"Adoro los tacones. Total, ?no me voy a torcer el tobillo!"
Imposible comenzar puntual una comida con Teresa Perales, al menos en Zaragoza. La cita es en la c¨¦ntrica calle de C¨¢diz, donde la presencia de la nadadora paral¨ªmpica origina un alboroto que ya quisiera David Bisbal. Las cinco medallas en Pek¨ªn, sumadas a las 11 de Sidney y Atenas, convierten a Perales, de 32 a?os, en la espa?ola m¨¢s laureada de la historia. Y sus paisanos la tienen en un pedestal. Preg¨²ntenle a la ni?a que, desde el otro extremo del paseo, grita: "?Es Teresa!", y corre a su encuentro para cobrarse un beso y un aut¨®grafo. O el grupito de colegialas del Santa Rosa que, paralizadas por la emoci¨®n, terminan fotografi¨¢ndose con la hero¨ªna local. Tiembla, Agustina.
Suma ya 16 medallas paral¨ªmpicas y una carrera pol¨ªtica en Arag¨®n
"Es as¨ª a diario", revela ya en la mesa, abrumada pero feliz, tres cuartos de hora despu¨¦s de lo previsto. "No veo que lo m¨ªo sea excepcional, no s¨¦ por qu¨¦ le dan tanto m¨¦rito". Lo tiene, aunque la humildad le impida reconocerlo. Sentada en una silla de ruedas desde los 19 a?os por culpa de una neuropat¨ªa, la cr¨ªa que apenas chapoteaba de peque?a encontr¨® en las piscinas un entorno liberador. "Con la adrenalina se te curan todos los males. La primera vez que me sumerg¨ª en Pek¨ªn, en el cubo de agua, sent¨ª como si estuviera volando".
No lleg¨® a volar, pero casi. En los 100 metros libres mejor¨® en m¨¢s de dos segundos el anterior r¨¦cord del mundo. "Ganar es precioso, pero al buen deportista se le distingue por su porte. Mira a Michael Phelps: aun siendo de otra galaxia, conserva la sonrisa m¨¢s humilde que conozco". En agosto ve¨ªa las carreras de su ¨ªdolo a las tres de la madrugada y a las siete le sonaba el despertador para afrontar otra jornada de entrenamiento. Fueron unos 11.000 metros diarios, de lunes a domingo, durante cinco meses ininterrumpidos. "A¨²n hoy tengo d¨¦ficit de sue?o. Mi marido se empe?aba en invitarme al cine y yo me dorm¨ªa en cuanto apagaban las luces...".
Reci¨¦n concluidos los Paral¨ªmpicos, al fin puede permitirse alg¨²n exceso. Un par de panecitos gratinados se quedan en el plato, pero no perdona el helado de yogur b¨²lgaro y dulce de leche. El futuro le depara otros retos: ir a por su primer cr¨ªo ("soy muy chiquera, el cuerpo me lo pide a gritos") y proseguir su carrera en el Partido Aragon¨¦s (Par), luchando por su tierra y los discapacitados. "Antes era s¨®lo una silla de ruedas andante. Y la silla la tenemos pegada al culo, no a la cabeza".
La verg¨¹enza de los primeros tiempos con la silla hace mucho que se esfum¨®. "Hace unos a?os nos vest¨ªan a todas iguales y ahora me encanta lucir trajes y unos taconazos de esc¨¢ndalo. ?Total, si no me voy a torcer el tobillo!". Le encanta re¨ªrse de s¨ª misma, un ejercicio a¨²n m¨¢s sano que entrenar. Como cuando explica que el mayor reto de su vida no fue aprender a manejarse con la silla, sino con los m¨ªtines. "El micr¨®fono me temblaba tanto que me quedaba en blanco. Hasta que aprend¨ª a dar discursos ?o?os. He llegado a decir: 'Si ustedes pudiesen ver el latir de mi coraz¨®n...', y la gente, venga a aplaudir". Esta ma?a testaruda no consiente la invitaci¨®n. Antes de perderse por Zaragoza esboza la "teor¨ªa del espiralismo", su leitmotiv particular: todos debemos crearnos nuestra propia espiral de optimismo y felicidad para encarar la vida. "Un d¨ªa me lo oy¨® decir Ferran Adri¨¤ y lo repiti¨® en una entrevista. Me encantar¨ªa conocerle para agradec¨¦rselo".
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