La primera vida
1. As¨ª surgieron los animales
?C¨®mo era la Tierra cuando brot¨® la vida? ?Y qu¨¦ apariencia ten¨ªan los primeros organismos? Este verano se ha vuelto a avivar el debate con nuevos descubrimientos en Australia. Emprendemos un viaje fascinante, miles de millones de a?os hacia atr¨¢s, a un planeta inh¨®spito, sin ox¨ªgeno, donde reinaban las bacterias.
Dave Deamer tiene una obsesi¨®n: averiguar c¨®mo surgi¨® la vida en la Tierra. Cada ma?ana, mientras conduce hasta su laboratorio en la Universidad de California en Santa Cruz, tiene la oportunidad de contemplar las aguas del Pac¨ªfico que lamen la bah¨ªa de Monterrey. Aqu¨ª, a menos de dos kil¨®metros de la costa, la plataforma continental se hunde formando un ca?¨®n submarino de m¨¢s de 3.000 metros de profundidad, y desde all¨ª, las aguas fr¨ªas traen nutrientes y vida a la superficie. El oc¨¦ano que contempla Deamer cada d¨ªa est¨¢ lleno de aves y mam¨ªferos marinos, y ¨¦l suele preguntarse qu¨¦ ocurri¨® antes, cuando en el planeta no hab¨ªa casi nada. "Si viaj¨¢ramos en el tiempo unos 4.000 millones de a?os, a la Tierra prebi¨®tica, y mir¨¢semos el mar desde una costa rocosa, podr¨ªamos ver en la distancia algunas masas de tierra emergiendo de las aguas, algunas de las cuales son volcanes activos.
Llevamos un traje espacial protector con aire acondicionado y suministro de ox¨ªgeno. Chequeamos nuestro term¨®metro. Afuera hace mucho calor, 70 grados cent¨ªgrados. Las rocas bajo nuestros pies est¨¢n hechas de lava oscura y la ceniza volc¨¢nica rellena las grietas. Cerca hierven los g¨¦iseres. El agua del mar tiene un tinte verdoso por culpa de todo el hierro disuelto, y est¨¢ algo salada. Podemos ver los dep¨®sitos blanquecinos de sal encima de esas rocas de lava, que nos dicen d¨®nde se han evaporado los charcos. Llueve pesadamente, y a pocos metros de la costa se forman estanques, alimentados por riachuelos que bajan por la pendiente y que luego se secan. Nos quitamos la m¨¢scara para oler este aire, pero tenemos que coloc¨¢rnosla de inmediato, pues resulta una mezcla venenosa de di¨®xido de carbono y nitr¨®geno, di¨®xido de azufre y ¨¢cido sulf¨ªdrico desprendido por los volcanes".
Deamer adelanta esta descripci¨®n en exclusiva a El Pa¨ªs Semanal del libro que prepara sobre el origen de la vida, que ver¨¢ la luz a finales de 2009. "De repente, el paisaje resplandece durante varios segundos, m¨¢s brillante que la luz del Sol, y vemos una estela cegadora que cruza el cielo y desciende al mar por encima del horizonte, y un flas de luz a¨²n m¨¢s cegador. Un minuto m¨¢s tarde, o¨ªmos un rugido que rasga el cielo, seguido de una onda de presi¨®n que casi nos hace doblar las rodillas. Un peque?o asteroide de unos cien metros de tama?o ha penetrado en la atm¨®sfera a unos veinte kil¨®metros por segundo y ha chocado contra el oc¨¦ano a algunas millas de distancia de donde nos encontramos. Vemos una l¨ªnea oscura en el horizonte movi¨¦ndose hacia nosotros. El maremoto nos va a alcanzar, y decidimos pulsar el bot¨®n para movernos 4.000 millones de a?os en el futuro".
Acontecimientos as¨ª eran lo com¨²n en un mundo venenoso y violento. Y, sin embargo, quiz¨¢ 200 millones de a?os despu¨¦s del viaje imaginario de Deamer, apareci¨® aqu¨ª la vida, posiblemente en esos charcos de agua que se secan por el calor y que se encharcan con cada marea.
