Un cantante de lujo
No cabe duda que finalizar la presentaci¨®n de un coche con una actuaci¨®n de Juan Diego Fl¨®rez es todo un lujo, palabra repetida hasta la saciedad -refiri¨¦ndose al veh¨ªculo- en el programa de mano que ilustraba la sesi¨®n (lleno, por cierto, de errores de traducci¨®n y de concepto). Tampoco el orden de las obras se ajust¨® al folleto, causando un l¨®gico desconcierto entre los asistentes. Por otro lado, la primera partitura se vio acompa?ada de una proyecci¨®n publicitaria del BMW-7, cuyos colores, ritmos y l¨ªneas se acompasaban con la m¨²sica. Huelga se?alar el mensaje subliminal, as¨ª como la sorpresa ante un Bellini convertido en m¨²sica de fondo.
La orquesta, por su parte, no consigui¨® limar desajustes y asperezas, ni tampoco lograr un fraseo flexible y gracioso. Las carencias de la agrupaci¨®n y de su director no se produjeron s¨®lo en el "anuncio" inicial, y salpicaron tambi¨¦n el repertorio m¨¢s ligero (Boda de Luis Alonso, J¨²rame y el bis de Granada) y el estrictamente oper¨ªstico (Capuleti e Montecchi, Guillaume Tell, La Fille du Regiment, L'elisir d'amore y Rigoletto). Fl¨®rez, que s¨ª es flexible, que s¨ª afina y que en su acercamiento a lo popular parece algo m¨¢s certero que otros cantantes de ¨®pera, vio afeada su actuaci¨®n por unos acompa?antes poco propensos, esta vez, a las sutilezas. Para acabarlo de arreglar, la ac¨²stica del auditorio superior favorec¨ªa, como siempre, los planos traseros en detrimento de la voz.
JUAN DIEGO FL?REZ
Orquesta Sinf¨®nica de Valencia. Director: Alessandro Vitiello. Obras de Bellini, Rossini, Gim¨¦nez, Donizetti y Verdi. Auditorio del Palau de les Arts. Valencia, 26 de septiembre de 2008. Presentaci¨®n del nuevo BMW serie 7.
Fl¨®rez pasar¨¢ a la historia por la elasticidad del fraseo y maravilloso legato
Pero, con todo, ah¨ª estaba el tenor peruano desgranando dos piezas belcantistas bien dif¨ªciles (E serbato a questo acciaro y Asile Hereditaire), para entregarse luego, tras el J¨²rame, a cl¨¢sicos populares como Una furtiva l¨¢crima, donde la atm¨®sfera de la sala se tens¨® ante tanta belleza, y las m¨¢s circenses Ah! Mes amis, quel jour de f¨ºte (con sus nueve dos de pecho) y La donna ¨¨ mobile. Deber¨ªa recordarse, sin embargo, que, por encima de sus alardes en el agudo y -otras veces- en la coloratura, Florez pasar¨¢ a la historia por el maravilloso legato y la elasticidad de su fraseo. Su canto es, efectivamente, todo un lujo.
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