Desorden en Europa

La expresi¨®n "la crisis ha saltado el Atl¨¢ntico", poco afortunada en principio porque la crisis financiera es, por definici¨®n, global, ha cobrado realidad f¨ªsica con la intervenci¨®n apresurada de los bancos Fortis y Dexia en B¨¦lgica, el alem¨¢n Hypo Real State, m¨¢s la decisi¨®n de Irlanda de avalar los dep¨®sitos de sus bancos. Con mayor propiedad se puede decir que en Europa se ha instalado la conciencia de que los bancos comerciales europeos pueden quebrar; resulta, adem¨¢s, que, a diferencia de Estados Unidos, la crisis en Europa puede manifestarse en forma de p¨¢nico de los ahorradores y reclamaci¨®n en masa de los dep¨®sitos. Son indicios inquietantes que no deber¨ªan traducirse en respuestas pol¨ªticas hist¨¦ricas que contribuyan a degradar la inquietud en p¨¢nico.

Ante los primeros s¨ªntomas de dificultades en los bancos, la respuesta del Benelux, Alemania e Irlanda ha sido sensata y, sobre todo, eficaz, puesto que ha cortado de ra¨ªz el problema. La pol¨¦mica sobre el intervencionismo no tiene respuestas claras. La mayor¨ªa de las crisis financieras se han resuelto con intervenciones del Estado; en mayor o menor medida, el poder p¨²blico siempre ha sido el avalista en ¨²ltima instancia. Parece m¨¢s pragm¨¢tico establecer que una intervenci¨®n p¨²blica debe acarrear consecuencias dolorosas para quienes con su mala gesti¨®n la hacen inevitable y, por supuesto, tienen que generar un endurecimiento de las leyes para evitar que el mismo error o fraude pueda repetirse.

Pero que las intervenciones nacionales hayan sido correctas no significa que no planteen problemas. A diferencia de EE UU, Europa no es una unidad pol¨ªtica. Por eso, una cadena de intervenciones en aquellos pa¨ªses m¨¢s afectados por la marea negra de las hipotecas basura puede provocar desequilibrios financieros dif¨ªciles de corregir. Como bien han sugerido algunas autoridades comunitarias, el hecho de que existan mercados financieros nacionales m¨¢s protegidos que otros implica el riesgo de que los ahorros fluyan aceleradamente hacia ellos. Las decisiones econ¨®micas deslavazadas, convertidas en pol¨ªticas de "perjuicio al vecino", agravaron la depresi¨®n posterior a 1929 y reforzaron el clima preb¨¦lico de 1939. Se impone una armonizaci¨®n en las protecciones de los dep¨®sitos. Pero ?qui¨¦n puede ejecutar esa armonizaci¨®n? Hoy est¨¢ claro que el Ecofin deber¨ªa tener m¨¢s poder, que el BCE deber¨ªa disponer de m¨¢s capacidad de intervenci¨®n y que Europa ha descuidado la creaci¨®n de un protocolo de actuaci¨®n para emergencias financieras.

La zozobra bancaria que recorre Europa se cruza con la recurrente tensi¨®n entre Francia y Alemania cada vez que surge una oportunidad para regular Europa. No se sabe si por pura histeria ante las amenazas que pueden pesar sobre la banca francesa o por el deseo de aprovechar una oportunidad para aumentar el peso relativo de Francia frente a Alemania, Nicolas Sarkozy se ha apresurado a pedir una estrategia com¨²n, con confusas peticiones, luego desmentidas, de creaci¨®n de un fondo com¨²n anticrisis, como el de Estados Unidos. Sea, adm¨ªtase que Europa necesita coordinaci¨®n financiera. En ning¨²n momento de la historia econ¨®mica reciente ha sido tan necesario que Francia y Alemania rindan sus diferencias y avalen esa estrategia com¨²n. -