Leyes entre par¨¦ntesis
El presidente de la CEOE, Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n, hizo unas sonadas declaraciones solicitando un par¨¦ntesis en el mercado. Aunque es dif¨ªcil saber a qu¨¦ se refer¨ªa exactamente el representante de los empresarios, la petici¨®n resulta ins¨®lita. No porque proceda de alguien a quien se supone convencido de que el juego de la oferta y la demanda es el mejor sistema, sino porque ese alguien reconoce impl¨ªcitamente que el mercado, por s¨ª solo, no ser¨ªa capaz de hacer un par¨¦ntesis. Seg¨²n est¨¢ la econom¨ªa internacional, D¨ªaz Ferr¨¢n arriesg¨® mucho con estas declaraciones, hasta casi incurrir en una temeridad. Alg¨²n contribuyente irritado despu¨¦s de haber perdido grandes cantidades en la Bolsa e, incluso, puestos de trabajo que hasta ayer parec¨ªan indestructibles, podr¨ªa haberle respondido que si el mercado no sabe hacer un par¨¦ntesis, c¨®mo esperar que sepa hacer la o con un canuto. Al fin y al cabo, el par¨¦ntesis parece la figura m¨¢s sencilla, y las declaraciones de D¨ªaz Ferr¨¢n han puesto la torpeza del mercado en evidencia.
La petici¨®n de D¨ªaz Ferr¨¢n debe tener alg¨²n destinatario. Puede suponerse que se trata del Estado, del que los empresarios, como el resto de los mortales, s¨®lo parecen acordarse cuando truena. Fuera as¨ª o no, el presidente de la CEOE ofreci¨® un rato de solaz a los ciudadanos m¨¢s preocupados por la crisis, puesto que les invit¨® a representarse esta econom¨ªa que no trae m¨¢s que quebraderos de cabeza como un subg¨¦nero destacado de la ciencia-ficci¨®n. Qu¨¦ tranquilizador ser¨ªa un mundo como el que parece proponer D¨ªaz Ferr¨¢n; un mundo en el que los Gobiernos, todos los Gobiernos, dispongan de un interruptor para activar o desactivar el mercado a conveniencia, haciendo par¨¦ntesis de todos los tama?os.
Aunque puestos a so?ar, habr¨ªa que lanzar la imaginaci¨®n en direcci¨®n a las alturas y no conformarse con un simple par¨¦ntesis en la econom¨ªa de mercado. Una m¨ªnima ambici¨®n ante estos tiempos de crisis deber¨ªa animarnos a exigir par¨¦ntesis en todas y cada una de las leyes que penden sobre nuestras cabezas. A empezar por la m¨¢s implacable de todas, la ley de la gravedad.
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