I. Los pasos iniciales
Este viaje al pasado est¨¢ escondido en realidad en el interior de nuestras c¨¦lulas, en unas f¨¢bricas min¨²sculas llamadas ribosomas, donde ocurre el milagro de la creaci¨®n de las prote¨ªnas. Deamer es qu¨ªmico, en concreto, ingeniero biomolecular, y sabe que en la Tierra no existen seres vivos capaces de vivir sin prote¨ªnas. Las instrucciones para su fabricaci¨®n est¨¢n escritas en el ADN. Sin embargo, para que los genes se traduzcan a prote¨ªnas, las c¨¦lulas escupen de sus n¨²cleos un papel carb¨®n, una copia hecha de ARN, o ¨¢cido ribonucleico, con el mensaje. La ciencia ha descubierto que en los ribosomas existe un tipo de ARN llamado ribozima que no se limita a ser un simple recadero, sino que adem¨¢s provoca reacciones qu¨ªmicas. Eso ha hecho de los ribozimas los candidatos perfectos para ser considerados los primeros tenores de la vida. "Para m¨ª, es la evidencia m¨¢s convincente de que la vida estuvo basada primero en el ARN, para despu¨¦s dejar paso a las formas de vida con ADN y prote¨ªnas", asegura Deamer.
En cierto sentido, la vida es conservadora, como algunos novelistas que golpean sus m¨¢quinas Corona, y que trabajan con una copia en papel carb¨®n de su obra. En esos furiosos mares golpeados por asteroides y erupciones volc¨¢nicas, Deamer piensa que las mol¨¦culas de ARN encontraron una forma de ensamblarse, de protegerse con una membrana y de catalizar reacciones qu¨ªmicas. Es el mundo primitivo del ARN, el primer paso, muy dif¨ªcil de imaginar para el ciudadano corriente, que no est¨¢ acostumbrado a pensar en mol¨¦culas con vida propia. Hoy en d¨ªa no tenemos nada parecido a aquellos supuestos organismos libres capaces de subsistir s¨®lo a base de ARN. ?Qu¨¦ podemos saber sobre ellos? "Lo ¨²nico que podemos hacer son simulaciones en nuestros laboratorios, para ver c¨®mo las mol¨¦culas org¨¢nicas se sintetizan, y se ensamblan entre ellas para formar estructuras llamadas protoc¨¦lulas", asegura Deamer. "No est¨¢n vivas, pero claramente son un paso evolutivo en el camino hacia la vida".
Crear vida... en el laboratorio. Deamer no representa el estereotipo de cient¨ªfico detr¨¢s del Moderno Prometeo descrito por Mary Shelley en Frankenstein, y, de hecho, investigadores como ¨¦l aborrecer¨ªan cualquier comparaci¨®n que les coloque ante el p¨²blico como seres humanos que "juegan a ser Dios".
II. Mundo de microbios
Hay controversia sobre las pistas dejadas por las primeras bacterias que surgieron sobre la Tierra. Estas pistas est¨¢n en forma de carbono ligero impreso en las rocas; el is¨®topo 12 de este elemento, que es el preferido por la vida para construir las estructuras, en contraposici¨®n al carbono 13, m¨¢s pesado.
La ¨²ltima noticia procede de Australia. Las colinas de Jack Hills forman un polvoriento paisaje rojizo de rocas metamorfoseadas extraordinariamente antiguas, de hace al menos 3.000 millones de a?os, en los l¨ªmites de las enormes granjas australianas de ovejas. Si usted quiere tocar el material m¨¢s antiguo que pueda encontrarse hoy sobre la Tierra-expul?sado por los volcanes primitivos y enfriado hasta convertirse en roca-, tiene que viajar hasta all¨ª. Necesitar¨¢ un microscopio, mucha paciencia, y examinar centenares de kilos de rocas para tener suerte y encontrar apenas una veintena de diminutos cristales que no son mayores que el punto que finaliza esta frase. Se trata de circornio, un mineral que surge cuando el magma se enfr¨ªa. Algunos de estos fragmentos son incre¨ªblemente antiguos, de unos 4.400 millones de a?os, tan s¨®lo cien millones despu¨¦s del nacimiento de la propia Tierra, y funcionan como c¨¢psulas del tiempo. El investigador Alexander Nemchin, de la Universidad Curtin de Tecnolog¨ªa (Australia), ha encontrado diamantes dentro de estos fragmentos. Son las joyas m¨¢s viejas, pues tienen 4.200 millones de a?os. Y est¨¢n hechas de carbono 12. Las conclusiones de Nemchin fueron aireadas por la revista Nature como una de las claves m¨¢s tempranas sobre la vida, sugiriendo retrasar en el tiempo su aparici¨®n. ?Quiere decir que la vida surgi¨® poco despu¨¦s de formarse la Tierra? "Es posible, pero debemos ser prudentes", responde Nemchin por correo electr¨®nico.
El ge¨®logo Minik T. Rosing, de la Universidad de Copenhague, lleva d¨¦cadas viajando a uno de los lugares m¨¢s bellos e inh¨®spitos del planeta, en Isua, en el extremo suroccidental de Groenlandia, a unos 150 kil¨®metros de la costa. All¨ª no hay mapas y el acceso es con helic¨®ptero. Durante el verano, las rocas que han embrujado a Rosing forman parte de un paisaje gris, negro y verdoso, casi lunar, entre los lagos de deshielo. "Es un lugar fant¨¢stico para trabajar", asegura Rosing en conversaci¨®n telef¨®nica. "Es tranquilo, no hay gente alrededor que te moleste", aunque a veces uno tenga que refugiarse en la tienda de tormentas de nieve que duran 10 d¨ªas. En algunos lugares, estas rocas tan peculiares se han mantenido pr¨¢cticamente con escasas alteraciones desde que surgieron desde el fondo de un oc¨¦ano primitivo, vomitadas por un vulcanismo submarino similar al que se observa en la vecina Islandia. "Y de golpe, puedes echar una mirada atr¨¢s en el tiempo, de hace casi 4.000 millones de a?os", describe fascinado este experto. "Estas rocas han experimentado una cuarta parte de la edad conocida del universo".
En los interludios que dejaban los volcanes, los sedimentos de arcilla que forman parte de rocas como las de Isua se depositaron muy lentamente en el suelo oce¨¢nico, quiz¨¢ un cent¨ªmetro cada 10.000 a?os, y esta lentitud arrastr¨® los cad¨¢veres de muchos seres vivos. El carbono que conten¨ªan sus cuerpos es lo que tizna la roca, de 3.800 millones de a?os. "Pertenec¨ªa a las bacterias que viv¨ªan en el agua y que, cuando murieron, cayeron al fondo oce¨¢nico", dice Rosing. "Mi sentimiento visceral es que la vida empez¨® en la Tierra tan pronto como se formaron los oc¨¦anos".
El f¨ªsico brit¨¢nico Paul Davies, director del Centro Beyond para Conceptos Fundamentales en Ciencia de la Universidad Estatal de Arizona (EE UU), describe c¨®mo ser¨ªa el mundo cuando surgieron las rocas de Isua: "No hab¨ªa ox¨ªgeno en la atm¨®sfera, y s¨ª un bombardeo constante de meteoritos. La vida, de existir, estaba restringida a los microbios. Y no hab¨ªa ozono, por lo que el planeta estaba ba?ado por una mort¨ªfera radiaci¨®n ultravioleta, as¨ª que no era un lugar agradable". Davies, un prol¨ªfico divulgador entre cuyos libros se cuenta uno sobre el origen de la vida no publicado a¨²n en Espa?a, The Fith Miracle (El Quinto Milagro), cree que las pruebas m¨¢s claras se encuentran en la desolada regi¨®n de Pilbara, en Australia occidental, 40 kil¨®metros al oeste del peque?o pueblo de Marble Bar, que ostenta el r¨¦cord de la ola de calor m¨¢s larga. Entre 1923 y 1924, la temperatura no baj¨® de 38 grados y se mantuvo durante 170 d¨ªas consecutivos.
