No voy a mentir. Es bastante dif¨ªcil, la recuperaci¨®n absoluta en este tipo de des¨®rdenes no existe, sobre todo cuando se llega a un punto tan profundo. Adem¨¢s, el tema de la dieta es constante en los medios. Te lo recuerdan cada d¨ªa, cada minuto. No creo que est¨¦ del todo recuperada, aunque as¨ª lo sienta muchas veces. S¨¦ que siempre vuelves a caer, quiz¨¢ no como en alg¨²n momento ca¨ª, pero...
Mi psic¨®logo fue una pieza fundamental para que hoy me sienta como me siento. Hago psicoan¨¢lisis desde hace unos cuatro a?os, pero empec¨¦ a darle bola hace dos... Lo aconsejo a todo el mundo. Despu¨¦s de mi intento de suicidio estuve internada durante tres meses, y mi psicoanalista estuvo conmigo, siempre ayud¨¢ndome, siempre escuch¨¢ndome.
Abzurdah, el libro en donde cuento esto con todo detalle, tambi¨¦n fue de gran ayuda. Escribirlo fue como un proceso de rehabilitaci¨®n. En Am¨¦rica, donde ya lo han le¨ªdo, los j¨®venes se sienten identificados con mi historia, no s¨®lo en lo que respecta a la anorexia, sino tambi¨¦n en otros sentidos. Muchas espa?olas me escriben e-mails preguntando cu¨¢ndo me podr¨¢n leer. Ahora podr¨¢n. Abzurdah es un diario ¨ªntimo donde cuento lo que antes no pod¨ªa expresar a nadie porque me sent¨ªa sola. Muy sola, aunque no lo estuviera. Me encerraba en m¨ª misma y me lastimaba. Lastimaba a mi pap¨¢, que sufri¨® mucho. Y ver a la familia sufriendo por mi culpa tambi¨¦n me hizo abrir los ojos.
Por eso creo que salir de ah¨ª ha de ser porque t¨² lo decides. Por mucho que te lo digan mil veces, o¨ªrlo no te hace nada, porque te pones una barrera y no te importa lo que te digan. Salir de ah¨ª tiene que ser una determinaci¨®n tuya. Para terminar con esto, para ser libre, yo abro una p¨¢gina y en esa p¨¢gina digo: '?Esto no lo soy m¨¢s! Ahora soy otra persona... esto no quiero ser".
Pero no todo termina ah¨ª, es un proceso largo, dif¨ªcil. Despu¨¦s de retomar el h¨¢bito de comer, empec¨¦ a autoflagelarme. Siempre estaba acompa?ada por alguien, mi hermana, mi madre. Me ten¨ªan controlada, me obligaban a comer. Cada vez que me encontraba un minuto sola me cortaba los brazos. Me daba placer ver correr la sangre. Pensaba que era una manera de dejar salir todo el dolor que me invad¨ªa. Alejo no estaba conmigo, y me hab¨ªan obligado a dejar a Ana. Me cortaba con lo que encontraba. Pero eso dur¨® s¨®lo un tiempo.
El psicoan¨¢lisis fue lo que realmente me ayud¨® a cambiar mi forma de pensar, a darme cuenta de que Ana no es un estilo de vida, sino una enfermedad que, una vez que la padeces y aunque los m¨¦dicos te digan que est¨¢s recuperada, siempre va a haber un momento en el que te va a querer atacar, y yo estoy preparada para enfrentarla y no voy a permitir que vuelva a invadirme. Por eso siempre digo a las chicas que hablen, que pidan ayuda, que no se guarden lo que les pasa. Lo mejor para alejarse de Ana es la palabra, el psicoan¨¢lisis. Hoy estoy muy agradecida a N¨¦stor (mi psicoanalista), que siempre me acompa?¨®. Aunque en alg¨²n momento fui muy rebelde y no quise hablarle, ¨¦l siempre fue muy paciente. Puedo decir que es un gran amigo al que quiero tener siempre ayud¨¢ndome, porque me conoce, sabe c¨®mo pienso y est¨¢ atento a todo lo que hago.
el clich¨¦ dice que en la vida hay que plantar un ¨¢rbol, tener un hijo y escribir un libro. No s¨¦ en qu¨¦ orden. Supongo que hay que empezar plantando un ¨¢rbol. Y para no ser menos absurda, plantar es lo ¨²ltimo que voy a hacer en mi vida. Porque el libro fue lo primero y el hijo es lo segundo, es ahora. As¨ª que seguir¨¦ mi relato de cu¨¢n feliz estoy y cu¨¢n poco me importa cualquier otro ser viviente que no sea el ser que vive dentro de m¨ª.
