Y vendr¨¢n nuevas debilidades
La humanidad es m¨¢s ostra que b¨²ho sabio. Tanto en la macroeconom¨ªa contempor¨¢nea como en la geopol¨ªtica contempor¨¢nea, los optimistas piensan demasiado pronto que distinguen el comienzo de mejores tiempos.
Antes, Estados Unidos y sus aliados derrotaron a los talibanes en Afganist¨¢n. ?De verdad? Los enemigos extremistas resucitan, como el ave f¨¦nix, con mucha frecuencia. Una y otra vez.
Consideren tambi¨¦n que el env¨ªo de m¨¢s tropas estadounidenses a Irak parece correcto ahora que ha suscitado esperanzas racionales de que un Irak cooperador (a tres partes) avanza hacia el autogobierno, algo que podr¨ªa justificar una futura retirada del Ej¨¦rcito estadounidense de ese pa¨ªs. Sin embargo, a los estrategas experimentados no les sorprender¨¢ que los beneficios del creciente aumento de tropas se evaporen de aqu¨ª a seis meses.
Temo que debemos esperar nuevas debilidades macroecon¨®micas, y probablemente persistir¨¢n durante todo 2009
De Gaulle aprendi¨® por las malas los altibajos franceses en Argelia y Vietnam. Los presidentes Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon aprendieron lecciones similarmente graves en Vietnam. Al final, sin victoria ni honor vanaglorioso, toda la sangre y la hacienda sacrificados para derrotar al Gobierno izquierdista vietnamita no valieron para nada.
Un patr¨®n muy similar a este patr¨®n geopol¨ªtico -¨¦xitos seguidos por derrotas cada vez peores- podr¨ªa hacerse patente en el actual caos financiero. La Reserva Federal estadounidense y los bancos centrales extranjeros se vieron forzados a ampliar la oferta de cr¨¦dito. No lo hicieron para proteger a los prestamistas hipotecarios temerarios y a los prestatarios temerarios de sufrir p¨¦rdidas de inversi¨®n y ejecuciones de hipotecas. Por el contrario, recordando lo gravemente que se hundieron las econom¨ªas mundiales durante la gran depresi¨®n de 1929-1939, los Gobiernos modernos han actuado con rapidez para inclinarse contra los vientos adversos de la recesi¨®n.
Cuando la Reserva Federal ayud¨® al fondo de cobertura Long Term Capital Management mediante una ayuda financiera dise?ada en 1998, la motivaci¨®n fue mantener viva la prosperidad comercial de 1995-2000. Los seguidores de las actuaciones del presidente Herbert Hoover y del secretario del Tesoro Andrew Mellon en 1929 critican estas ayudas estatales porque fomentan el "riesgo moral", es decir, un aumento de la inversi¨®n arriesgada en el futuro debido a las expectativas de un rescate inmerecido.
La mayor¨ªa de mis compa?eros macroeconomistas son en su mayor¨ªa demasiado j¨®venes para recordar la gran depresi¨®n. Siendo alumno de la conservadora Universidad de Chicago, yo la percib¨ª ampliamente dentro y fuera del aula. Y saqu¨¦ varias lecciones permanentes:
1. El capitalismo puro no puede evitar algunos ciclos econ¨®micos. Y tampoco puede contarse con que los mercados curen por s¨ª solos sus males.
2. Las medidas adoptadas por la Reserva Federal de subir y bajar los tipos de inter¨¦s a corto plazo en una inclinaci¨®n contra el viento pueden definitivamente amortiguar la volatilidad de la macroactividad comercial real. ?ste no es un mero deseo acad¨¦mico. Desde 1989, nosotros y el mundo hemos disfrutado de hecho de una especie de gran moderaci¨®n: ciclos empresariales con altibajos menos pronunciados.
3. Sin embargo, en momentos de alteraciones m¨¢s graves -1929-1933 o 2007-2008-, las alteraciones por parte de los bancos centrales de sus objetivos de tipo de inter¨¦s a largo plazo se vuelven cada vez m¨¢s impotentes. Los tipos de inter¨¦s cercanos a cero s¨®lo sirven para fomentar la acaparaci¨®n, no para gastar dinero.
4. Por ¨²ltimo, en tiempos de severas crisis relacionadas con la oferta -como ahora y en la d¨¦cada de 1970-, cuando los precios del petr¨®leo de la OPEP se cuadruplican de la noche a la ma?ana al mismo tiempo que las cosechas y la producci¨®n mundial de metales sufren y los precios de las materias primas se encuentran en una burbuja ascendente, una econom¨ªa sufre una estanflaci¨®n maligna: aumento del desempleo al mismo tiempo que la inflaci¨®n total se desboca.
Por desgracia, el mismo zigzag entre el optimismo y el pesimismo es end¨¦mico en la batalla entre las paridades del d¨®lar estadounidense y las del euro, el yen japon¨¦s o el won coreano. Hace un mes, la ligera mejora de las exportaciones estadounidenses revitaliz¨® el nivel del d¨®lar respecto al euro y otras monedas principales.
Genial, quiz¨¢, para los especuladores de gatillo f¨¢cil. Sin embargo, el gr¨¢fico a largo plazo de los d¨¦ficits de la balanza de pagos total de Estados Unidos s¨®lo muestra contoneos en su cr¨®nica tendencia ascendente. Si esto le produce pesadillas a Warren Buffett, quiz¨¢ las masas de estadounidenses que gastan en exceso se percaten tambi¨¦n.
Si a los economistas nos hubiesen dicho en 2007 lo dura que ser¨ªa la tormenta perfecta de los mercados financieros que se ha producido de hecho en 2008, creo que habr¨ªamos predicho racionalmente una recesi¨®n econ¨®mica global en Estados Unidos mucho peor de lo que ha sido hasta ahora. ?Pero cu¨¢nto va a durar? No contengan la respiraci¨®n.
Temo que debemos esperar nuevas debilidades macroecon¨®micas, y probablemente persistir¨¢n durante todo 2009. A mediados de septiembre nos llegaba la noticia de la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversi¨®n estadounidense. Tengo que aprobar la decisi¨®n de no avalarlo como se hab¨ªa hecho antes con Bear Sterns.
De nuevo sufrieron golpes duros sociedades gigantes como Citigroup y American Investment Group (seguros). Cuando nadie sali¨® en ayuda de Merrill Lynch, la mayor casa de corretaje minorista estadounidense, Bank of America la engull¨®.
Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, admit¨ªa p¨²blicamente que la tormenta perfecta sufrida por Wall Street a mediados de septiembre es un suceso peor, de esos que se dan "una vez en un siglo". Por eso es extra?o que el 16 de septiembre el Comit¨¦ de Mercado Abierto de la Reserva Federal se negara a reducir un poco sus tipos de inter¨¦s y dijera que no a un nuevo cr¨¦dito de apoyo. Aunque ¨¦ste sea un pecado venial, no mortal, me sigue pareciendo que el mayor fallo del gobernador Ben Bernanke es el de no recordar que, ante todo, la raz¨®n de ser de los bancos centrales es la de constituirse en prestamista de ¨²ltimo recurso cuando una sociedad de mercado democr¨¢tica se ve golpeada por la calamidad m¨¢s grave.
Espero que Bernanke acabe teniendo raz¨®n y que yo me haya equivocado.
(c) 2008 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.
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