"Dios es brasile?o"
Lula recoge los frutos de las pol¨ªticas de Estado aplicadas en Brasil
Al presidente de Brasil le gusta decir que "Dios es brasile?o". Y quienes le han escuchado estos d¨ªas durante la campa?a de las elecciones municipales, que se celebran hoy, comienzan a preguntarse hasta qu¨¦ punto Luiz In¨¢cio Lula da Silva habla en broma o lo piensa en serio. Porque lo cierto es que el gigante suramericano, eternamente a punto de despegar, parece haber levantado definitivamente el vuelo. Y no s¨®lo en t¨¦rminos econ¨®micos o de estabilidad pol¨ªtica. Brasil ha asumido la responsabilidad de ejercer activamente el liderazgo regional, llevando a la pr¨¢ctica una doctrina manejada por todos los Gobiernos del pa¨ªs, seg¨²n la cual Suram¨¦rica es el ¨¢rea de influencia estrat¨¦gica de este pa¨ªs.
Este pa¨ªs ha asumido la responsabilidad de ejercer el liderazgo regional
"?La crisis? Preg¨²ntele a Bush", responde cuando se le interpela
Viendo la trayectoria de Brasil en los ¨²ltimos a?os, pocos recuerdan que apenas en 2002, cuando Lula estaba a punto de llegar a la presidencia del pa¨ªs a la cabeza del Partido de los Trabajadores (PT), el ex sindicalista pas¨® las ¨²ltimas semanas de su campa?a electoral tranquilizando a los mercados financieros y asegurando que Brasil cambiar¨ªa, pero que las reglas del juego ser¨ªan respetadas. Lula demostr¨® que en Brasil existe una realidad rara en Latinoam¨¦rica: las pol¨ªticas de Estado. Y es que el presidente m¨¢s popular del continente -el pr¨®ximo 13 de octubre recibir¨¢ en Toledo el Premio Don Quijote-, que lidera una idea de izquierda alejada del populismo, est¨¢ recogiendo los frutos sembrados por ¨¦l mismo. Pero, adem¨¢s, ha asistido a la culminaci¨®n de grandes proyectos iniciados por sus predecesores.
Brasil se siente fuerte y sus vecinos conf¨ªan en ¨¦l. Un ejemplo. La imagen registrada hace dos semanas del presidente boliviano, Evo Morales, sentado a la misma mesa de negociaci¨®n junto a dirigentes regionales que niegan su autoridad y lideran un conflicto que amenaza con convertirse en una guerra civil, s¨®lo es explicable por la intervenci¨®n directa del presidente brasile?o y su Ministerio de Exteriores.
Otro dato. Esta misma semana, Lula ha convertido a la ciudad de Manaos en el epicentro de la futura red de comunicaciones transamericana. En el mapa, Manaos se encuentra literalmente sepultada por la selva amaz¨®nica, pero el proyecto brasile?o no ha sido recibido ni con una sombra de escepticismo entre sus vecinos, como hubiera pasado hace pocos a?os. Las propuestas brasile?as ya no provocan un levantamiento de ceja ir¨®nico entre los diplom¨¢ticos vecinos, especialmente los del sur.
Pero la excelente imagen internacional del presidente -bastante mejor que en el interior de su pa¨ªs, como suele suceder- no basta para justificar este momento dulce brasile?o. Con una econom¨ªa que act¨²a como un gran aspirador, Brasil se lleva 90 de cada 100 de los d¨®lares que llegan a Suram¨¦rica en forma de inversi¨®n extranjera. Sus 180 millones de habitantes y una seguridad jur¨ªdica s¨®lo igualada por Chile en la zona, convierten al pa¨ªs en uno de los mercados m¨¢s atractivos del mundo. Desde hace d¨¦cadas, comenz¨® a investigar con los biocombustibles. Hoy es el mayor productor del mundo de etanol y pr¨¢cticamente todo su parque automovil¨ªstico funciona en mayor o menor medida con combustibles no derivados del petr¨®leo. Estados Unidos no ha dudado -o no ha tenido m¨¢s remedio- en buscar a Lula como aliado para introducir los biocombustibles a escala mundial y el brasile?o ha aceptado la invitaci¨®n, consciente de que la energ¨ªa le permitir¨¢ aumentar de manera decisiva la influencia de su pa¨ªs en el continente.
