El viejo Stoppard baila 'rock'n'roll'
Tom Stoppard ya ha cumplido los setenta pero sigue escribiendo con la pasi¨®n de un adolescente: el esp¨ªritu de Syd Barrett, el Salinger de la psicodelia, atraviesa Rock'n'Roll, su ¨²ltima obra, que alterna la revuelta de Praga con la cr¨®nica de tres generaciones de una familia de Cambridge.
Una noche de verano de 1968, Esme, la hija hippy de los Morrow, cree ver al mism¨ªsimo l¨ªder de Pink Floyd en lo alto del muro del jard¨ªn tocando la flauta como el dios Pan y cantando Golden Hair s¨®lo para ella. Es el "verano del amor" pero tambi¨¦n el fin de la primavera de Dubcek, arrasada por los tanques sovi¨¦ticos. Esa misma noche, el joven Jan, un estudiante checo fascinado por el rock y la cultura occidental, decide regresar a su pa¨ªs y se enfrenta a su tutor brit¨¢nico, el profesor Max Morrow, estalinista hasta el tu¨¦tano, que tiene "la edad de la Revoluci¨®n de Octubre" y minimiza la ocupaci¨®n: "Si once millones de soldados rusos no hubieran muerto, Checoslovaquia ser¨ªa hoy una provincia alemana". De vuelta a Praga, Jan ser¨¢ perseguido por defender a una peque?a banda underground, The Plastic People of the Universe, emblema de una rebeld¨ªa sin consignas. El esp¨ªritu subversivo del rock no es aqu¨ª un simple clich¨¦ nost¨¢lgico: la detenci¨®n del grupo deton¨® la protesta que culminar¨ªa en la famosa Carta 77, pr¨®logo de la Revoluci¨®n de Terciopelo.
Rigola ha inaugurado la temporada del Lliure con una gran producci¨®n: catorce int¨¦rpretes, una preciosa escenograf¨ªa y una estupenda traducci¨®n
Rock'n'roll, que ?lex Rigola acaba de estrenar en el Lliure, podr¨ªa haber sido una latosa obra de tesis (y una punta de tedio asoma en las prolijas discusiones entre Jan y su amigo, el activista Ferdinand) si Stoppard no inyectara una poderosa palpitaci¨®n humana en los abundantes enfrentamientos de sus personajes. El dramaturgo no comparte la causa del profesor Morrow pero jam¨¢s le denigra: es una bestia feroz a quien regala las r¨¦plicas m¨¢s ingeniosas de la funci¨®n, para desvelar poco a poco su coraje estoico y su sensibilidad secreta. El centro emocional del primer acto es la apasionada discusi¨®n entre Max y su esposa, la poetisa Eleanor, que desde su lucidez terminal le muestra las complejidades del alma escapando como peces vivos de las redes de la raz¨®n dial¨¦ctica. La segunda parte contrasta, en paralelo, los hundimientos ideol¨®gicos y las resurrecciones espirituales.
Jan retorna al jard¨ªn ingl¨¦s de su adolescencia para descubrir, entre otras muchas cosas, que el esp¨ªritu de Eleanor sigue latiendo en su nieta Alice y trata de emerger en la Esme adulta, perdida y ap¨¢tica tras haber pasado por todos los ismos de la d¨¦cada, pero m¨¢gicamente respaldada por el esp¨ªritu p¨¢nico del viejo Syd Barrett, abatido aunque no derrotado.
