Atenci¨®n, toxicidad alta
La banca privada prev¨¦ frenar la salida de clientes con productos de menor riesgo
"Fue un periodo de luz y de tinieblas; de esperanza y desesperaci¨®n en el cual se percib¨ªa el horizonte m¨¢s espl¨¦ndido y la noche m¨¢s oscura". Esta frase de Charles Dickens refleja con precisi¨®n de ajedrecista los ¨²ltimos d¨ªas vividos por las principales entidades de la banca privada en Espa?a. El sector hab¨ªa encajado sin resentirse aparentemente los problemas de Merrill Lynch, Goldman Sachs o Morgan Stanley, incluso la compra de Bear Stearns por JP Morgan Chase, pero el colapso de Lehman Brothers fue demasiado. Desde entonces, "la banca privada espa?ola no volver¨¢ a ser la misma. El mercado cambiar¨¢ radicalmente", afirma Javier Rivero, ex presidente de banca privada de Bankinter.
La crisis de confianza exige una gesti¨®n m¨¢s tradicional
Muchas cosas est¨¢n destinadas a cambiar. En primer lugar, por la tozudez de las cifras. Si en un principio el sector valor¨® en unos 400 millones de euros la exposici¨®n a los bonos t¨®xicos de Lehman, algunos expertos, como el responsable de una de las entidades espa?olas m¨¢s conocidas se?ala que esta cifra puede superar los 1.000 millones de euros.
La intoxicaci¨®n, pues, es m¨¢s fuerte de lo que se pensaba. Pero ?tanto como para impulsar un nuevo statu quo del sector? Desde luego que no, al menos, si la piedra de toque es el efecto directo en los balances de estas entidades financieras. A fin de cuentas, hablamos de un sector que mueve 283.700 millones en patrimonio gestionado, seg¨²n la consultora
DBK, y en los que, por tanto, 1.000 millones (o algunos m¨¢s) no deber¨ªan ejercer tanta influencia. "No hay que olvidar que las p¨¦rdidas las asumen, directamente, los clientes", confirma un analista que pide no ser citado. Y, adem¨¢s, se espera recuperar, seg¨²n algunas fuentes, al menos, el 50%. Sin embargo, es aqu¨ª donde la herida se muestra m¨¢s profunda.
A lo largo, sobre todo, del ¨²ltimo a?o estas entidades (con Banif a la cabeza) han estado vendiendo con profusi¨®n dep¨®sitos estructurados a sus clientes. La arquitectura de estos instrumentos era sencilla y econ¨®micamente golosa. Se trataba de un bono de uno de los grandes bancos de inversi¨®n (por ejemplo, Lehman Brothers) m¨¢s una opci¨®n, que era la que realmente aportaba los beneficios. Tanto es as¨ª que, a veces, el cup¨®n superaba el 20% anual. Adem¨¢s, hablamos de instrumentos bastante democr¨¢ticos dentro de la elitista banca privada: se colocaban fundamentalmente en inversores con un patrimonio de entre 200.000 y 500.000 euros. Pero, claro, al quebrar el emisor la construcci¨®n se ha ca¨ªdo a plomo sobre los compradores. En consecuencia, la pregunta que se plantea es: ?resultaba tan claro para los suscriptores el riesgo que corr¨ªan?
"Quiero creer que los productos m¨¢s sofisticados hab¨ªan sido bien explicados a los clientes. En el caso de bonos de Lehman lo l¨®gico es que el grueso se haya colocado en gente de alta renta y no como un producto de sucursal. Esto ser¨ªa imperdonable y moralmente inaceptable", critica Josep Prat, directivo de Ahorro Corporaci¨®n. ?Fueron realmente bien explicados? Pues si uno recorre el portal electr¨®nico (http:// afectados-lehman-banif.lexblah.com), que han creado algunos de los afectados por la venta de bonos de Lehman a trav¨¦s de Banif, ver¨¢ que la falta de informaci¨®n real de lo que estaban comprando (y sus riesgos) constituye la principal queja.
"Las entidades espa?olas tienen que extremar el control del riesgo e ir m¨¢s en beneficio del cliente y menos en el propio. Adem¨¢s de tomar m¨¢s en consideraci¨®n los gastos que se cobran a los inversores peque?os y particulares", seg¨²n Juan Esquer, socio de GBS Finanzas Family Office.
A todo esto se suma la condici¨®n humana: o sea, el deseo de ganar m¨¢s. "Muchos clientes se
apalancaron, asesorados por las propias entidades, sobre esos productos, con lo cual el destrozo econ¨®mico es mayor", revela, con sentido de autocr¨ªtica, el responsable de un banco privado. "De todo esto se va a aprender una lecci¨®n: no hay rentabilidad sin riesgo y no existen productos sin riesgo para rentabilidades altas", comenta Josep Prat.
