L¨²cido y gastr¨®nomo
"Un ingeniero mec¨¢nico o un futbolista profesional probablemente tienen un trabajo m¨¢s duro que el m¨ªo. Actuar no te pide mucho m¨¢s que madrugar, salir de casa y hacerlo". As¨ª de claro lo ten¨ªa este gran profesional de la interpretaci¨®n, la direcci¨®n, el automovilismo, las salsas de ensaladas y el matrimonio.
Cerca de 100 pel¨ªculas en su filmograf¨ªa, ocho nominaciones al Oscar de interpretaci¨®n (consigui¨® uno por El color del dinero, el remake de El buscavidas, tambi¨¦n interpretado por Newman, que realiz¨® Martin Scorsese en 1986); director de filmes espl¨¦ndidos como Rachel, Rachel o El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas; en 1979 qued¨® en segundo lugar en las 24 horas de Le Mans con un Porsche 935; la empresa de salsas que fund¨® con A. E. Hotchner en 1982, Newman's Own, ya ha generado, y donado, m¨¢s de 200 millones de d¨®lares para cientos de proyectos solidarios. Probablemente s¨®lo a un actor de su oficio y belleza se le ha consentido que patente y comercialice, entre otras, una secular salsa de aceite y vinagre. Y por lo que se refiere a la constancia en sus relaciones sentimentales -probablemente el aspecto m¨¢s criticado por el resto de las mujeres- baste decir que en el pasado mes de enero celebr¨® el 50? aniversario de su matrimonio con Joanne Woodward. Con 83 y 77 a?os respectivamente, viven en un rancho en Connecticut: "Es mejor que Montana y mi mujer y yo hemos encontrado all¨ª un bonito cementerio". Ni que decir tiene que la referencia a Montana es un gui?o a su amigo Robert Redford que sigue susurrando por all¨ª a los caballos desde 1998.
Este hijo predilecto y dalt¨®nico del Actor's Studio debut¨® en el cine con El c¨¢liz de plata (1954), de Victor Saville. Su l¨²cido sentido com¨²n la defini¨® as¨ª: "Si revisa, y no se lo aconsejo a nadie, El c¨¢liz de plata, me ver¨¢ con la faldita de un traje de c¨®ctel frente a un Ner¨®n con un ostentoso camis¨®n. Pat¨¦tico". Poco despu¨¦s comenz¨® a demostrar su talento con Marcado por el odio, El zurdo, las adaptaciones de obras de Tennessee Williams y esa deslumbrante actuaci¨®n en Harper, investigador privado, que firm¨® Jack Smight en 1966. Un a?o despu¨¦s, en La leyenda del indomable, de Stuart Rosenberg, la pantalla unir¨ªa por primera vez a Newman con la gastronom¨ªa: inolvidable la secuencia en la que se com¨ªa por una apuesta 50 huevos duros.
En su cine, como en la vida, hay un poco de todo: obras espl¨¦ndidas y pel¨ªculas alimenticias, momentos sublimes al lado de vulgaridades, pero de lo que no cabe duda es que le debemos gratitud por habernos proporcionado un gran trozo del cada vez m¨¢s escaso pastel del placer.
Babelia
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