Los mitos del cine van a las urnas
Los ciudadanos estadounidenses se encuentran reflejados en la gran pantalla y, para poder ganar, tanto Obama como McCain deben intentar recuperar aquellas im¨¢genes que mejor conecten con sus mensajes
A pesar de la maniobra del maestro de la manipulaci¨®n de Bush, Karl Rove (ahora dedicado a la campa?a, seguramente anti-Bush, de John McCain), que ha logrado interrumpir el debate sobre los temas importantes con la introducci¨®n de Sarah Palin como n¨²mero estrella, Obama sigue teniendo ventaja en el colegio electoral, y los dem¨®cratas, el partido m¨¢s numeroso, ganar¨¢ casi con toda seguridad en el Senado y en la C¨¢mara.
McCain, el inconformista que resisti¨® las torturas en el Hanoi Hilton, cedi¨® en el ¨²ltimo momento a las presiones de sus responsables de campa?a para que apaciguara a la base fundamentalista y escogi¨® a Palin como compa?era de candidatura. Por desgracia, no hay nada m¨¢s peligroso que un hombre ambicioso y egoc¨¦ntrico que siente que su ¨²ltima oportunidad de obtener el anillo de oro, en este caso la presidencia, se le escapa entre los dedos.
A Hollywood le gusta el hombre o la mujer que, sin experiencia, vence a un Washington corrupto
Los documentales que financi¨® el gobierno son el mayor testimonio visual de nuestra pobreza
Desde luego, muchos grupos de mujeres est¨¢n furiosos con las posturas extremistas de Palin contra el aborto, la educaci¨®n sexual y el uso de anticonceptivos, mientras que otras mujeres se identifican con ella. Pero el verdadero problema moral es el de McCain y la falta de car¨¢cter que ha demostrado al escoger a una persona nada preparada para un puesto en el que estar¨ªa a un paso de ser comandante en jefe. A Sarah Palin no la sometieron a investigaciones previas. No hizo falta. El equipo de Karl Rove al servicio de McCain necesitaba un golpe publicitario que interrumpiera todo debate inteligente y animara a la base fundamentalista a votar. Sea hombre o mujer, ¨¦sa no es manera de escoger a un compa?ero de candidatura.
Deber¨ªamos haber prestado atenci¨®n cuando los republicanos dec¨ªan que John McCain tomaba decisiones locas y precipitadas y era poco fiable, pero no lo hicimos porque McCain estaba peleado con Bush, y nosotros est¨¢bamos en contra de Bush. Deber¨ªamos haber prestado atenci¨®n cuando McCain mencion¨® a Britney Spears y Paris Hilton (con todos mis respetos para ellas) y compar¨® la celebridad de Obama con la suya. Nos re¨ªmos de la astuta respuesta de Paris Hilton, pero deber¨ªamos habernos dado cuenta de que el equipo de McCain ten¨ªa envidia de la fama. Es evidente que McCain llevaba alg¨²n tiempo buscando la forma de contrarrestar el magnetismo de estrella de rock de Obama y que ¨¦se fue el verdadero motivo por el que se le ocurri¨® hablar de Paris Hilton.
Para seguir esta campa?a, conviene fijarse en el cine. En la escena del restaurante de Cuando Harry encontr¨® a Sally en la que Meg Ryan simula un orgasmo para disfrute de Billy Crystal, la mujer de la mesa de al lado pide a la camarera que le sirva "lo mismo que a ella". McCain tambi¨¦n ha sustituido la sustancia por la apariencia. Hillary Clinton es una baza fundamental entre las mujeres, Palin es mujer (?acaso no son intercambiables las mujeres?); Obama es joven, Palin es joven; Obama es de Hawai, ella es de Alaska o alg¨²n otro lugar remoto; Obama tiene una mezcla de razas y, si es necesario, Palin puede referirse a su marido, que es en parte esquimal. Y as¨ª sucesivamente.
No es la primera vez que el poder pol¨ªtico se esconde detr¨¢s de un populismo pop (la mejor pel¨ªcula estadounidense sobre el tema es Un rostro en la multitud, de Elia Kazan). En contraste con nuestras presentadoras televisivas de pl¨¢stico, para las que la belleza se define como la falta de defectos personales, Palin tiene una sonrisa atractiva y la belleza tranquilizadora de la chica de al lado (aunque en el instituto la llamaban Barracuda Sarah). Ley¨® el gui¨®n que le hab¨ªa preparado Karl Rove con un estilo suelto y alegre que enmascaraba algunos de los ataques pol¨ªticos m¨¢s perversos que yo recuerdo (vuelvo a aconsejarles que vean Un rostro en la multitud). En un paso de danza r¨¢pido y magistral, Karl Rove hizo que 1) Palin anunciara el embarazo de su hija Bristol, de 17 a?os, que no est¨¢ casada, 2) advirtiera a los medios y a los dem¨®cratas que no piensa hablar de su familia y 3) pidiera a los medios y a los dem¨®cratas que la "respetaran".
