As¨ª se cuece un Premio Nobel
Un acad¨¦mico sueco relata la historia del galard¨®n literario, que se falla hoy
Los 10 millones de coronas (un mill¨®n de euros) del Premio Nobel de Literatura de este a?o tienen, ahora mismo, cinco posibles destinatarios. Esta tarde, a la una, Horace Engdahl, secretario de la Academia Sueca, sacar¨¢ al mundo de dudas. ?Mario Vargas Llosa, Milan Kundera, Philip Roth? ?El sueco Per Olof Enquist, como dice una encuesta alemana, o ninguno de ellos? No m¨¢s de cinco ya, en todo caso. Son los que han pasado una criba que se inici¨® hace un a?o.
En cuanto se conoce un ganador, la Academia pide nuevos candidatos a cerca de 700 personas e instituciones de todo el mundo. As¨ª, 200 nombres pasan a ser objeto de estudio por parte del Comit¨¦ Nobel, un grupo de cinco miembros encargado de reducir la lista a otros tantos autores. Son los que antes del verano quedan en manos de los 18 acad¨¦micos (17 este a?o; hay una vacante), que deciden qui¨¦n engrosa un palmar¨¦s que en 1901 inaugur¨® el franc¨¦s Sully Prudhomme.
La semana pasada, adem¨¢s, el propio Engdahl calde¨® el ambiente con unas declaraciones en las que afirmaba que Europa, y no Estados Unidos, "sigue estando en el centro del universo literario mundial". Un cap¨ªtulo m¨¢s en una trayectoria de audacias, suspicacias y errores a la que Kjell Epsmark ha dedicado El Premio Nobel de Literatura. Cien a?os con la misi¨®n, un libro sin desperdicio que la editorial N¨®rdica publicar¨¢ en Espa?a en los pr¨®ximos d¨ªas. Epsmark sabe de lo que habla: es acad¨¦mico desde hace m¨¢s de 20 a?os y en los ochenta fue presidente del Comit¨¦ Nobel. Eso s¨ª, sobre los cientos de documentos -informes, contrainformes, listas, cartas- que el premio produce pesa un secreto de medio siglo. Por eso se pudo saber hace dos a?os c¨®mo se coci¨® en 1956 el galard¨®n a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Alfonso Alegre lo ha contado en Cr¨®nica de un Premio Nobel (Residencia de Estudiantes).
En El Premio Nobel de Literatura, Espmark ha resumido m¨¢s de un siglo en casi 400 p¨¢ginas llenas de grandes gestos y peque?as miserias.
- Un testamento. Epsmark insiste en que la historia de la distinci¨®n literaria m¨¢s importante del mundo es casi la de "un intento de interpretaci¨®n de un testamento poco claro". El del propio Alfred Nobel, que antes de morir en 1896 dict¨® una cl¨¢usula espec¨ªfica para el galard¨®n de letras: que se concediera a quien hubiera producido "lo mejor en sentido ideal". Los dolores de cabeza vinieron siempre de la palabra ideal.
- El candidato perfecto. La Academia Sueca ten¨ªa un siglo largo cuando recibi¨® el encargo de gestionar el premio. Era un reducto conservador, de ah¨ª que varios miembros votaran en contra de aceptar la donaci¨®n de Nobel. De ah¨ª tambi¨¦n que la traducci¨®n que durante m¨¢s de una d¨¦cada se manej¨® para ideal fuera Dios. As¨ª, Tolst¨®i y Zola fueron descartados por her¨¦ticos y pesimistas. El "candidato casi perfecto", dice Epsmark, era el brit¨¢nico Rudyard Kipling. Abanderado de la fe, las leyes y la disciplina, gan¨® en 1907.
- El Nobel global. Consciente de que la literatura iba por un lado (la ruptura) y el Nobel por otro (la tradici¨®n), la Academia se renov¨® despu¨¦s de las incertidumbres de la Primera Guerra Mundial para, en los a?os treinta, interpretar ideal como popular. Fue el momento de grandes ¨¦xitos estadounidenses como Sinclair Lewis y Pearl S. Buck. La Segunda Guerra detuvo el premio durante cuatro a?os pero marc¨® el momento de compensar a los innovadores (Gide, Eliot, Faulkner). Los setenta, entretanto, asentaron unos criterios de utilidad que duran hasta hoy. Aparte de la calidad, que se presupone, el galard¨®n debe se?alar g¨¦neros literarios, idiomas o ¨¢mbitos culturales tradicionalmente postergados. Llegaba el Nobel global y se abr¨ªa la puerta a Asia y ?frica. Y a las mujeres, s¨®lo 11 en 106 a?os de historia. Cinco de ellas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. La m¨¢s reciente, Doris Lessing, en 2007.
- El escritor del a?o. Aunque ahora el Nobel premia toda una carrera, sus estatutos piden que se valoren los trabajos realizados "durante el a?o anterior". Tambi¨¦n la idea de literatura es el¨¢stica. Lo han ganado historiadores (Theodor Mommsen), fil¨®sofos (Bertrand Russell) y hasta pol¨ªticos (Churchill). Eso s¨ª, Freud fue rechazado por cient¨ªfico. En los a?os setenta, la Academia dej¨® por escrito que su premio no era al mejor escritor del mundo -"algo as¨ª no existe"-, sino "a uno muy bueno".
- Los espa?oles. El cuarto Nobel de la historia fue, en 1904, para Jos¨¦ Echegaray. Luego vendr¨ªan Benavente, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Aleixandre y Camilo Jos¨¦ Cela. En Vicente Aleixandre se premi¨® a la generaci¨®n del 27 en el momento, 1977, de la llegada a Espa?a de la democracia. Se pens¨® en que lo compartiera con Alberti para atender al exilio, pero pes¨® m¨¢s el papel del primero como maestro de los j¨®venes.
Candidatos espa?oles hubo m¨¢s. El m¨¢s firme de todos ellos, Benito P¨¦rez Gald¨®s. Tambi¨¦n, Ortega y Men¨¦ndez Pidal. El catal¨¢n ?ngel Guimer¨¤, candidato en 1919, fue rechazado para no ofender a los castellanohablantes.
- Los rechazos. Joyce e Ibsen pagaron su audacia ante una Academia tradicionalista, y Paul Val¨¦ry fue el eterno finalista en los treinta. En 1945 se lo iban a dar pero muri¨®. Unamuno era firme candidato en 1935 y ese a?o no hubo Nobel. Sartre jug¨®, en 1964, el papel contrario: rechaz¨® el galard¨®n. Luego reclam¨® el dinero.
- Los pol¨ªticos. La I Guerra Mundial llen¨® el palmar¨¦s de escandinavos. As¨ª, un premio marcadamente franco-alem¨¢n evitaba alinearse. Las lenguas minoritarias siempre han sido un tema peliagudo, pero Espmark recuerda que a veces fueron decisivas traducciones hechas en edici¨®n de 18 ejemplares. Lo mismo que Pasternak (1958), Solzhenitsin (1970) o Brodsky (1987) levantaron ampollas en la URSS, Gao Xingjian las levant¨® en China en 2000. La Academia no responde a las quejas oficiales. En palabras de su secretario: "Con las decisiones del premio pasa como con los besos, no hay que pedir permiso antes ni disculpas despu¨¦s".
Babelia
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