Copas para despu¨¦s del trabajo

Corbata aflojada, tacones discretamente arrinconados bajo la mesa. Es jueves por la tarde, ese purgatorio obligado entre lo laborable y el bendito fin de semana. En una esquina del s¨®tano de Isolee, una pareja de oficinistas comparte un benjam¨ªn de Mo?t & Chandon.

Saquen el diccionario, esto es el afterwork en el Bubble Lounge. Es decir, el momento para tomar algo despu¨¦s del trabajo en una sala dentro de un establecimiento adecuada para tal uso y patrocinada por una marca, en esta caso una bebida con burbujas (de ah¨ª bubble). Gracias a Dios, el encargado del Isolee, Rodrigo Men¨¦ndez, pone un poco de cordura: "En el fondo es el mismo concepto de siempre, pero en m¨¢s fino; en vez de tomar una ca?a con bravas, se toma champ¨¢n con foie".

Las marcas de bebidas vieron el fil¨®n y patrocinan estas veladas

La nueva etiqueta ("inventada por alg¨²n departamento de marketing", seg¨²n Men¨¦ndez) llega de Londres y Nueva York y cada vez es usada por m¨¢s locales para atraer clientela y atenci¨®n medi¨¢tica. Las premisas son: m¨²sica suave, c¨®cteles o espumosos, canap¨¦s gratis, decoraci¨®n urbana y un p¨²blico m¨¢s o menos ejecutivo. La discreci¨®n tambi¨¦n importa: "Vemos muchos ligoteos de oficina y alguna conspiraci¨®n contra el jefe", dice Men¨¦ndez.

En Madrid el concepto triunfa los jueves (en el extranjero tambi¨¦n es los martes) y va por zonas. Abundan locales en la Castellana (como el BlueBar y el Realcaf¨¦ Bernab¨¦u, ambos en Concha Espina) y en el barrio de Salamanca (como el Lagoa, en Serrano, o Cuatrobajocero, en Alcal¨¢).

El barrio marca el curr¨ªculo de los clientes. Por ejemplo, en el Isolee, en la calle Infantas, "hay mucho oficinista y funcionario de las instituciones cercanas, como el Ministerio de Cultura, el ICEX, el Instituto Cervantes...", seg¨²n el encargado. "Vamos, que no es el p¨²blico de Chueca".

"Ubicaci¨®n, ubicaci¨®n, ubicaci¨®n", dijo el magnate hotelero Conrad Hilton preguntado por la clave del negocio. No es de extra?ar entonces que el hotel Ritz albergue en su hall el afterwork m¨¢s sibarita de Madrid, patrocinado por Dom Perignon. Sibarita significa, exquisito y caro, entre 40 y 80 euros la copa de champ¨¢n. Eso s¨ª, acompa?ada con un par de tapas deliciosas e hiperb¨®licas: vieira a la plancha con crema de batata y su crujiente o Velut¨¦ de patata al tartufo con mi-cuit de pato y pi?ones. Bajo la m¨¢xima "?el champ¨¢n es bueno hasta para desayunar!", Giovanni de Virgilio explica que su clientela, en una zona de consultor¨ªas, consta sobre todo de ejecutivos que viene a seguir trabajando "para hacer negocios en un entorno m¨¢s agradable que el despacho". "Muchos tienen horario americano, de nueve a cinco", dice. Para suavizar las tensiones laborales cuentan incluso con un saxofonista que le d¨¦ "un aire m¨¢s festivo y juvenil que el piano" a la velada afterwork.

El afterwork en Madrid comenz¨® en locales como el Glass Bar del hotel Urban y el Privee con veladas dirigidas a profesionales que convocaban abogados o publicistas. Las marcas de bebidas vieron el fil¨®n, y se apuntaron al patrocinio de estas tardes fuera de la oficina en las que la conversaci¨®n sigue siendo el trabajo. De hecho, la publicaci¨®n franc¨®fona Le Courrier d'Espagne celebra cada tanto exclusivos afterworks (a los que se accede con invitaci¨®n) que promueven los negocios entre sus asociados.

Al otro lado del espectro, los bares de toda la vida, como el Iberia en la glorieta de San Bernardo, que lleva 70 a?os sirviendo a los currantes. Ellos tambi¨¦n se especializan, su objetivo profesional: los taxistas. Aut¨®nomos en su mayor¨ªa, sin horario americano, por lo que el flujo afterwork se extiende a lo largo del d¨ªa, "esto siempre est¨¢ lleno", dice uno de los camareros. "?After qu¨¦?", pregunta otro y saca la libreta para que se lo escriban. "Ya no saben que inventarse...". La ca?a, con tapa, sale por 1,25 euros.