Temporalmente confusos, Biden y Obama, sin saber de d¨®nde ven¨ªa aquel misil extraterrestre, respondieron d¨®cilmente que siempre han respetado a las mujeres. Mientras tanto, los temas de econom¨ªa y pol¨ªtica exterior que ten¨ªan tan preparados se derritieron con m¨¢s rapidez que un huevo frito en el asfalto en pleno agosto. El equipo de Rove necesitaba tiempo para preparar a Palin y, durante unas semanas, se impidi¨® que los medios que no la hab¨ªan "respetado" como era debido pudieran entrevistarla. La f¨¢brica de publicidad negativa de Karl Rove se apresur¨® a presentar a Obama y compa?¨ªa como perros lobos salvajes de Alaska que pretend¨ªan cazar a la dulce Sarah (vean La llamada de la selva, de los a?os treinta, en la que Clark Gable y Loretta Young comparten la cabecera con una manada de perros lobos de Alaska).
Las opiniones extremistas y la falta de experiencia de Palin importan, claro que s¨ª; Estados Unidos es el pa¨ªs industrializado con m¨¢s embarazos de adolescentes solteras, y Alaska es, dentro del pa¨ªs, el Estado que tiene m¨¢s embarazos de ese tipo, m¨¢s violaciones y m¨¢s incestos.
Despu¨¦s de varias semanas de no responder a preguntas de la prensa, Palin concedi¨® su primera entrevista televisada a Charles Gibson, de ABC. Aunque se qued¨® en blanco cuando Gibson le pidi¨® su opini¨®n sobre la doctrina Bush -que ¨¦l tuvo que explicarle-, supo mantener su aplomo. S¨ª, estaba preparada para servir, en caso necesario, como comandante en jefe. Koch, el pintoresco jud¨ªo que fue alcalde dem¨®crata de Nueva York, y que vot¨® por George Jr. en las ¨²ltimas elecciones, gru?¨®: "Qu¨¦ miedo". Va a votar por Obama.
Las dos versiones cinematogr¨¢ficas definitivas de nuestra historia que sirven de referencia en estos momentos son la de Hollywood y la de los grandes documentales rodados durante la administraci¨®n de Roosevelt, en la Gran Depresi¨®n. A Hollywood le gusta el hombre o la mujer de pueblo que, sin ninguna experiencia, vence m¨¢gicamente a un Washington o Nueva York corrupto (El secreto de vivir, Caballero sin espada, Un destino de mujer, Nacida ayer).
Pero el filme que es todo un s¨ªmbolo es el western Solo ante el peligro, con Gary Cooper. Coop dej¨® de lado en alguna ocasi¨®n su tarea de salvar por s¨ª solo nuestro pa¨ªs para intentar salvar Espa?a de los fascistas, pero no existe un equivalente europeo a Solo ante el peligro. La imagen del buen sheriff, solo pero triunfante, andando por la calle principal del pueblo, acompa?ado exclusivamente por la famosa banda sonora y su mujer, Grace Kelly (los habitantes del pueblo son demasiado cobardes para ayudarle en su pelea contra los malos), est¨¢ grabada en la psique estadounidense. A los franceses les gustan las vidas destrozadas de figuras solitarias como la de Jean Paul Belmondo, que puso al d¨ªa el modelo de Jean Gabin en Le jour se l¨¨ve, los irlandeses son patriotas malditos, Don Quijote viv¨ªa a trav¨¦s de su imaginaci¨®n, a Juana de Arco no le fueron muy bien las cosas. Pero Coop, el solitario, siempre triunfa, y ¨¦sa es la mitolog¨ªa que ahora se ha visto desempolvada en la cabeza de McCain -en todas nuestras cabezas- para conseguir votantes.
No obstante, los documentales financiados por el gobierno que se hallan en nuestros archivos siguen siendo el testimonio visual m¨¢s poderoso de la pobreza en nuestro pa¨ªs. Las fotograf¨ªas son extraordinarias; mis conocimientos sobre la Depresi¨®n proceden de ellas. Desde entonces, nuestra naci¨®n no hab¨ªa vuelto a estar tan amenazada como ahora por bancos en quiebra, f¨¢bricas cerradas, desempleo, ejecuciones de deudas, etc¨¦tera. Desde que soy adulta, s¨®lo hemos conocido bolsas de pobreza, y en general nos hemos ocupado de ellas con el lenguaje de la pol¨ªtica de sexos, franjas de edad y etnias, que es un lenguaje que ahora no nos sirve para nada.
La campa?a de Obama se equivoca cuando critica a McCain por su ignorancia inform¨¢tica, que no es lo m¨¢s importante. Y no es que Obama, para conectar con sus votantes, tenga que irse a tomar una cerveza con los trabajadores, aunque eso nunca viene mal. Lo que debe hacer, con esas tropas de base suyas tan magn¨ªficamente organizadas, es acudir a los Estados m¨¢s disputados, mostrar esas fuertes im¨¢genes visuales de la Depresi¨®n a la clase obrera y la clase media y decir: ah¨ª es donde estuvo una vez este pa¨ªs, ah¨ª es donde nunca m¨¢s vamos a volver a permitirnos estar. Necesita que los votantes se apasionen, no por ¨¦l, sino por la agobiante situaci¨®n econ¨®mica en la que se encuentran. Debe hacerles comprender que no es problema de ellos, sino del pa¨ªs. Y en el momento en que la clase trabajadora y la clase media sean conscientes de la indignidad de su circunstancia, entonces se identificar¨¢n con Obama, porque ¨¦l les da permiso para identificarse consigo mismos. Las familias que no tienen trabajo no van a votar teniendo en cuenta el sexo. Y que McCain y Palin se dediquen a la publicidad estilo Hollywood.
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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