Soberbia seguida de n¨¦mesis

El hombre que se propuso fortalecer un poder nacional sin l¨ªmites lo ha debilitado en sus tres dimensiones.

Ahora que la campa?a emprende a toda velocidad un crescendo hasta las elecciones, merece la pena detenerse a hacer un balance definitivo sobre el 43? presidente de Estados Unidos. Ustedes, ?qu¨¦ dir¨ªan?

Yo resumir¨ªa sus dos mandatos en cuatro palabras: soberbia seguida de n¨¦mesis.

Recuerden la m¨²sica ambiental de hace ocho a?os: la mayor potencia que el mundo ha visto nunca, Roma con esteroides. Un sistema internacional supuestamente unipolar, la adopci¨®n sin reparos del unilateralismo por parte de Washington. Estados Unidos como Prometeo liberado, seg¨²n el comentarista neoconservador Charles Krauthammer. Los banqueros de inversiones de Wall Street dominando el mundo financiero como los generales del Pent¨¢gono dominaban el mundo militar y los profesores de Harvard el del poder blando. Amos del universo. La personificaci¨®n de aquel momento de orgullo desmedido: George Walker Bush.

Recuerden la m¨²sica de hace ocho a?os: la mayor potencia que el mundo ha visto nunca, Roma con esteroides

Bush parec¨ªa no saber lo que significaba multilateral, pero esta semana, en la ONU, utiliz¨® el t¨¦rmino 10 veces

Y ahora, la n¨¦mesis. La iron¨ªa de los a?os de Bush es que un hombre que lleg¨® al cargo decidido a celebrar y fortalecer el poder nacional soberano e ilimitado ha presidido el debilitamiento de ese poder en las tres dimensiones: militar, econ¨®mica y de poder blando. "No estoy convencido de que estemos ganando la guerra en Afganist¨¢n", dijo el almirante Mike Mullen, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor ante un comit¨¦ del Congreso a principios de este mes. Muchos de los que est¨¢n sobre el terreno dir¨ªan que eso es un eufemismo. La inmensa y culpable distracci¨®n de Irak, la guerra decidida por Bush, deja a Estados Unidos -y, con ¨¦l, el resto de Occidente- al borde de perder la guerra que era necesaria. Aqu¨ª, en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, est¨¢n reapareciendo los enemigos yihadistas que atentaron contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Con su mal uso del poder militar estadounidense, Bush lo ha debilitado.

Desde el punto de vista econ¨®mico, la presidencia de Bush termina con una crisis financiera como no se ve¨ªa desde hac¨ªa 70 a?os. Los orgullosos conservadores partidarios de la desregulaci¨®n (entre ellos, desde hace mucho, John McCain) est¨¢n llevando a cabo en estos momentos una nacionalizaci¨®n parcial de la econom¨ªa estadounidense que provocar¨ªa el sonrojo incluso a un socialista franc¨¦s. Un rescate efectuado por el Gobierno que ascender¨¢ a un total pr¨®ximo al bill¨®n de d¨®lares, m¨¢s el coste acumulado de la guerra de Irak, impulsar¨¢ la deuda nacional por encima de los 11 billones de d¨®lares. Los buques insignia de Wall Street quiebran o tienen que ser rescatados, con ayuda del Gobierno o con dinero extranjero. Los ciudadanos corrientes, en su mayor¨ªa, se sienten m¨¢s pobres y menos seguros.

El declive del poder blando -la capacidad de atracci¨®n- tambi¨¦n ha sido dr¨¢stico. El sondeo realizado por Pew con el nombre de Pew Global Attitudes Survey registra un descenso espectacular en todo el mundo de las opiniones favorables sobre Estados Unidos desde 2001. El mapa tiene altibajos, por supuesto, pero la antipat¨ªa va m¨¢s all¨¢ de las pol¨ªticas del Gobierno de Bush e incluye cosas como "la forma norteamericana de hacer negocios" y "las ideas de Estados Unidos sobre la democracia". Irak ha sido una pieza fundamental en esta ca¨ªda de la credibilidad y el atractivo de EE UU. Cuando George Bush denuncia a Rusia por invadir un pa¨ªs soberano (Georgia), como volvi¨® a hacerlo el martes en la ONU, en todo el mundo se oye un grito de "farsante". Ahora, el capitalismo de libre mercado de estilo estadounidense ha recibido un nuevo golpe, y algunos modelos alternativos parecen atraer m¨¢s.

El fin de semana pasado, cinco ex secretarios de Estado norteamericanos, dos dem¨®cratas y tres republicanos, se reunieron para discutir el futuro de la pol¨ªtica exterior estadounidense en un debate televisado por CNN. Al preguntarles Christiane Amanpour cu¨¢l cre¨ªan que deber¨ªa ser la principal preocupaci¨®n del nuevo presidente, Colin Powell respondi¨®: "Restablecer un sentimiento de confianza en los Estados Unidos de Am¨¦rica". Madeleine Albright a?adi¨® que el mundo de 2009 estar¨¢ lleno de problemas "que s¨®lo podr¨¢n resolverse en colaboraci¨®n con otros pa¨ªses". Y todos, republicanos y dem¨®cratas, proclamaron que "hay que cerrar Guant¨¢namo".