En Pilbara se extrae oro... y f¨®siles ¨²nicos. Hay impresiones en las rocas que parecen formas segmentadas de bacterias que son bastante parecidas a las algas verde-azuladas o cianof¨ªceas (se las denomina algas, pero en ?realidad son bacterias fotosint¨¦ticas productoras de ox¨ªgeno). Hace 16 a?os, el microbi¨®logo William Schopf asombr¨® al mundo al asegurar que estas manchas, realmente peque?as -de un tama?o, en algunos casos, de entre s¨®lo 10 y 20 millon¨¦simas de metro-, fueron dejadas por cianobacterias que vivieron en el sedimento de un antiguo lago o un oc¨¦ano, retrasando el momento de la fotos¨ªntesis hasta los 3.500 millones de a?os. Las conclusiones de Schopf han recibido duros ataques.
En Pilbara se han encontrado adem¨¢s estromatolitos f¨®siles. Se trata de capas de rocas con abultamientos que recuerdan a las carcasas de cart¨®n que protegen los huevos en los supermercados. Australia es tambi¨¦n el para¨ªso de los estromatolitos vivientes. En la laguna de Hamel¨ªn, en la bah¨ªa de Tibur¨®n, las cianobacterias son capaces de segregar cal, formando columnas y piedras en forma de huevos aplastados que emergen de las aguas superficiales. Si los f¨®siles de Pilbara son realmente estromatolitos y tienen un origen biol¨®gico, estos huevos p¨¦treos, que no ser¨ªan otra cosa que los cad¨¢veres calcificados de estos microorganismos, pudieron convulsionar el planeta de una forma m¨¢s catastr¨®fica incluso que los tremendos impactos de los meteoritos.
Esta cat¨¢strofe se llama ox¨ªgeno. La fecha: hace 2.000 millones de a?os. El planeta cogi¨® aire, y entonces se hizo venenoso para la vida que hab¨ªa florecido en su ausencia. Hay quien ha comparado el fen¨®meno con la peor extinci¨®n imaginable, en la que los microorganismos murieron masivamente y unos pocos se adaptaron. Las minas de hierro que est¨¢n repartidas por todo el mundo tambi¨¦n son un recordatorio de lo corrosivo que resulta este gas. "El ox¨ªgeno liberado por estos microorganismos podr¨ªa haber inducido la formaci¨®n de rocas con bandas de hierro, que est¨¢n confinadas al periodo m¨¢s temprano de la historia de la Tierra", indica Nicolas Dauphas, geoqu¨ªmico de la Universidad de Chicago.
Pero, adem¨¢s, hay una historia fascinante que liga el hierro a la vida. En R¨ªo Tinto, en Huelva, el microbi¨®logo Ricardo Amils y su equipo han encontrado estructuras parecidas a estromatolitos, s¨®lo que en vez de estar hechos de carbonato de calcio, "son de ¨®xido de hierro", indica este experto. El r¨ªo est¨¢ colonizado, entre otros seres, por microorganismos capaces de extraer la energ¨ªa de la pirita que se encuentra en grandes cantidades en la faja pir¨ªtica ib¨¦rica, oxidando este hierro y proporcionando la caracter¨ªstica coloraci¨®n de sangre de esta asombrosa corriente de aguas tan ¨¢cidas. Quiz¨¢ hace 3.500 millones de a?os hubiera tambi¨¦n microorganismos capaces de subsistir en el subsuelo de esta manera, protegidas por la radiaci¨®n, en un mundo oscuro y sin ozono y apenas ox¨ªgeno.
III. Llegan los animales
La instant¨¢nea que ofrece la Tierra durante la mayor parte de su historia es la de "un mundo infestado de bacterias y microbios", seg¨²n Mark McMenamin, profesor de geolog¨ªa del Mount Holyoke College en Massachusetts. "El aspecto m¨¢s interesante de las formas complejas de vida es que llev¨® mucho tiempo. Sabemos que, incluso antes de los 3.000 millones de a?os, ya hab¨ªa bacterias en nuestro planeta". La vida compleja no aparecer¨ªa hasta transcurridos unos 2.000 millones de a?os. Por entonces, aparecen las primeras c¨¦lulas con n¨²cleo: es una diferencia sustancial, puesto que el n¨²cleo es una caja fuerte que protege el ADN. Para McMenamin, el origen de estas c¨¦lulas complejas podr¨ªa haberse producido gracias a una asociaci¨®n simbi¨®tica entre bacterias en la que una engulle a la otra. Esta fusi¨®n de organismos podr¨ªa haber servido en bandeja la habilidad para respirar ox¨ªgeno sin oxidarse.
