Crisis, ciclos e historia
Para una persona con unos cuantos a?os encima y alguna lectura de Historia, la presente crisis tiene algo de mon¨®tono, de repetitivo, de d¨¦j¨¤ vu. Las crisis y los ciclos son, su nombre lo indica, recurrentes: aparecen peri¨®dicamente, cada cierto n¨²mero de a?os.
Hay muchas teor¨ªas de por qu¨¦ la econom¨ªa crece de manera c¨ªclica y no de manera continua; es decir, por qu¨¦, aunque la tendencia sea creciente, se producen altibajos peri¨®dicos.
Yo voy a proponer aqu¨ª una variante de las que se llaman "teor¨ªas psicol¨®gicas del ciclo". Yo afirmo que las fluctuaciones econ¨®micas se deben a que la gente no sabe Historia; se trata de una variante del conocido aforismo de George Santayana, no por manido menos atinado: "Los que no recuerdan el pasado est¨¢n condenados a repetirlo".
Las fluctuaciones econ¨®micas se deben a que la gente no aprende del pasado
La mayor parte de los seres humanos se comporta como si el presente fuera a durar indefinidamente: m¨¢s t¨¦cnicamente, extrapolan el presente hacia el futuro. Las decisiones econ¨®micas se toman como si el futuro fuera a ser una simple continuaci¨®n del presente, lo cual implica pensar que la econom¨ªa va a evolucionar de manera continua y no c¨ªclica. Y esto es, precisamente, lo que causa los ciclos: que no se cree que vayan a tener lugar. En econom¨ªa a menudo las expectativas se cumplen por s¨ª mismas. Pero en otros casos, como en ¨¦ste, se produce el efecto contrario: las expectativas, a la larga, se tornan contra s¨ª mismas. La raz¨®n es sencilla, y la historia est¨¢ llena de ejemplos: si las acciones suben en Bolsa, los ahorradores suponen que las subidas van a continuar, y compran; las compras hacen subir las cotizaciones, por lo que las expectativas se cumplen y aumentan los ahorradores deseosos de comprar. Las cotizaciones siguen subiendo; pero llega un momento en que los dividendos resultan insignificantes ante el precio de las acciones: los ahorradores dejan de comprar y las cotizaciones caen. Los accionistas suponen que van a seguir cayendo, y venden, lo cual hace que, en efecto, sigan cayendo. Ya tenemos aqu¨ª un ciclo econ¨®mico. Este ejemplo simplificad¨ªsimo se puede dar igualmente en el mercado inmobiliario, en el de las materias primas y hasta en el de las flores (es famosa la burbuja de los tulipanes en la Holanda del XVII). El fen¨®meno se viene dando desde tiempo inmemorial; ya en a?os b¨ªblicos, el casto Jos¨¦ interpret¨® el sue?o de las vacas gordas y las vacas flacas del fara¨®n como una premonici¨®n del inminente ciclo econ¨®mico.
Resulta sorprendente, sin embargo, que personas que, si no la Biblia, s¨ª debieran al menos conocer la historia reciente, se sorprendan ante la llegada de una nueva crisis. Cierto es que ¨¦stas cada vez revisten una forma algo diferente de la anterior; pero en esencia el mecanismo es siempre el mismo. Sin embargo, los agentes econ¨®micos, incluso los especialistas, incurren una vez tras otra en la ilusi¨®n de creer que por fin se ha dado con la f¨®rmula m¨¢gica del crecimiento continuo. As¨ª ocurri¨® hace ocho a?os con la crisis de las empresas tecnol¨®gicas (las famosas puntocom), hace 16 con el Sistema Monetario Europeo (que se pens¨® que era algo milagroso que garantizaba la estabilidad de las equivalencias monetarias aunque divergieran los niveles de inflaci¨®n), etc¨¦tera.
Pero la gran pregunta es: ?cu¨¢nto va a durar esta crisis? ?Dice algo la Historia sobre eso? Lo ¨²nico claro es que puede durar 10 a?os, como dur¨® la "crisis del petr¨®leo" de mediados de los setenta a mediados de los ochenta, o la "Gran Depresi¨®n" de los a?os treinta, o la crisis japonesa de los noventa. Cierto es que las m¨¢s recientes que antes cit¨¦ duraron menos, unos dos o tres a?os. Pero esta crisis lleva visos de ser duradera a nivel internacional porque existen graves incertidumbres acerca de los precios relativos de productos tan importantes como el petr¨®leo y los alimentos, porque esta larga d¨¦cada precedente de bajos tipos de inter¨¦s ha estimulado inversiones en sectores cuya viabilidad est¨¢ ahora en entredicho y porque, tras las recientes cat¨¢strofes bols¨ªsticas, llevar¨¢ mucho tiempo reconstruir un sistema internacional de cr¨¦dito, hoy en ruinas.
En contra de las afirmaciones optimistas de algunos pol¨ªticos (cada vez menos), la perspectiva para Espa?a no puede ser halag¨¹e?a, en gran parte porque, incomprensiblemente, el Gobierno del partido socialista no ha sido consecuente con los diagn¨®sticos que sus m¨¢s distinguidos economistas hab¨ªan hecho cuando estaban en la oposici¨®n, afirmando que el crecimiento econ¨®mico basado en la construcci¨®n inmobiliaria estaba abocado tarde o temprano a una crisis como la que hoy padecemos. Y, sin embargo, una vez en el poder, muy poco se hizo para prevenir una crisis l¨²cidamente anunciada: ni frenar el gasto para aumentar el super¨¢vit en tiempos de bonanza, ni reformar las estructuras distributivas para mejorar la competitividad y moderar los precios, ni modernizar los centros de ense?anza superior e investigaci¨®n para librarnos de la dependencia tecnol¨®gica y mejorar la productividad. El casto Jos¨¦ fue m¨¢s previsor.
Si queremos una recomendaci¨®n eficaz para paliar futuras crisis, aqu¨ª va una: estudiar m¨¢s Historia. Tiene mucho que ense?arnos.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Universidad de Alcal¨¢.
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