Momentos cr¨ªticos
La crisis ha llegado al bar de la esquina, hay cola para leer los peri¨®dicos del d¨ªa que el establecimiento pone a disposici¨®n de los clientes. Esta ma?ana hubo una peque?a disputa por el diario deportivo entre dos parroquianos. V. acus¨® a R. por acaparar sus p¨¢ginas demasiado tiempo, la discusi¨®n subi¨® de tono porque V. es un fan¨¢tico del Real Madrid y R. un apasionado del Atleti y, seg¨²n la opini¨®n del primero, el segundo se hab¨ªa regodeado en exceso y en voz alta con la cr¨®nica del empate madridista en el Bernab¨¦u, en justa r¨¦plica con el recochineo que el d¨ªa anterior hab¨ªa aplicado V. sobre la goleada del Bar?a a los colchoneros. La crisis ha reducido al m¨ªnimo la recaudaci¨®n de las propinas y los h¨¢bitos de consumo del personal son m¨¢s sobrios y moderados que nunca. A ojo de buen camarero se percibe una ca¨ªda del 15% en el sector ca?as y en los desayunos el despacho de porras y churros, hasta ahora mod¨¦lico por su estabilidad, empieza a sufrir las consecuencias de la recesi¨®n. La media docena de pac¨ªficos alcoh¨®licos que suelen ocupar por las noches las mesas del fondo mantienen el tipo: el precio de sus venenos favoritos no ha subido por el momento. Pero incluso en esta irreductible cofrad¨ªa empiezan a detectarse s¨ªntomas alarmantes. M. ha cambiado el whisky escoc¨¦s por el nacional y L. ha regresado a las copas de ponche porque dice que es una bebida m¨¢s nutritiva. Sobre las propiedades nutrientes de las bebidas alcoh¨®licas se escuchan por estos rincones las m¨¢s peregrinas teor¨ªas. X. asegura y demuestra con su ejemplo que se puede subsistir, e incluso desarrollar una tripita, con una dieta a base de cerveza y tapas.
Las tapas gratuitas que acompa?an a ca?as y vinos experimentan una tendencia a la baja
Las tapas gratuitas que acompa?an a las cervezas y los vinos experimentan tambi¨¦n una tendencia a la baja, dos aceitunas menos por platillo y rodajas m¨¢s finas de chorizo; las lascas de jam¨®n son m¨¢s transparentes que nunca. El bar sigue ofreciendo raciones de ib¨¦rico, pero la verdad es que los selectos productos del m¨¢s noble de los cerdos nunca tuvieron demasiada aceptaci¨®n entre la clientela de este bar de barrio. El jam¨®n ib¨¦rico tuvo sus momentos de auge antes de que cerraran la agencia inmobiliaria de la esquina. A S. y T. que celebraban aqu¨ª sus mejores ventas invitando generosamente a sus compa?eros de barra, no se les ha vuelto a ver el pelo, ni la cartera, desde que chaparon el chiringuito.
La Liga de f¨²tbol y la crisis de todo lo dem¨¢s son los temas recurrentes de conversaci¨®n; el paro y la sanidad p¨²blica madrile?a (??) van ganando puestos. En el tema de la crisis econ¨®mica la parroquia se divide claramente en dos bandos, apocal¨ªpticos e integrados, como en el libro que Umberto Eco public¨® en los a?os sesenta y que defin¨ªa dos posturas antag¨®nicas ante los medios de comunicaci¨®n. El des¨¢nimo que cunde entre los apocal¨ªpticos les convierte en el sector m¨¢s r¨¢cano del bar. Esto no es nada, proclaman, esto no ha hecho m¨¢s que empezar, lo peor no ha llegado a¨²n, hay que adelgazar los presupuestos para poder apretarse el cintur¨®n sin que nos corte el resuello. Fiel a sus principios, F., uno de los adalides del sector apocal¨ªptico, hace acopio de azucarillos y ya se ha ganado una suave reprimenda de B., el camarero de buen ojo, que no se ha tragado la excusa de que hace colecci¨®n de bolsitas de az¨²car y cambia los repetidos con sus colegas de afici¨®n. Los apocal¨ªpticos consumen poco, no dejan propinas y se dedican a dar la brasa a los integrados, que pregonan la inutilidad de ser ahorrativos en estos tiempos. Z., el l¨ªder de la facci¨®n, polemiza con sus rivales y explica su teor¨ªa de que no vale para nada ahorrar cuando los ahorros est¨¢n en peligro porque dentro de poco, ya lo est¨¢n avisando, no habr¨¢ suficientes garant¨ªas para los dep¨®sitos de bancos y cajas. En tiempos de crisis el dinero no vale nada y no hay que guardarlo, sino ponerlo en circulaci¨®n cuanto antes para reactivar los mercados. Consecuente con su pensamiento, Z., que sabe que soy de los suyos, acaba de pedirme 20 euros que har¨¢ circular de un lado al otro del mostrador, pagando una ronda s¨®lo a sus partidarios. Al enemigo apocal¨ªptico ni agua del Canal de Isabel II, que dentro de poco, con la privatizaci¨®n, ser¨¢ un bien escaso y m¨¢s caro. Ah¨ª coinciden ambos bandos.
Es el segundo sablazo de esta ma?ana. Hace unos minutos, Y solicit¨® mi contribuci¨®n para financiar el kit de supervivencia que piensa llevarse la semana que viene cuando le ingresen en el nuevo hospital de Puerta de Hierro; tiene que comprar mantas, una linterna por si hay apagones, papel higi¨¦nico y objetos de aseo personal. Y quiz¨¢s un chubasquero y botas de agua por si se producen goteras o inundaciones.
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