Rebeliones y quimeras
Dice Tony Judt en Postguerra, una historia de Europa desde 1945 (Taurus): "Si alguna vez ha existido una generaci¨®n cuya rebeli¨®n se haya asentado realmente en el rechazo a todo lo que sus padres representaban -todo: su orgullo nacional, el nazismo, el dinero, Occidente, la paz, la estabilidad, la ley y la democracia- ha sido la de los 'hijos de Hitler', los radicales germano occidentales de la d¨¦cada del setenta". Pens¨¦ en ello mientras escuchaba a Peter Schneider (en el Festival Hay, Segovia) explicando lo cerquita que estuvo de inclinarse por la lucha armada -como s¨ª hizo el "gran amor" de su vida, seg¨²n confes¨®- en la locura que sacudi¨® la extrema izquierda alemana a finales de los sesenta. Autor de una obra variada e intensa, Schneider no ha tenido buena suerte con sus editores espa?oles. Y eso que sus primeros libros se tradujeron con relativa rapidez. Recuerdo el impacto que me produjo en su momento la lectura de Lenz, publicado en 1976 por Anagrama -una editorial entonces cercana, al menos sobre el cat¨¢logo, a la izquierda radical-: la cubierta blanquinegra de Julio Vivas con un litogr¨¢fico pu?o cerrado destacaba como un grito en las paup¨¦rrimas mesas de novedades de la ¨¦poca. Aquel retrato minimalista de un militante en crisis -que beb¨ªa orgullosamente en el personaje y la novela hom¨®nimos de Georg B¨¹chner, escrita siglo y medio antes- estaba revestido en aquellos a?os post 68 de un significado que pod¨ªa entenderse en Par¨ªs o Tur¨ªn, en Berkeley o Tokio, en M¨¦xico o Barcelona. Luego, sus sucesivos editores (Montesinos, Anagrama, Seix Barral) dejaron de interesarse por un autor que no vend¨ªa demasiado, pero que segu¨ªa construyendo una notable obra (en ficciones y ensayos) a la vez ir¨®nica, reflexiva y autocr¨ªtica. Ahora, mientras el debate suscitado por el estreno en Alemania de la pel¨ªcula Der Baader-Meinhof-Komplex (basada en el libro del mismo t¨ªtulo del periodista Stefan Aust, tambi¨¦n in¨¦dito en Espa?a) demuestra que todav¨ªa supuran las heridas abiertas en aquellos a?os plomizos, quiz¨¢s conviniera que alg¨²n editor echara un vistazo a sus ¨²ltimos libros. Especialmente a Rebellion und Wahn -traducci¨®n aproximada: Rebeli¨®n y quimera-, un ensayo autobiogr¨¢fico en el que Schneider (Lubeck, 1940) vuelve a interrogarse sobre aquellos a?os salvajes y su propia militancia.
Duelo
Aqu¨ª quien no corre vuela. Lo importante es tomar posiciones, como esos funcionarios culturales en el extranjero que intentan asegurarse una favorable recepci¨®n de sus libros paseando por su ciudad a personajes medi¨¢ticamente estrat¨¦gicos. O -si nos ocupamos de asuntos m¨¢s importantes- como vienen haciendo Sony y Amazon para controlar el prometedor mercado del libro electr¨®nico, por el que han entablado un duelo darwinista en el proceloso OK Corral de la edici¨®n internacional, en el que al final podr¨ªa sobrevivir s¨®lo el m¨¢s fuerte, tal como sucedi¨® con la pugna Beta/VHS en nuestra prehistoria tecnol¨®gica. Mientras en Estados Unidos se disparan las ventas del Kindle de Amazon (este a?o podr¨ªan cerrar el ejercicio con 350.000 artefactos vendidos a 359 d¨®lares por unidad), en Gran Breta?a contin¨²a a buen ritmo la venta del Sony Reader (199 libras) a trav¨¦s de la librer¨ªa Waterstone's, que controla entre el 15% y el 20% de los libros que se venden en el Reino Unido. Y en Francia ya est¨¢ en marcha la comercializaci¨®n del e-book de Sony a trav¨¦s de Fnac (260 gramos, 299 euros), con una franquicia de un mes para vender contenidos exclusivos de Hachette. Por aqu¨ª los editores siguen tom¨¢ndose su tiempo (o, mejor, su siglo), aunque Sony ya est¨¢ en tratos con alguna gran superficie para comercializar su tableta electr¨®nica la pr¨®xima primavera, lo que, como me dec¨ªa Javier Celaya (dosdoce.com), que es uno de los que m¨¢s sabe del asunto, va a obligarles a que se pongan las pilas y repiensen el modelo de negocio. El problema, claro, son los contenidos y su precio: en Estados Unidos ya pueden bajarse novedades digitalizadas por menos de la mitad de lo que cuestan en tapa dura, pero en Gran Breta?a el descuento no pasa del 20%. En todo caso, el mayor error -aparte de olvidar los derechos de los creadores- ser¨ªa creer que los lectores del futuro van a seguir siendo, como yo y otros restos arqueol¨®gicos semejantes, fetichistas del papel impreso.