En las colinas de Ediacara, al norte de Adelaida (Australia), las impresiones que los cuerpos blandos de los primeros animales dejaron en la arenisca o cuarcita hace unos 600 millones de a?os son de una notable belleza; hay formas que recuerdan a las medusas actuales, a plumas de mar o a los anillos de crecimiento de un ¨¢rbol. Los primeros f¨®siles fueron descubiertos en 1946 por el ge¨®logo australiano Reg Sprigg, ya fallecido. Sin embargo, la fauna de Ediacara est¨¢ comenzando a aparecer en otros lugares del mundo, como es el caso de la formaci¨®n Doushantuo, al sur de China.
?C¨®mo fueron los primeros animales? McMenamin ostenta el honor de haber descubierto el f¨®sil m¨¢s antiguo que se conoce en M¨¦xico, cifrado en unos 700 millones de a?os. ?ste es su retrato robot: "Creo que no eran microsc¨®picos, sino criaturas grandes, quiz¨¢ de hasta 10 cent¨ªmetros, con una organizaci¨®n sencilla y gran movilidad; una vez que aparecieron, se diversificaron r¨¢pidamente". Este experto apunta a un tipo de gusanos marinos llamados tomopteridos, que hoy en d¨ªa pueden verse en pr¨¢cticamente todos los oc¨¦anos del mundo. Los tomopteridos tienen extensiones de su cuerpo similares a patas y nadan con agilidad. Estos animales quiz¨¢ sean un reflejo de los primeros que surgieron y, aunque McMenamin admite que resulta muy especulativo, a partir de estos gusanos primitivos se desarrollaron otras formas posteriores, como las esponjas y los tunicados.
El paleont¨®logo Andrew Knoll, de la Universidad de Harvard, apunta que los f¨®siles m¨¢s antiguos que se conocen de animales consisten en realidad en huevos diminutos, embriones como los hallados en China, y quistes durmientes. "Se parecen a los huevos de los falsos caballitos de mar que los ni?os compran en el mercado y luego hacen germinar en un vaso de agua", explica. Estos quistes f¨®siles tiene una antig¨¹edad de 630 millones de a?os y, aunque poco pueden decirnos sobre en qu¨¦ se convirtieron, ofrecen una ventana para comprender el mundo en el que vivieron, seg¨²n Knoll. "Nos est¨¢n contando algo muy importante, y es que los primeros animales experimentaban ciclos de vida en los que hab¨ªa estados durmientes". Los primeros animales vivieron probablemente en aguas con muy poco ox¨ªgeno, sobre todo a partir de una cierta profundidad, y recurrieron a estos "ciclos de hibernaci¨®n". A medida que las aguas empezaron a oxigenarse m¨¢s y m¨¢s -gracias a que la atm¨®sfera tambi¨¦n se enriquec¨ªa progresivamente-, es cuando "encontramos f¨®siles de animales m¨¢s grandes que requer¨ªan de ox¨ªgeno para sostener su biolog¨ªa", dice Knoll. El cambio pudo ocurrir entre 560 y 555 millones de a?os, el momento en que surgen animales de simetr¨ªa m¨¢s complicada que las esponjas o los corales. "El ox¨ªgeno actu¨® como portero de la evoluci¨®n".
El proceso de los primeros pasos de la vida sigue siendo un misterio. Sin embargo, existe un cambio creciente de opini¨®n entre los expertos acerca de d¨®nde comenz¨®. Nadie duda de que el agua l¨ªquida result¨® esencial y que la vida se desarroll¨® en los oc¨¦anos primitivos. Pero la g¨¦nesis podr¨ªa haber ocurrido en las propias rocas de la corteza superficial. Dice McMenamin: "Soy un ferviente creyente de que fue ah¨ª donde comenz¨® todo".
