Pol¨ªticas contra la crisis
La anunciada reuni¨®n del presidente del Gobierno con el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n para estudiar la eventual adopci¨®n de medidas consensuadas -al estilo de los acuerdos transversales de republicanos y dem¨®cratas en Estados Unidos- frente a la crisis ir¨¢ precedida por una sesi¨®n de trabajo de los equipos econ¨®micos del Ejecutivo y del PP, decisi¨®n tanto m¨¢s prudente cuanto que ni Zapatero ni Rajoy son demasiado duchos en la materia. Desde los s¨ªntomas alarmantes de las hipotecas subprime en agosto de 2007 hasta las quiebras bancarias y empresariales de este verano, el agravamiento de la situaci¨®n exige la actualizaci¨®n o rectificaci¨®n de las estrategias antic¨ªclicas.
Zapatero y Rajoy s¨®lo dispondr¨¢n de un estrech¨ªsimo margen para consensuar medidas antic¨ªclicas
Por equivocados que hayan sido los diagn¨®sticos del presidente del Gobierno sobre la crisis, imputables tambi¨¦n a centros de decisi¨®n pol¨ªtica de otros pa¨ªses, los desaf¨ªos actuales son demasiado importantes para permitir que el debate siga centrado de forma obsesiva sobre los aciertos logrados y los errores cometidos en la identificaci¨®n retrospectiva de los lebreles -galgos o podencos- lanzados tras la liebre de la prosperidad econ¨®mica.
Aun dadas por descontadas las diferencias existentes entre los sistemas pol¨ªticos europeos y el r¨¦gimen presidencialista americano y su estructura de partidos, las tensiones surgidas en el Congreso de Estados Unidos para aprobar el Plan de Salvamento cuatro semanas antes de las elecciones de noviembre (que no s¨®lo designar¨¢n al nuevo presidente, sino que tambi¨¦n renovar¨¢n a toda la C¨¢mara de Representantes y a un tercio el Senado) son una buena muestra de los peligros que acechan a cualquier acuerdo entre Gobierno y oposici¨®n en tiempos de crisis. Si bien quedan todav¨ªa cuatro a?os para las legislativas, el atestado calendario electoral de aqu¨ª a 2012 (las vascas, europeas y gallegas abrir¨¢n la marcha en el primer semestre de 2009) no s¨®lo trabajar¨¢ a favor o en contra de las expectativas de socialistas y populares, sino que tambi¨¦n ser¨¢ decisivo a la hora de resolver si el candidato presidencial del PP es Rajoy o Aguirre.
Para pactar estrategias antic¨ªclicas compartidas, as¨ª pues, el presidente del Gobierno y el l¨ªder del PP dispondr¨¢n de un estrech¨ªsimo margen, delimitado por la necesidad de aparecer ante la luz p¨²blica como pol¨ªticos responsables y por la voluntad secreta de proteger su caladero electoral de la letal influencia de las medidas impopulares. La huera consigna period¨ªstica de reproducir en 2008 los Pactos de la Moncloa de 1977 descansa sobre una falsa analog¨ªa hist¨®rica referida a un episodio de la transici¨®n. Mientras Zapatero contin¨²e afirmando que su gesti¨®n -y no la fase ascendente del ciclo- cre¨® tres millones de puestos de trabajo durante la anterior legislatura y Rajoy siga respondi¨¦ndole que la torpeza del Gobierno -y no la etapa descendente del ciclo- destruye ahora cientos de miles de empleos, resultar¨¢ imposible que Gobierno y PP logren consensuar pol¨ªticas contra el paro.
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