La ciudad invisible
"La digitalidad se nos come". La frase la pronuncia una se?ora ciega ante un horno adaptado que se muestra en la exposici¨®n Seguint complint 2008, montada por la ONCE en el Moll de la Fusta de Barcelona para conmemorar los 70 a?os de su fundaci¨®n. Y uno, de golpe, cae en la cuenta de que el mundo no corre precisamente a favor de quienes est¨¢n afectados por alg¨²n tipo de disminuci¨®n visual. La informaci¨®n anal¨®gica era, en efecto, bastante m¨¢s "adaptada" que la actual: por lo menos ten¨ªa una forma reconocible. Pero muy lejos de plantearse como un lamento, esta exposici¨®n, que es m¨¢s bien un recorrido sensorial por los problemas cotidianos con que se topan los discapacitados, rebosa optimismo. Viene a decirnos que hay maneras y maneras de superar el imperio de la imagen de nuestra sociedad.
La exposici¨®n es un recorrido sensorial por los problemas cotidianos con que se topan los discapacitados
Llega Dolors Luna, responsable de Autonom¨ªa Personal de la ONCE de Catalu?a, para guiar al periodista por el itinerario del Moll de la Fusta. Dolors es, como ella misma se define, "usuaria de bast¨®n": percibe formas si la luz es tenue, pero en una jornada radiante como la de ayer apenas ve y por eso lleva bast¨®n. De la carpa de la vivienda adaptada, el primer pabell¨®n que se visita, se accede a un "circuito de movilidad" que es m¨¢s bien un circuito trampa como el que cada d¨ªa tienen que sortear en la ciudad los invidentes: vallas sin se?alizar, cajas abandonadas en las aceras, motos mal aparcadas, toldos de comercios demasiado bajos: lo normal, en fin. "Siempre se puede hacer m¨¢s, pero Barcelona es una ciudad considerablemente accesible. En Catalu?a, por ejemplo, hay unos 7.000 sem¨¢foros sonoros. Ayer mismo en la calle de Ginebra se inaugur¨® un sistema piloto que informa por voz del autob¨²s que llega y del tiempo de espera". Dolors saca un mando a distancia: "Con esto activas el sonoro de sem¨¢foros, expendedores de billetes, etc¨¦tera. As¨ª no molestas a nadie si no es necesario". En el circuito, los chicos de una escuela toman conciencia de los problemas causados por la falta de visi¨®n: distribuidos por parejas, unos hacen de gu¨ªa, mientras otros se cubren los ojos con un antifaz. Tras experimentar las dificultades, una monitora les informa de c¨®mo el acompa?ante puede ayudar mejor al invidente: d¨¢ndole el brazo para que perciba los movimientos y coloc¨¢ndose ligeramente adelantado para que la informaci¨®n sobre bordillos o escalones llegue con tiempo suficiente para reaccionar.
La siguiente carpa est¨¢ dedicada a la educaci¨®n y el trabajo. Hay all¨ª elementos tan sencillos como rotuladores de colores con olores diferenciados -a fresa, el rojo; a menta, el verde- o tan sofisticados como un teclado de ordenador con detector de iris para tetraplejias severas: no siempre lo digital es adverso. En cuanto a la integraci¨®n laboral, se muestran cuatro ejemplos: un empleado de banca sordo, un vendedor de cup¨®n en silla de ruedas, una fisioterapeuta ciega y un discapacitado intelectual que trabaja en una f¨¢brica de retractilado.
El ocio, la cultura y el deporte constituyen la ¨²ltima etapa del recorrido. Pel¨ªculas con autodescripci¨®n para ciegos y subtituladas para sordos, y tambi¨¦n una muestra de lo que podr¨ªa ser un "museo tiflol¨®gico" -para ciegos-, donde el lema ser¨ªa el opuesto al de los otros museos: "Permitido tocar". Hay una maqueta del Taj-Mahal para apreciar de forma t¨¢ctil sus sugestivas formas. Y ya al final, una peque?a cancha de baloncesto para practicar en silla de ruedas y una porter¨ªa a la que chutar con una pelota de cascabeles. No hay actividad humana, en fin, que no pueda adaptarse a una disminuci¨®n f¨ªsica. ?se es el mensaje de esta exposici¨®n. Tan sencillo como optimista. (Abierta hasta el s¨¢bado, de 10.00 a 20.00 horas).
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