Par¨ªs
Lo cierto es que C¨¦sar Vallejo muri¨® (1938) en Par¨ªs y lloviznaba. No fue en jueves, sino en viernes, pero la tristeza del d¨ªa era seguramente la misma que exudaba su extra?o soneto asonante, uno de los m¨¢s hermosos escritos en castellano en el siglo XX. Les recuerdo el primer cuarteto: "Me morir¨¦ en Par¨ªs con aguacero, / un d¨ªa del cual tengo ya el recuerdo. / Me morir¨¦ en Par¨ªs -y no me corro- / tal vez un jueves, como es hoy de oto?o". Vallejo en los infiernos (Alfaqueque), de Eduardo Gonz¨¢lez Via?a, es una interesante novela biogr¨¢fica construida en torno a la angustiosa estancia en prisi¨®n (algo m¨¢s de tres meses entre 1920 y 1921) del gran poeta peruano, acusado, mediante pruebas ama?adas y confesi¨®n realizada bajo tortura, de unos hechos criminales ocurridos en Santiago de Chuco, su pueblo natal. El 70? aniversario de su muerte y sus amorosas evocaciones de la ciudad que eligi¨® para morir ("Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama Par¨ªs. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande") me han provocado cierto "mono" de la ciudad, agravado por la recepci¨®n en las ¨²ltimas semanas de unos pocos libros de autores espa?oles que tambi¨¦n la evocan. La biograf¨ªa novelada (La cinta roja, Espasa) que Carmen Posadas ha dedicado a la aventurera Teresa Cabarr¨²s (nacida, por cierto, en Carabanchel Alto) y el estudio de Jean-Ren¨¦ Aymes, Espa?oles en Par¨ªs en la ¨¦poca rom¨¢ntica, 1808-1848 (Alianza), proporcionan diferentes puntos de vista acerca de conspicuos compatriotas que, de buen grado u obligados por su posici¨®n en las revoluciones y reacciones de por aqu¨ª, eligieron Par¨ªs para vivir en los albores del romanticismo. M¨¢s subjetivas, pero tambi¨¦n m¨¢s sugerentes, me han resultado sendas recopilaciones de recuerdos y vivencias de aquella ciudad a cargo de Eugenio D'Ors (Par¨ªs, editorial Funambulista) y Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana (Par¨ªs, La Veleta), organizadas y editadas respectivamente por Carlos D'Ors y Andr¨¦s Trapiello. Mientras estudio el calendario y elijo una fecha para quitarme el "mono" mediante un vuelo basura a menos de 100 euros, ojeo Par¨ªs rebelde (Debate), el vadem¨¦cum viajero que Ignacio Ramonet y Ram¨®n Chao han consagrado a ese mitol¨®gico Par¨ªs de las mil revoluciones y de quienes las hicieron y/o padecieron. Por la noche sue?o con Vallejo sentado ("en una pieza rec¨®ndita") en el desaparecido Caf¨¦ de la Regencia, mientras escribe sus versos perentorios y estremecidos: "Importa oler a loco postulando / qu¨¦ c¨¢lida es la nieve, qu¨¦ fugaz la tortuga, / el c¨®mo qu¨¦ sencillo, qu¨¦ fulminante el cu¨¢ndo!".
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