Si no me equivoco, es la primera vez (desde Rosencrantz y Guildernstern han muerto) que un texto de Stoppard llega a Espa?a tan s¨®lo dos a?os despu¨¦s de su estreno en Londres, lo que cabe celebrar como un verdadero acontecimiento. ?lex Rigola ha inaugurado la temporada del Lliure con una gran producci¨®n: un elenco de catorce int¨¦rpretes, una preciosa escenograf¨ªa de Glaenzel y Cristi¨¤ (el jard¨ªn -del que emerge, subterr¨¢nea, la habitaci¨®n de Jan en Praga- ocupa el centro del espacio, con el p¨²blico rode¨¢ndolo en gradas) y una estupenda traducci¨®n al catal¨¢n de Joan Sellent, que ofrece el texto con escasas podas: la funci¨®n dura casi tres horas, pausa incluida. Las primeras escenas de Praga est¨¢n un tanto lastradas por exceso de informaci¨®n, y tanto Joan Carreras (Jan) como F¨¦lix Pons (Ferdinand) parecen inc¨®modos a la hora de "pasar" todo ese texto: hablan muy r¨¢pido, como si tuvieran miedo de resultar pesados. En ese tercio inicial la caracterizaci¨®n tampoco ayuda: Llu¨ªs Marco (Max Morrow) ha de pechar con un tinte y unas gafas que le convierten en un involuntario sosias de Joan Saura y se le ve tenso, envarado, y a Chantal Aim¨¦e (Esme) le han calzado un peluc¨®n de presunta hippy que da grima. En cambio, Pep Torrents (Milan) logra olvidar que le han embutido en una archit¨®pica gabardina de poli eslavo y dibuja con claridad y fuerza tranquila su personaje. La reina absoluta del primer acto es Rosa Renom, una Eleanor fenomenal, plet¨®rica de fuerza y de vida, desgarradora hasta las l¨¢grimas. En su ¨²ltima escena, soberbiamente escrita, el souffl¨¦ -al fin de carne y sangre- sube a borbotones, y tambi¨¦n la convicci¨®n de Llu¨ªs Marco, que tiene al fin un conflicto al que hincar los dientes. El segundo acto es redondo, tanto de construcci¨®n como de puesta en escena, superior para mi gusto a la de Trevor Nunn en el Royal Court. El inter¨¦s no decae ni un instante y los actores, dirigidos con una serenidad y una ligereza que Rigola comenz¨® a cernir en 2666, brillan a gran altura, desde ese precioso arranque en el que les hace cantar a coro We'll Meet Again, de Vera Lynn, hasta la no menos emotiva clausura, en punta, con el Stir Me Up de los Stones. Es un material complicad¨ªsimo de montar (muy cercano a Ayckbourn, por cierto) donde no s¨®lo se alternan las tramas sino que adem¨¢s se multiplican los personajes. Llu¨ªs Marco se mete al p¨²blico en el bolsillo gracias a su composici¨®n, desbordante y poderosa, del viejo Max, sin extra?os ap¨®sitos, s¨®lo armado de su gran talento actoral. Joan Carreras sirve un Jan maduro, reflexivo, matizad¨ªsimo, completo, y Chantal Aim¨¦e y Mar Ulldemolins est¨¢n impecables como Esme y Alice, madre e hija. Hay que destacar y aplaudir tambi¨¦n a Sandra Montcl¨²s como Lenka, la estudiante checa que deton¨® la crisis entre Max y Eleanor, y al t¨¢ndem Santi Ricart-Patricia Bargall¨®, en los roles del periodista Nigel, ex marido de Esme, aburguesado y unido a C¨¢ndida, columnista ultrapija, que interpretan sin ceder ni por un momento a la degradaci¨®n caricaturesca. Oriol Guinart, otra de las perlas de la velada, rebosante de naturalidad, es Stephen, novio de Alice y el ¨²nico capaz de cantarle la ca?a al viejo ogro marxista en una escena memorable. Hay que ir al Lliure, imperativamente, para ver Rock'n'roll, uno de los espect¨¢culos del a?o. Y si viven fuera de Catalu?a p¨¦guense un viajecito, caramba: los jueves y los s¨¢bados las funciones se ofrecen con muy buen subtitulado en castellano y en ingl¨¦s.
Rock'n'Roll, de Tom Stoppard. Direcci¨®n de ?lex Rigola. Teatre Lliure. Hasta el 19 de octubre. www.teatrelliure.com/
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