La factura de 2001 sigue vigente
La pol¨ªtica tiene ritos cuyo sentido puede despistar al ciudadano no iniciado. El PNV es pr¨®digo en este ceremonial, que ha vuelto a desplegarse estos d¨ªas con motivo de la disposici¨®n o no de Juan Jos¨¦ Ibarretxe a repetir como candidato a lehendakari del partido en las pr¨®ximas elecciones de marzo. No se trata, al menos en esta ocasi¨®n, de juegos florales, en los que el aspirante debe hacer manifestaci¨®n de desapego al cargo y ¨¢nimo de servicio. La poca prisa del equipo de I?igo Urkullu en proponer a Ibarretxe que sea por cuarta vez el cabeza de lista y la dilaci¨®n del actual lehendakari en declarar su voluntad de seguir envuelve un solapado pulso de poder.
En la partida de ajedrez que ambos est¨¢n jugando m¨¢s o menos a la vista del p¨²blico hay bastantes movimientos que recuerdan a otros lances recientes, que han terminado con la victoria de Ibarretxe y con el cauto repliegue de la direcci¨®n del partido, incluida la retirada de su anterior presidente, Josu Jon Imaz. Pero esas jugadas traen tambi¨¦n memoria de otros momentos en los que el PNV se ha cuestionado si el dirigente que ha estado al frente de una instituci¨®n durante una larga etapa es el m¨¢s adecuado para afrontar los nuevos tiempos. Xabier Arzalluz ha expuesto el caso con su facundia habitual: hay responsables del partido, cada vez m¨¢s, que dudan de que un Ibarretxe cargado con las alforjas de la consulta y el derecho a decidir sea el candidato m¨¢s adecuado para frenar el declive electoral del nacionalismo gobernante. No se equivoca el viejo l¨ªder, aunque tampoco sea la persona m¨¢s indicada para criticar a la direcci¨®n de su partido, habida cuenta de que con menos motivos se encarg¨® ¨¦l de acelerar la retirada del antecesor de Ibarretxe en 1997 y, catorce a?os antes, llev¨® al PNV a una escisi¨®n de la que todav¨ªa no se ha recuperado para zanjar su pugna con Carlos Garaikoetxea.
Lo que se juega no es si ser¨¢ o no candidato, sino con qu¨¦ condiciones
M¨¢s all¨¢ de los procesos formales internos, Ibarretxe se convertir¨¢ en cabeza de cartel del PNV en cuanto comunique al EBB que est¨¢ dispuesto a continuar. Por muchos recelos que existan en el partido sobre su idoneidad para afrontar una contienda electoral crucial y el incierto panorama pol¨ªtico que se presume tras ella, Urkullu y los suyos no est¨¢n en condiciones de prescindir de Ibarretxe. Han asumido que, en las actuales circunstancias, forzar su marcha e improvisar otro candidato o candidata para Ajuria Enea ser¨ªa m¨¢s lesivo para su inter¨¦s prioritario: evitar perder el Gobierno. Adem¨¢s, son conscientes de que un relevo forzado supondr¨ªa un terremoto de imaginables consecuencias dentro de casa, donde Ibarretxe goza de gran predicamento y opera como fr¨¢gil punto de sutura entre la l¨ªnea soberanista de Egibar y la corriente pragm¨¢tica de Urkullu y Andoni Ortuzar. No es, por lo tanto, la candidatura lo que se lidia, sino las condiciones en que ser¨ªa candidato Ibarretxe.
El pasado martes, el presidente del partido avanz¨® en clave algunas de ellas. De sus palabras en Bilbao se desprende que el n¨²cleo duro del EBB pretende recuperar la direcci¨®n estrat¨¦gica del partido, que este dej¨® en manos de Ibarretxe cuando en 2001 le salv¨® del desastre de Lizarra, y que no quiere que la nueva etapa que surja tras las elecciones de marzo siga entrampada en el est¨¦ril empe?o del derecho a decidir y de un gobierno en minor¨ªa. Esto quer¨ªa transmitir Urkullu cuando, al referirse al pendiente sondeo a Ibarretxe sobre su continuidad, dijo que el lehendakari debe resolver si est¨¢ con ¨¢nimo de gestionar el proyecto "del partido" sin "estar condicionado por el pasado".
Ibarretxe conoce perfectamente lo que se sustancia en la partida. Por eso respondi¨® el jueves que est¨¢ "en forma, lleno de energ¨ªa e ilusi¨®n", pero no avanz¨® su disposici¨®n a seguir. Sabe que cuanto m¨¢s demore ese gesto, y cuanto m¨¢s se haga de rogar, en mejor posici¨®n estar¨¢ para imponer al partido las condiciones en las que aceptar¨¢ encabezar la candidatura. Y la zozobra que pueda suscitar este enredo entre la militancia peneuvista, con el pr¨®ximo Alderdi Eguna como caja de resonancia, trabaja a favor de sus intereses.
La partida, muy posiblemente, terminar¨¢ en tablas, en un compromiso que intente una s¨ªntesis imposible, similar a la ensayada en la ponencia pol¨ªtica que aprob¨® la ¨²ltima Asamblea General. Sin embargo, en los desaf¨ªos el empate supone una victoria para el defensor del t¨ªtulo. Y, como no parece imaginable que Ibarretxe se reinvente y modifique su idea de lo que debe ser un lehendakari y la misi¨®n que le corresponde, al final se saldr¨¢ con la suya. Porque el tiempo y las necesidades apremian.
El EBB -con la complacencia interesada del sector de Egibar, pese a que la cesi¨®n traicione el dogma de que es el partido quien lleva el tim¨®n- tendr¨¢ que aceptar todo el paquete, aunque se envuelva con otro celof¨¢n (aportaciones del proceso Think Gaur Euskadi 2020): el candidato, la insistencia en el derecho a decidir, con o sin consulta a fecha fija, y la apuesta preferente por el tripartito y Aralar, sirva o no sirva para un buen gobierno, si los resultados electorales no permiten la alternancia en el poder. La factura de 2001 sigue estando al cobro para el PNV.
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