El opio que despierta al pueblo
Edo Costantini y Delfina Braun, pareja de artistas argentinos afincados en Nueva York, acaban de cerrar con ¨¦xito en Manhattan una exposici¨®n en la que exploran las contradicciones de la amapola, planta que sana y genera a la vez un gran dolor en la humanidad
Edo Costantini cuenta entre bromas que quien propici¨® que se casara con la tambi¨¦n artista Delfina Braun fue un Oso de Oro. Era el a?o 2007 y ambos estaban en la Berlinale presentando la pel¨ªcula que ¨¦l hab¨ªa producido y en la que ella hab¨ªa colaborado. ¡°Fuimos a Berl¨ªn porque ten¨ªamos una pel¨ªcula en competici¨®n que gan¨® el mayor premio, as¨ª que era como imposible que no nos cas¨¢ramos¡±, relata, cual cuento de hadas. Delfina lo corrige con cari?o, logrando con una mirada que se ci?a a la realidad. ¡°Bueno, nos enamoramos de entrada. Pero estuvimos en Brasil rodando en las favelas, que fue una experiencia bastante fuerte. Ese fue nuestro primer viaje juntos¡±, matiza. La pel¨ªcula en cuesti¨®n era Tropa de ¨¦lite, de Jos¨¦ Padilha, y fue un gran ¨¦xito internacional del cine brasile?o, pero tambi¨¦n un gran logro personal para Edo, que buscaba emanciparse de la sombra de su padre, Eduardo Costantini, poseedor de una de las grandes fortunas de Argentina y de una de las mejores colecciones de arte contempor¨¢neo de Latinoam¨¦rica y fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), del que Edo lleg¨® a ser director durante a?os.
Diecisiete a?os despu¨¦s, Edo (Buenos Aires, 1976) y Delfina (Buenos Aires, 1986) siguen unidos por un matrimonio de lo m¨¢s productivo art¨ªstica y personalmente. Acaban de cerrar con ¨¦xito en la galer¨ªa Praxis de Manhattan una exposici¨®n titulada Opium Whispers (susurros de opio), liderada por Braun, pero en la que ha colaborado Costantini y la arquitecta Delfina Muniz Barreto. Una experiencia que los reafirma en la conflictiva relaci¨®n de privilegio y meritocracia. ¡°He trabajado muy duro desde muy chico, nadie me ha regalado nada. Pero claro que estoy muy agradecido y orgulloso de mi padre, que, entre otras cosas, le dej¨® un museo a la Argentina. Porque hay tantos empresarios que acumulan y no dan¡±, dice Costantini. En su trayectoria art¨ªstica ¡ªen la que ha sacado adelante proyectos como la plataforma y productora de cine Mubi, la iniciativa art¨ªstica y editorial Kolapse o discos de m¨²sica experimental como Silencio¡ª sigue como faro el principio de contribuir a un mundo mejor. ¡°Despertar y sanar¡±, resume.
Ese principio es tambi¨¦n el de su existencia. Viven felices con sus cuatro hijos varones en com¨²n en Bedford, un pueblo al norte de Nueva York. Han comprado una casa poco ostentosa, pero que se ubica en un bosque de hoja caduca que explota de color en el domingo de oto?o en el que reciben a El Pa¨ªs Semanal. All¨ª han creado un mundo a su imagen y semejanza. Un balc¨®n a la naturaleza, que es su musa definitiva, a la que intentan descifrar en cada paseo, en cada visita animal a su refugio lejos del mundanal ruido. ¡°Esa naturaleza de la cual nos hemos disociado much¨ªsimo como civilizaci¨®n nos est¨¢ llamando constantemente con su majestuosidad y su fuerza¡±, explica Braun, m¨¢s sociable. Costantini, m¨¢s retra¨ªdo y solitario, celoso de su espacio, a?ade que aqu¨ª toman conciencia ¡°de ese misterio que se ve en cada nacimiento, en cada muerte¡±. Y concluye: ¡°Yo he fotografiado plantas y hongos y muchas de las cosas que Delfi tambi¨¦n dibuja, pero creo que es como algo m¨¢s profundo lo que nos une y luego cada uno lo representa de manera distinta¡±. Para ella las referencias vienen de Francis Bacon o Cecily Brown. Para ¨¦l, de Gego o de Lygia Clark.