Ahora, hasta George Bush parece estar de acuerdo con esta cr¨ªtica de George Bush; y no me refiero s¨®lo a las especulaciones de que el padre, en privado, desaprueba lo que hace el hijo. Hace ocho a?os, el presidente Bush hijo parec¨ªa no saber casi lo que significaba la palabra multilateral; esta semana, durante su discurso de despedida ante la ONU, utiliz¨® la palabra multilateral 10 veces.

Desde luego, no todo el caos actual puede achacarse a Bush. ?l no es responsable del hist¨®rico ascenso de China, ni del odio de los terroristas yihadistas hacia Occidente. Pero muchas cosas s¨ª son culpa suya. En la Biblioteca Truman de Independence, Misuri, se puede ver todav¨ªa el letrero en cristal pintado que el presidente Harry Truman ten¨ªa sobre su mesa del Despacho Oval: "The buck stops here" ("La responsabilidad es m¨ªa"). (En la parte posterior dice: "Soy de Misuri"). La responsabilidad es m¨ªa. El contraste entre el presidente de Misuri y el presidente de Tejas es penoso. Buen juicio, prudencia, visi¨®n, honradez, todas las cualidades que el 33? presidente pose¨ªa de forma tan clara, mientras Estados Unidos reconstru¨ªa el mundo despu¨¦s de 1945, han estado marcadamente ausentes del n¨²mero 43.

Irak, la mayor metedura de pata estrat¨¦gica de Estados Unidos en 30 a?os, es culpa de Bush. La responsabilidad es suya. Y cuanto m¨¢s sabemos del asunto, m¨¢s patente resulta que se llev¨® a cabo con una mezcla de enga?o y mentiras. El periodista Ron Suskind acaba de publicar un nuevo libro en el que relata c¨®mo, en v¨ªsperas de la guerra, los servicios brit¨¢nicos de inteligencia obtuvieron acceso exclusivo al responsable de los servicios secretos de Sadam Husein, Tahir Jalil Habbush. ?ste les dijo lo que, despu¨¦s, result¨® ser verdad: que Sadam hab¨ªa abandonado su programa de armas de destrucci¨®n masiva pero no quer¨ªa reconocerlo, porque estaba obsesionado con mantener a sus enemigos regionales, como Ir¨¢n, en un estado de miedo e incertidumbre. Esa versi¨®n la corroboraba tambi¨¦n el ministro iraqu¨ª de Exteriores, al que hab¨ªan tenido acceso los servicios de inteligencia franceses. La Casa Blanca de Bush y Cheney ignor¨® ambos informes y prefiri¨® los suministrados -y, seg¨²n se supo luego, inventados- por una fuente de los servicios secretos alemanes cuyo nombre en clave era Bola con efecto. Con efecto, desde luego.

Algunas de las cosas que cuenta Suskind se han puesto en tela de juicio, pero la historia fundamental no permite dudas. La Casa Blanca de Bush y Cheney comenz¨® deliberadamente una guerra sobre una base fraudulenta, suprimiendo y distorsionando pruebas muy importantes en contra. No importaban los hechos. Como le dijo a Suskind un alto miembro de la Administraci¨®n: "Somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad". Pocas veces se ha expresado mejor el orgullo desmedido.

Algo similar ocurri¨® en Wall Street con la vertiginosa falta de realidad de una banca de inversiones hiperdotada de fondos ajenos durante el ¨²ltimo decenio. El lema de los financieros tambi¨¦n habr¨ªa podido ser Creamos nuestra propia realidad. Una vez m¨¢s, la n¨¦mesis sucede a la soberbia como la noche al d¨ªa. La Casa Blanca no fue directamente responsable de lo que ahora se considera una incre¨ªble irresponsabilidad financiera, pero s¨ª lo fue de no haber supervisado y regulado su actuaci¨®n, algo que incluso el propio John McCain reconoce ahora, al menos de forma impl¨ªcita. La responsabilidad fue suya.

En cuanto al declive del poder blando estadounidense, eso s¨ª es algo de lo que George Bush tiene directamente la culpa. Su arrogancia, su unilateralismo, su falta de sensibilidad, todo el tiempo que ha pasado negando la necesidad de actuar urgentemente respecto al cambio clim¨¢tico, son factores que han contribuido a hundir la credibilidad de Estados Unidos en el mundo. Con otro presidente habr¨ªa sido distinto.

Hace a?os que vemos a los que odian a Estados Unidos quemar y maltratar efigies del presidente Bush. La verdad es que los antiamericanos deber¨ªan levantarle estatuas doradas. Porque nadie ha ayudado m¨¢s a la causa del antiamericanismo que George Walker Bush. Somos los que queremos y admiramos a Estados Unidos quienes, en realidad, deber¨ªamos quemar su efigie. Pero ahora, por fin, podemos confiar en un Estados Unidos mejor. -

www.timothygartonash.com Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia