Pinceladas del sur

Es una tierra generosa, si se la sabe mimar. Lo sab¨ªan los colonos romanos, y tambi¨¦n los funcionarios del Plan Badajoz de los a?os cincuenta. La comarca de las Vegas Altas, al este de M¨¦rida, huele a acequia y regad¨ªo, a frescor y juventud, a riqueza. La primera mansio o posta de la calzada romana que iba de M¨¦rida a Zaragoza es Medell¨ªn. El c¨®nsul QuintoMetelo dio su nombre (Metellinum) a una poblaci¨®n ya vieja, como delata una necr¨®polis que ha llenado de objetos tart¨¦sicos el Museo de Badajoz. Medell¨ªn es un lugar que premia con creces a quien se tome la molestia de desviarse hasta all¨ª.

La visi¨®n del castillo, en lo alto de un cerro abrazado por el Guadiana, excita la curiosidad. A los pies del castillo han apa?ado un parque arqueol¨®gico que engloba un circo romano (maltrecho), dos iglesias medievales levantadas sobre templos paganos, y la puerta romana que se abr¨ªa al puente, airoso y rehecho por los Austrias con los sillares romanos. En una de esas iglesias fue bautizado Hern¨¢n Cort¨¦s, conquistador de M¨¦xico. Su estatua preside la plaza mayor del pueblo, y el nombre de Medell¨ªn reto?¨® en el Nuevo Mundo.

La capital de las Vegas, a un paso de all¨ª, es Don Benito (el tal don Benito que la fund¨®, en el siglo XVI, era un hijo del conde de Medell¨ªn). Don Benito condensa ese ambiente de opulencia y novedad que parecen rezumar las Vegas. M¨¢s que un pueblo grand¨®n parece una ciudad. Y es que lo es: la reina Isabel II le otorg¨® tal rango ante el avance demogr¨¢fico e industrial que obtuvo a finales del siglo XIX.

Don Benito no posee grandes monumentos, aparte de su iglesia catedralicia de Santiago, su Teatro Imperial (el Sal¨®nModerno, abierto en 1915), su Museo Etnogr¨¢fico instalado en un palacio de comienzos del siglo XX y una Casa de la Cultura dise?ada por Rafael Moneo. Pero el buen ambiente es contagioso en la plaza de Espa?a y terrazas y bares aleda?os; all¨ª la gente trabaja para vivir y gastar.

Hijos ilustres

La capital de las Vegas mantiene cierto pique con la capital de la Serena, Villanueva, que est¨¢ pis¨¢ndole las lindes. Villanueva es tambi¨¦n ciudad, desde iguales fechas y por los mismos m¨¦ritos. Si Don Benito tiene una iglesia apabullante, Villanueva tiene un Ayuntamiento barroco nomenos grandioso. Y siDon Benito tuvo de vecinos al pensador Donoso Cort¨¦s y al escultor Torre Isunza, en Villanueva nacieron Pedro de Valdivia (fundador de Santiago de Chile) y Felipe Trigo, tal vez el mejor exponente espa?ol de novela er¨®tica; nadie le ha hecho sombra en ese terreno, seg¨²n algunos expertos, desde que se suicid¨®, en 1916.

Al pueblo de Magacela lo llaman El Balc¨®n de la Serena, porque est¨¢ ocupando un cerro con magn¨ªficas vistas a esa comarca de pastores donde se elabora, por cierto, una torta (queso cremoso) tan c¨¦lebre ya como la torta del Casar.

A Magacela le danmucho bombo. Es cierto que, seg¨²n los folletos, tienemuchas cosas; conviene, sin embargo, que el visitante vaya vacunado contra hip¨¦rboles, si no quiere sufrir decepciones.No va a defraudarle, en cambio, el palacio- santuario de Cancho Roano, un yacimiento tart¨¦sico un par de kil¨®metros antes de llegar a Zalamea. Muy bien explicado en su anexo Centro de Interpretaci¨®n, aflor¨® en 1978, cuando un labrador de Zalamea quiso desarraigar unas encinas.

D¨ªstico de Trajano

Zalamea de la Serena fue elmunicipiumromano de Iulipa, y su tarjeta de presentaci¨®n sigue siendo el c¨¦lebre d¨ªstico de ¨¦poca de Trajano; unmonumento funerario consistente en dos columnas de m¨¢s de 23 metros y que era frecuente en las provincias orientales del Imperio, como Siria, pero no en Europa (s¨®lo hay otro enMaguncia, Alemania); se salv¨® porque fue convertido en campanario de la vecina iglesia, hasta hace poco.

Adem¨¢s de esta rareza, Zalamea destaca por dos timbres literarios: en su castillo, reconvertido en palacio, escribi¨® Nebrija la primera Gram¨¢tica de la lengua castellana, en el siglo XVI. Y unos a?os m¨¢s tarde, Calder¨®n de la Barca se hizo eco de una leyenda urbana de la ¨¦poca para tramar El alcalde de Zalamea, m¨¢xima expresi¨®n del teatro del honor del siglo XVII espa?ol; desde 1994, los vecinos del pueblo reviven la historia, cada mes de agosto, por las calles del pueblo.

Las suaves ondulaciones de La Serena se sueldan con la llamada Campi?a Sur, que huele ya a Andaluc¨ªa. Llerena, la capital comarcal, tiene algo de andaluz en el trenzado de la cal con el oro de la piedra, como la miga y la corteza de un pan, que dir¨ªa Juan Ram¨®n de su Moguer. Llerena es ciudad desde mucho antes que las dos capitales ya citadas. Y ello debido a la pujanza conseguida al estar vinculada a la Orden de Santiago y al Tribunal del Santo Oficio. Tanto los maestres de la orden como los cl¨¦rigos inquisitoriales se pertrecharon de buenas casas y palacios, y alguna cosilla dispusieron para la plebe, claro, como hospitales o p¨®sitos.

El patrimonio art¨ªstico de Llerena es importante; la iglesia de Nuestra Se?ora de la Granada, por ejemplo, parece una catedral. Como Francisco de Zurbar¨¢n vivi¨® 10 a?os en Llerena con su mujer (aqu¨ª naci¨® su hijo Juan, buen pintor de bodegones), el artista pint¨® el retablo de esa iglesia, desbaratado en la guerra de la Independencia, y del que s¨®lo se conserva un Cristo en la cruz.

Otro pueblo grande de la campi?a es Azuaga, que tambi¨¦n premia a las visitas con un granado refrigerio arquitect¨®nico. Como el castillo de Miramontes, de origen ¨¢rabe, y tres parroquiasmonumentales. Adem¨¢s de un Museo Etnogr¨¢fico, alojado en una casona rom¨¢ntica conocida como Central Cinema, que recoge objetos y recrea ambientes de la vida cotidiana en las comarcas de la sierra y la campi?a; junto con el ya citado de Don Benito y otro que hay en el castillo de Olivenza, forma un terno dif¨ªcil de batir, de lo mejor que Espa?a ofrece en ese terreno.

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