En ese taller que comparten se encuentran y dialogan sus diferencias y sus convergencias, que cada vez armonizan mejor. De un lado, el corpus creativo de Delfina, que vuelve a Praxis tras su primera exposici¨®n monogr¨¢fica en 2022 y quien rezuma meticulosidad en sus carboncillos sobre las flores del opio, casi piezas de atlas vegetal. ¡°De chica yo viv¨ªa en las afueras de Buenos Aires y la naturaleza era mi h¨¢bitat natural. Soy hija ¨²nica del matrimonio de mis padres, as¨ª que pasaba mucho tiempo sola y me encantaba recolectar plantas, ten¨ªa mis diarios¡ De ah¨ª me viene la obsesi¨®n por clasificar y saber qu¨¦ es cada cosa y para qu¨¦ sirve¡±, rememora. Cuando curs¨® estudios en Psicolog¨ªa, se centr¨® en la salud mental e hizo pasant¨ªas en estudios de adicciones, a la vez que le¨ªa a Jung y sus aproximaciones al inconsciente colectivo. ¡°La sanaci¨®n f¨ªsica y mental fue siempre mi mayor inter¨¦s. Por qu¨¦ el trastorno, de d¨®nde. Y ah¨ª me empez¨® a llamar la atenci¨®n el opio, esta planta que sana, anestesia y a la vez genera un gran dolor en la humanidad desde que hay registros¡±. Esta fijaci¨®n fue uno de los puntos de conexi¨®n con su marido, pues ambos encontraron hace 10 a?os en una librer¨ªa del Lower East Side de Manhattan el libro Opio: Diario de una desintoxicaci¨®n, de Jean Cocteau. Costantini, m¨¢s centrado en lo audiovisual ¡ªsobre todo m¨²sica, cine y fotograf¨ªa¡ª, hab¨ªa llegado al polifac¨¦tico artista franc¨¦s a trav¨¦s de su adaptaci¨®n al cine de La Bella y la Bestia (1946) y enseguida se obsesion¨® con su obra, y cuando nos toca una de sus partituras al piano, tiene a su derecha el mencionado libro. De esta sinergia surge la exposici¨®n de Nueva York, en la que al rubro m¨¢s s¨®lido de Delfina (la pintura) se sum¨® una pieza central escult¨®rica en bronce que es como un bosque de flores de opio en momentos diferentes de su floraci¨®n y, lo m¨¢s llamativo, una ampliaci¨®n del sonido de estas plantas, imperceptible para el ser humano. ¡°Con un artefacto se pueden escuchar frecuencias que emiten plantas, hongos¡ Es un proyecto fascinante en ese sentido, porque el dibujo transmite una cosa, la escultura otra y el sonido le da otra dimensi¨®n a todo¡±, explica Costantini sobre esta muestra que formar¨¢ parte en 2025 de la primera exposici¨®n monotem¨¢tica de Jean Cocteau en Am¨¦rica del Sur, en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Niter¨®i, en R¨ªo de Janeiro.
Y aunque en su conversaci¨®n es inevitable que salgan retales del pasado llenos de nombres importantes ¡ªde cuando consigui¨® hacer la primera retrospectiva de Chantal Akerman en el MALBA de Buenos Aires o cuando oy¨® por primera vez la ciencia de la ¡°colapsolog¨ªa¡±, de Yves Cochet, que inspir¨® uno de sus proyectos, mientras organizaba un concierto ben¨¦fico con Patti Smith¡ª, Edo confiesa que su vida de contemplaci¨®n busca ubicarse ¨²nica y exclusivamente en el presente y eso los aleja del malditismo del artista. ¡°Nos llaman la atenci¨®n obras donde aparece lo tr¨¢gico, pero no creo que nosotros seamos tr¨¢gicos. Somos dos personas muy positivas, con mucha esperanza¡±, explica. ¡°La muerte es el ¨²ltimo misterio¡±, menciona Delfina, ¡°pero no la vamos a evitar, ni el envejecer tampoco¡±, apostilla Edo.
Eso s¨ª, incluso en ese exilio de los estreses tan poco inspiradores de la vida, se cuela la realidad pol¨ªtica de Argentina con la controvertida presidencia de Milei, sobre la que se posicionan sin dudarlo. Delfina considera que sus valores y sus pol¨ªticas pueden ser ¡°peligrosas¡±. Edo, centr¨¢ndose en lo meramente art¨ªstico, a?ade: ¡°Tenemos muchos amigos cineastas, escritores, pintores, y esto es muy malo para toda la industria de las artes. Pero de nuevo somos optimistas, que todo se va a volver a armar. No va a quedar as¨ª¡±, concluye.
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