A pesar de venir de una izquierda combativa como es el sindicalismo brasile?o, Lula -al contrario de lo que hacen muchos de los presidentes suramericanos- no hace distinciones a priori entre amigos y enemigos. Este presidente, que no habla m¨¢s que portugu¨¦s, tiene una buena relaci¨®n con mandatarios de todo el espectro pol¨ªtico, desde George W. Bush a Hugo Ch¨¢vez. Y al mismo tiempo Brasil se expresa con toda dureza cuando lo estima necesario. Igual lanza advertencias a Venezuela sobre su papel en Bolivia, o aplica medidas de estricta reciprocidad en el trato a ciudadanos de pa¨ªses como Espa?a, Canad¨¢ y Estados Unidos. En las fronteras brasile?as todos los ciudadanos estadounidenses deben someterse al mismo proceso -preguntas, huellas dactilares electr¨®nicas, fotos y pago de tasas- al que los brasile?os son sometidos cuando llegan a EE UU.
Lula ha continuado y dado nuevos argumentos a una tarea emprendida por sus predecesores y que es fundamental para hacerse con el liderazgo regional. Brasil capitanea la alternativa m¨¢s seria y viable al proyecto estadounidense que cree en un ¨¢rea de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego. Evitando la tentaci¨®n de recurrir s¨®lo a la ideolog¨ªa, el presidente brasile?o ha puesto sobre la mesa cifras, fechas y resultados para defender que esa fusi¨®n se produzca por bloques: uno de los m¨¢s grandes, el Mercosur, est¨¢ liderado por Brasil. Y cuando es necesario adopta buenas ideas ajenas que terminar¨¢n apareciendo como suyas. As¨ª, esta semana Lula ha dado el visto bueno a la creaci¨®n del Banco del Sur, una idea de Hugo Ch¨¢vez, a la que el brasile?o ha restado toda carga antiestadounidense.
La diferencia fundamental entre Brasil y sus vecinos es que el primero ve la jugada de lejos. Lula ya ha salido al paso de un nuevo movimiento estadounidense que si bien no produce preocupaci¨®n desde un punto de vista pr¨¢ctico, s¨ª lo es en cuanto simboliza. Washington ha decidido reactivar su IV Flota que tiene base en Florida, pero ser¨¢ destinada a patrullar las aguas del Atl¨¢ntico Sur. Unas aguas en las que precisamente Brasil ha descubierto reservas de petr¨®leo que se suponen entre las mayores del mundo. "Estamos preocupados", ha reconocido el mandatario brasile?o ante la prensa local. Para Brasil, el Atl¨¢ntico Sur se ha convertido en un ¨¢rea de inter¨¦s estrat¨¦gico y s¨®lo est¨¢ dispuesto a compartirlo con Sur¨¢frica, pa¨ªs con el que ha estrechado relaciones pol¨ªtico econ¨®micas de forma exponencial en los ¨²ltimos a?os y a resignarse a la cada vez m¨¢s importante presencia brit¨¢nica en una extensa zona en torno a las Malvinas.
Brasil tiene buena imagen y Lula sabe aprovecharlo. Fajado en d¨¦cadas de discusiones pol¨ªticas y en su segundo y ¨²ltimo mandato, el inquilino del palacio de Planalto ha aprendido a torear con las cuestiones espinosas. "?La crisis? Preg¨²ntele a Bush. La crisis no es m¨ªa", responde cuando se le interpela.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.