2. Y as¨ª terminar¨¢n
No deja de ser parad¨®jico, en una ¨¦poca donde cient¨ªficos y pol¨ªticos claman por disminuir las emisiones de di¨®xido de carbono, que el destino ¨²ltimo de la especie humana, y el de toda la vida sobre la Tierra, est¨¦ irremediablemente ligado a procurar que sus concentraciones en la atm¨®sfera no disminuyan hasta niveles mortales: ¨¦ste es el panorama que dibuja el paleont¨®logo Peter Ward, de la Universidad de Washington. La fecha, unos 500 o 1.000 millones de a?os en el futuro. "Todo el mundo se preocupa por lo que ocurrir¨¢ con el Sol, pero tendremos un problema bastante gordo con la p¨¦rdida de di¨®xido de carbono. La gente est¨¢ ahora preocupada con el calentamiento global, pero a largo plazo, habr¨¢ cada vez menos CO2, hasta el punto de que las plantas ya no podr¨¢n realizar la fotos¨ªntesis; el efecto ser¨¢ terrible sobre los animales".
Ward es, junto con su colega y astr¨®nomo Donald Brownlee, autor del libro Life and Death of the Earth (Vida y muerte del planeta Tierra, Time Books), en el que narra una historia poco conocida aunque certera. La Tierra es hoy un planeta que hierve de vida, pero esa misma vida es la que est¨¢ absorbiendo enormes cantidades de di¨®xido de carbono para convertirlas en caliza. Y aunque hay un ciclo que devuelve carbono a la atm¨®sfera, que corre a cargo de los oc¨¦anos, lo cierto es que s¨®lo lo hace en una peque?a parte; lo que queda en los continentes y en las rocas, pr¨¢cticamente, nunca regresa. Los continentes est¨¢n creciendo y la atm¨®sfera est¨¢ perdiendo CO2 con la ¨®ptica del largo plazo desde que la vida animal y las plantas se instalaron en el planeta.
Ward sugiere que echemos un vistazo a la costa sur espa?ola, a todo el arte basado en el trabajo de la piedra, a los magn¨ªficos edificios, pero con ojos de paleont¨®logo: los antiguos corales, con el tiempo, se han convertido en m¨¢rmol. Y todas esas magn¨ªficas calizas significan que el carbono que una vez estuvo en la atm¨®sfera ha quedado secuestrado en la roca para siempre. De hecho, durante los ¨²ltimos 500 millones de a?os, las rocas y los continentes no han parado de crecer a costa del di¨®xido de carbono del aire. La vida tiene toda la culpa. As¨ª que, en otro tanto, ya no quedar¨¢ suficiente. Las plantas morir¨¢n, y ser¨¢ el principio del fin de todo. Incluso antes de que empiece el lento declinar de nuestro sol.
"Todo el mundo est¨¢ preocupado por las cantidades de CO2 a corto plazo, pero a la larga, no van a bastar", dice Ward. La concentraci¨®n actual de este gas es de 380 ppm (part¨ªculas por mill¨®n), a la que han contribuido las emisiones del hombre en los ¨²ltimos cien a?os. Lo cierto es que en ¨¦pocas pasadas hab¨ªa m¨¢s CO2. Poco despu¨¦s de la desaparici¨®n de los dinosaurios estaba en cantidades cinco veces mayores. Si cogi¨¦ramos la m¨¢quina del tiempo de H. G. Wells y program¨¢semos su reloj unos 500 millones de a?os o quiz¨¢ unos 1.000 millones de a?os en el futuro, comprobar¨ªamos que el gasto de CO2 por parte de la vida ha logrado que ¨¦ste decaiga hasta 10 part¨ªculas por mill¨®n, un nivel por debajo del cual las plantas ya no podr¨¢n usar la luz para extraer energ¨ªa. "Todas morir¨¢n", sentencia este experto.
Ward no est¨¢ solo en sus predicciones. Ge¨®logos planetarios de gran prestigio, como David Catling, de la Universidad de Washington en Seattle, o James Kasting, de la Universidad de Pensilvania, ya esbozan futuras extinciones en la Tierra ligadas al CO2. "Pasados unos 20 millones de a?os desde la muerte de las plantas, el ox¨ªgeno disminuir¨¢ en la atm¨®sfera hasta un punto en que los animales ya no podr¨¢n sobrevivir", nos dice Ward.
