Exhumar no es identificar
Todo lo que no sea dar sepultura digna es inhumano, como es el caso de las fosas comunes de la Guerra Civil. Pero sin coordinaci¨®n en toda Espa?a, la ya dif¨ªcil tarea de identificaci¨®n de los cad¨¢veres va a ser imposible
Todo lo relacionado con la Guerra Civil y sus consecuencias es, a¨²n a estas alturas del siglo XXI, tema sensible y complejo, con m¨²ltiples aristas, donde no es f¨¢cil entrar sin verse afectado y donde no hay modo de escribir algo sin salir malparado. Que esto sea as¨ª ideol¨®gica o pol¨ªticamente me parece triste, pero que esto afecte a las actuaciones profesionales cient¨ªficas me parece deplorable.
Si entre todos fu¨¦semos capaces de alejar este tema de la batalla pol¨ªtica, donde los unos lo utilizan para atacar a los otros -que de inmediato se dan por aludidos-, quiz¨¢s lograr¨ªamos respetar la memoria de los fallecidos, dar ejemplo a nuestros hijos y dejar trabajar a los profesionales.
Incluso con las mejores t¨¦cnicas, no podr¨¢ pon¨¦rseles nombre a miles de fusilados
La Universidad de Granada va a convocar a todos los especialistas para aunar criterios
Vayamos por partes. Siempre, desde los m¨¢s pret¨¦ritos tiempos a la actualidad, han existido rituales funerarios y a las personas se les ha dado sepultura, o incinerado o sumergido, siguiendo unas costumbres propias de cada ¨¦poca y cultura. Siempre he dicho y escrito claramente que respeto la vida tanto como la muerte, y creo firmemente que la dignidad de las personas que nos han precedido permanece, ante los dem¨¢s seres humanos, en sus restos, y es posible que quiz¨¢s influya en esta postura mi educaci¨®n y el sentirme cristiano cat¨®lico. Por ello considero que todo lo que no sea dar sepultura de modo reglado no es propio del ser humano, ni de su dignidad, cual es el caso evidente de las fosas comunes de la Guerra Civil espa?ola, y por ello soy partidario de la dignificaci¨®n de todos los enterramientos comunes y, si se requiere por los familiares, de las identificaciones en los casos en que t¨¦cnicamente sea posible.
Y es que hay dos temas que llegado este momento me preocupan de modo especial: las identificaciones y su coordinaci¨®n. En referencia a las identificaciones, creo que se est¨¢ confundiendo lo que se puede hacer con lo que se quisiera hacer. La gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas de la Guerra Civil (si asumimos que puede haber m¨¢s de 100.000) no podr¨¢n ser identificadas, y ello por las limitaciones de las t¨¦cnicas y de la historia. Siendo requisito necesario para la identificaci¨®n la comparaci¨®n, los datos de tipo antropol¨®gico (ni que decir tienen los odontol¨®gicos), incluso los gen¨¦ticos, se ven negativamente afectados por el paso del tiempo.
Antropol¨®gicamente obtendremos datos muy fiables sobre el sexo, edad en el momento de la muerte y estatura de las v¨ªctimas de un enterramiento, incluso datos de ciertas lesiones o causas de muerte, pero poco efectivas para identificarlos, a no ser que sean fosas con pocas v¨ªctimas y donde todas o la gran mayor¨ªa sean conocidas. Es muy probable pensar que en la mayor¨ªa de los casos las v¨ªctimas sean varones, de edades j¨®venes y de estaturas comprendidas entre los 155 y 170 cent¨ªmetros. Crear una base de datos de este tipo no ayuda a casi nada en t¨¦rminos de identificaci¨®n, puesto que no se conseguir¨¢ diferenciar a unos de otros, y esto no es culpa de los antrop¨®logos ni de los pol¨ªticos, es simplemente falta de materiales adecuados de referencia.
La identificaci¨®n odontol¨®gica, tan ¨²til en otras situaciones, se ver¨ªa muy limitada en este caso, ya que pensar en fichas dentales de las v¨ªctimas fallecidas hace 70 a?os es, m¨¢s que nada, una quimera, porque si pocas habr¨ªa, menos estar¨¢n localizadas. A esto hay que a?adir que no todos los restos tienen ¨ªntegras sus dentaduras, limitando a¨²n m¨¢s el valor de estos estudios.
Finalmente, el an¨¢lisis gen¨¦tico, la famosa "prueba del ADN" que tantos esgrimen como algo m¨¢gico y definitivo, tiene igualmente sus limitaciones. Una identificaci¨®n fiable basada en el ADN exige dos cosas. En primer lugar, el poder obtener del hueso ADN de calidad y en cantidad suficiente, lo cual no siempre es posible, especialmente en huesos de esta antig¨¹edad. Esto implica el repetir los an¨¢lisis, trabajar con las muestras por duplicado, etc¨¦tera, y ello encarece y enlentece los procesos de estudio. Pero es que en segundo lugar se necesitan muestras de referencia de familiares m¨¢s o menos cercanos, ya que de lo contrario no conseguimos identificaciones fiables, sino m¨¢s bien descartes de quien no puede ser.