Los bancos privados se escudan en que comercializaban estos productos porque ven¨ªan avalados por las casas de rating y que ellas, una vez m¨¢s, como ocurri¨® con las hipotecas subprime, llegaron muy tarde. "Que la calificaci¨®n de un banco de inversi¨®n pase en un d¨ªa de doble A a triple C [bono basura] es la evidencia de que estas agencias han tenido un grado de responsabilidad indudable", indica un analista burs¨¢til.
Con todo este desaguisado encima de la mesa existen pocas dudas de que el negocio tiene que cambiar. ?Hacia d¨®nde? "Hacia la comercializaci¨®n de productos menos complejos y m¨¢s seguros; aunque la rentabilidad resulte menor. Menos banca de inversi¨®n y m¨¢s banca tradicional", augura Javier Rivero. O como dice Jes¨²s Fern¨¢ndez, de Finantia, "lo que va a cambiar b¨¢sicamente es que se ofrecer¨¢n a los clientes paquetes con menos riesgo". El problema es que desde el punto de vista de comisiones no es lo mismo gestionar Deuda P¨²blica que productos estructurados. Y por ah¨ª puede abrirse una fisura en los balances de las entidades. A lo que se a?ade una menor rotaci¨®n de las carteras por las dificultades del mercado internacional.
Es un axioma b¨¢sico: productos sencillos suponen ganancias menores. Aunque hay quien ve el vaso medio lleno. "Un producto estructurado no es malo en s¨ª, siempre que el emisor cuente con las garant¨ªas suficientes. Son las estructuras y el riesgo de cr¨¦dito con los que se opera los que deben adecuarse al nuevo entorno de los mercados", puntualizan en BBVA Patrimonios.
Otra consecuencia de esta tramontana financiera es el aumento de la desconfianza de los clientes hacia las entidades. "Siento m¨¢s intranquilidad ante mi banco, aunque tenga un rating de triple A", comenta un cliente de una entidad privada suiza. Y agrega: "Voy a cambiar mi dinero a un producto con menos riesgo, tanto por el instrumento en s¨ª como por la entidad financiera en cuesti¨®n".
"La banca privada sigue teniendo un escenario muy favorable", avanza Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, economista jefe de Citigroup. Al fin y al cabo, esta banca de ¨¦lite y la particular no distan mucho, ya que si por algo se ha definido estos ¨²ltimos a?os el mercado financiero es por la democratizaci¨®n de la inversi¨®n. Los peque?os ahorradores han podido invertir en instrumentos que replicaban productos m¨¢s complejos, que generalmente asociamos a la banca privada. "Si se produce una di¨¢spora de clientes, ¨¦sta ser¨¢ temporal y las entidades se recuperar¨¢n enseguida", vaticina Borja Dur¨¢n, consejero delegado de Family Office Solutions. Al final todo se convierte en una crisis de confianza. Pero eso, en banca, es casi lo peor que puede pasar. La banca generalista est¨¢ obligada a cambiar y con ella la privada, porque si se vuelven a cometer los mismos errores, como ha escrito Rafael S¨¢nchez Ferlosio: "Vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos". -
Minimizar las p¨¦rdidas del cliente
Todo apunta a que 2008 ser¨¢ un a?o especialmente complicado para las entidades de banca privada espa?olas. "El objetivo principal de los clientes, lejos de aumentar su patrimonio, es conservarlo. Y en este ejercicio los n¨²meros rojos se han asentado en infinidad de carteras", afirma el responsable de un banco de inversi¨®n.
Esta situaci¨®n supone un cambio brusco respecto a lo que hab¨ªa vivido el sector durante el a?o anterior: un volumen de patrimonio de 283.700 millones de euros, seg¨²n la consultora, lo que supuso un incremento de m¨¢s del 21% frente a las cifras de 2006.
Para este a?o, nadie quiere jugar a pitonisa. Porque realmente a¨²n no se sabe cu¨¢l es la contaminaci¨®n real en bonos referenciados a Lehman Brothers y, sobre todo, c¨®mo afectar¨¢ esto a la confianza de los clientes "que andan", seg¨²n la expresi¨®n del responsable de un conocido banco privado, "muy cabreados". Lo que s¨ª parece claro ya es que desde luego no se repetir¨¢n las cifras de a?os anteriores. Eso ha extendido la preocupaci¨®n en el sector. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.