As¨ª que, parad¨®jicamente, los seres humanos que existan por entonces tendr¨ªan que dedicarse a calentar calizas para hacer que el CO2 vital vuelva a la atm¨®sfera. Los ¨²ltimos representantes de la vida de nuestro planeta en aguantar ser¨¢n las bacterias, precisamente las primeras en aparecer hace quiz¨¢ 3.800 millones de a?os.
?Y el Sol? Mucho se ha hablado de su destino, en t¨¦rminos de "cuando el Sol devore a la Tierra...". Nuestra estrella tiene una edad de 4.000 millones de a?os, y en todo ese tiempo, ha incrementado su aporte de energ¨ªa en un 33%. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ en ese futuro lejano? "En unos mil millones de a?os va a ser entre un 10% y un 15% m¨¢s caliente", dice Ward. Los c¨¢lculos de Kasting sugieren que los oc¨¦anos se evaporar¨¢n por entonces. La astr¨®noma Lee Anne Willson, de la Universidad Estatal de Iowa, cree que la p¨¦rdida de agua se desencadenar¨¢ mucho antes de que el Sol se transforme en una gigantesca bola roja, aunque tendr¨ªan que transcurrir a¨²n otros mil millones de a?os. La ingente cantidad de vapor de agua desprendida arrancada a unos l¨¢nguidos oc¨¦anos crear¨¢ un super-efecto invernadero que acrecentar¨¢ a¨²n m¨¢s las temperaturas, hasta el punto de que los mares hervir¨¢n. Quiz¨¢ este calor libere CO2 a la atm¨®sfera, pero las plantas ser¨¢n historia. La Tierra se parecer¨ªa m¨¢s a lo que hoy es Venus. La vida lo tendr¨ªa francamente dif¨ªcil mucho antes del enrojecimiento del Sol.
Pero no desaparecer¨ªa. Los microbios ser¨¢n de nuevo due?os del planeta; en realidad, seg¨²n un punto de vista ampliamente aceptado por los bi¨®logos, las bacterias ya son las reinas actuales de la Tierra, en cuanto a n¨²mero de especies y cantidad. Estos ¨²ltimos embajadores de la vida terrestre vivir¨¢n en un mundo mucho m¨¢s caliente y con enormes dep¨®sitos de sal de un agua que se esfum¨®.
Claro que Rees cree que para entonces ya no habr¨¢ seres humanos: incluso dentro de dos mil millones de a?os. "Es un tiempo demasiado largo. Si observas la evoluci¨®n, una especie dura s¨®lo unos cuantos millones de a?os. No habr¨¢ personas. Ninguna especie dura mil millones de a?os". Rees piensa que los seres humanos habr¨¢n evolucionado mucho antes del enrojecimiento del Sol, y eventualmente abandonado la Tierra para colonizar otros mundos, quiz¨¢ bajo un nuevo aspecto.
"En 5.000 millones de a?os, el Sol estar¨¢ produciendo el doble de energ¨ªa que en la actualidad", nos dice por correo electr¨®nico Lee Anne Willson. "Se hinchar¨¢ de forma relativamente r¨¢pida, en s¨®lo 10 millones de a?os, hasta transformarse en una gigantesca bola roja, aunque su temperatura superficial ser¨¢ s¨®lo la mitad de la de ahora". Es una paradoja que un sol superficialmente m¨¢s fr¨ªo produzca m¨¢s energ¨ªa y calcine por ello la Tierra, pero las leyes estelares funcionan de esta manera. As¨ª que llegar¨¢ un momento en el que un sol hinchado y rojo rellene la distancia que ahora nos separa de ¨¦l (150 millones de kil¨®metros). Se comer¨¢ con absoluta seguridad a Mercurio y a Venus. Y nos engullir¨¢, separando cada ¨¢tomo de la Tierra para enviarlo luego al espacio.
La Tierra se habr¨¢ esfumado f¨ªsicamente, pero existe una posibilidad de que no sea as¨ª, seg¨²n Willson. Si el Sol, antes de contraerse o mientras lo hace, pierde la masa suficiente, la ¨®rbita de la Tierra podr¨ªa alejarse lo suficiente como para evitar el acto de canibalismo final "y sobrevivir como un resto calcinado" en el espacio.
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