Cuando me enamor¨¦ del pap¨¢ del beb¨¦, pens¨¦ que no se pod¨ªa llegar a un estado superior de encantamiento. Que como Aurora en La bella durmiente, me ten¨ªa sedada de amor y placer para siempre. Me equivoqu¨¦, y ahora s¨¦ que se pod¨ªa ser m¨¢s feliz. Y ahora lo s¨¦ porque vivo con el hombre que m¨¢s me ama en todos los planetas y voy a dar a luz a su hijo. La boluda de Aurora no tuvo hijos con el pr¨ªncipe. Se pod¨ªa ser m¨¢s feliz que Aurora, pero me toc¨® saberlo en mayo de este a?o, cuando me dijeron: "Es positivo, est¨¢s embarazada".
En verdad, el relato es m¨¢s gracioso que eso, es incluso m¨¢s gracioso que el del perro que me persigui¨® por el colegio hace exactamente 10 a?os. De cualquier manera, mi relato del perro asesino que rompe uniformes escolares ahora mut¨® en "escuchen c¨®mo me enter¨¦ de mi embarazo, por favor, se mueren". Y la gente se r¨ªe mucho m¨¢s. Porque el resultado no es un uniforme roto, ni una marca para siempre en el culo (dientes de perro, malpensados). El resultado ahora es el amor de mi vida. El verdadero amor de mi vida, ac¨¢ adentro, conmigo, acompa?¨¢ndome todos los d¨ªas mientras me lavo los dientes, mientras escribo, mientras duermo, mientras desayuno, mientras me ba?o. Hasta diciembre, cuando lo tenga en mis brazos y compruebe que, efectivamente, es el amor de mi vida. Ahora s¨®lo lo s¨¦ por lo que siento. Pataditas chiquitas que dicen: "Mami, ac¨¢ estoy".
Pero el relato gracioso y los detalles los reservo todav¨ªa. Me falta plantar un ¨¢rbol, y va a tener que ser gracioso para poder compararse con la an¨¦cdota de cuando tuve un hijo o escrib¨ª un libro. Ya s¨¦ que voy a destiempo con el mundo, y d¨¦jenme decirles que ir a destiempo con el mundo tiene su encanto. De verdad, nunca cre¨ª que fuera a escribir esto, pero ahora lo escribo: ?soy feliz! Me enamor¨¦, sufr¨ª, padec¨ª enfermedades, viaj¨¦ por el mundo, escrib¨ª un libro, me conect¨¦ gracias a ¨¦l con miles de personas de muchos pa¨ªses, me enamor¨¦ de nuevo, como nunca en mi vida, y despu¨¦s de vomitar todos los d¨ªas durante toda una semana (?esta vez no era a prop¨®sito!), mi amor me llev¨® al hospital con una sonrisa esperanzada. Y ahora voy a ser mam¨¢.
Lo ocult¨¦ durante cinco meses porque me parece demasiado ¨ªntimo. Pero tambi¨¦n creo que no puedo aparecer por sorpresa con un ser de 40 cent¨ªmetros alg¨²n d¨ªa en la presentaci¨®n de mi pr¨®ximo libro. Porque ahora llevo tiempo en esta tarea, desde hace un a?o, y espero terminarla antes de ser madre. ?sta es mi mejor versi¨®n, la m¨¢s feliz, la m¨¢s completa.
Cielo Latini es autora del diario ¨ªntimo 'Abzurdah' (Ediciones ?mbar), que ahora se publica en Espa?a.
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