Con el paso de los a?os, muchas de las v¨ªctimas de la Guerra Civil no tienen familiares vivos que compartan suficientes caracter¨ªsticas gen¨¦ticas como para permitir la identificaci¨®n; otras familias, ni siquiera quieren o¨ªr hablar del tema, mientras que otras emigraron hace decenas de a?os, y as¨ª sucesivamente.
Todo ello impone la necesidad de manejar todos los datos conjuntamente, los hist¨®ricos en primer lugar, a los que habr¨¢ que a?adir datos antropol¨®gicos y gen¨¦ticos para, en conjunto, tratar de establecer las identificaciones. Sin embargo, a priori, creo sincera y tristemente que en las grandes fosas comunes, y en general en todas aquellas que tengan m¨¢s de 10 o 15 personas, las identificaciones como tales no van a ser posibles, y no por estar en Espa?a, ya que los mismos problemas tendr¨ªan en Alemania, Jap¨®n o Estados Unidos.
Por ello es necesario barajar la posibilidad -como de hecho se ha hecho- de dignificar los lugares de los grandes enterramientos -sin excavar ni exhumar- o de trasladar sin identificar los restos a otros lugares que no sean los de paso obligado de las aguas en las tardes de tormenta, como algunos de estos restos pueden estar ahora.
Y en relaci¨®n con todo lo anterior surge mi segunda preocupaci¨®n personal y profesional: la coordinaci¨®n de las identificaciones. Si de verdad se pretende identificar al mayor n¨²mero de v¨ªctimas hay que considerar a Espa?a como un todo y no fragmentar la informaci¨®n, ya que es evidente que muchas personas fallecieron lejos de sus lugares habituales de residencia y que sobre otras ni siquiera hay datos fiables (los "an¨®nimos" de muchas grandes fosas). Lo que hasta ahora se ha hecho (excavaciones puntuales en diversos lugares de nuestra geograf¨ªa), siempre con la mejor de las intenciones, no s¨®lo no es operativo, sino que es el modo ideal de garantizar el m¨ªnimo posible de resultados satisfactorios.
Los diversos grupos de trabajo que se generen deben de estar perfectamente coordinados, siguiendo protocolos comunes que permitan el intercambio de datos personales, gen¨¦ticos, antropol¨®gicos, etc¨¦tera, que con todas las garant¨ªas legales funcione de modo automatizado, encriptado y compatible. Esto no es f¨¢cil, pero si no se hace muchos esfuerzos ser¨¢n bald¨ªos. Por otra parte, si se hace tarde, el gasto de readaptar y compatibilizar todas las bases de datos ser¨¢ tambi¨¦n enorme, y el costo habr¨¢ de ser detra¨ªdo del m¨¢s noble fin de usar el dinero en pos de realizar identificaciones positivas.
Del mismo modo, hay que acordar los criterios m¨ªnimos de identificaci¨®n, valorando las circunstancias de cada caso, pero siguiendo los est¨¢ndares internacionales. No se puede estar trabajando en Villa Arriba de un modo y en Villa Debajo de otro. No se deben emplear decenas de miles de euros en estudiar un caso determinado y que no haya medios para estudiar otros.
Por todo ello, la Universidad de Granada va a convocar en fechas pr¨®ximas a todos los especialistas en identificaci¨®n humana que ya han participado en casos de nuestra Guerra Civil, con objeto de coordinar las actuaciones profesionales y solicitar a las autoridades el seguimiento de las mismas. Se trabajar¨¢ en una declaraci¨®n formal donde se propongan los criterios cient¨ªficos y t¨¦cnicos aplicables. Los profesionales iremos, al menos, con orden y todos de la mano: primero, necesitamos generar datos claros y objetivos de las fosas comunes, de las posibles v¨ªctimas que hay en ellas y de sus datos, as¨ª como de los familiares y descendientes deseosos de colaborar; despu¨¦s, se valorar¨¢n las v¨ªas de identificaci¨®n posibles, y se abordar¨¢n los casos de modo inmediato y coordinado.
A partir de ah¨ª, queda en manos de las autoridades pol¨ªticas nacionales y auton¨®micas el facilitar este trabajo si de verdad se quiere que se produzcan resultados positivos, y en este sentido veo muy poca coordinaci¨®n, pese a que me constan las mejores intenciones. Ahora bien, si no es esto lo que se busca, podemos seguir como estamos en este momento, cada uno por su casa y los muertos en tierras de todos.
Jos¨¦ Antonio Lorente Acosta, profesor y especialista en Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada.
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