"En Iglesia y sexo, Espa?a no ha cambiado tanto"
Este hombre grande y bonach¨®n, que viene a desayunar despu¨¦s de haberse comido unos huevos rancheros en su casa, es tan bueno que incluso acepta, para el atrezo de este desayuno, comerse dos cruasanes reci¨¦n hechos. Es tan bueno que incluso lo era cuando, hace 30 a?os, muchos le consideraron un demonio. Luis Mart¨ªnez Ros fue el editor del c¨¦lebre Libro Rojo del cole.
Lo trae en la mano; las manos de Luis Mart¨ªnez Ros, de 62 a?os, que ahora tambi¨¦n es editor, director de Met¨¢fora, son grandes, como ¨¦l; en ¨¦l es grande todo: los ojos, las gafas, las manos. Y en esa mano enorme que nos tiende lo sostiene. El fot¨®grafo, Crist¨®bal Manuel, pregunta: "?Y eso qu¨¦ es?". Lo preguntar¨¢n muchos lectores que tienen la edad de Crist¨®bal o de las hijas menores de Luis (tiene tres y un var¨®n). Y ese librito que ahora abulta lo que un cruas¨¢n fue una piedra de esc¨¢ndalo descomunal.
El editor del 'Libro Rojo del cole' cree que hoy tambi¨¦n causar¨ªa esc¨¢ndalo
En realidad, no era de Luis, era de dos daneses, Soren Jansen y Jesper Jensen, cuya obra recorri¨® Europa con enorme ¨¦xito y recal¨® en Espa?a cuando la transici¨®n tomaba cuerpo. El libro comenzaba as¨ª: "Los adultos son tigres de papel". Y a partir de ah¨ª ofrec¨ªa una informaci¨®n que no desde?aba nada y que convert¨ªa al ni?o en el protagonista de la escuela.
Como dir¨ªa Francisco Candel, ?Dios la que se arm¨®! "En realidad, al principio el libro pas¨® desapercibido", dice Luis, "pero Cristina Almeida, que era concejal del Ayuntamiento de Madrid, lo puso en una cesta de regalos para unas bibliotecas, y alguien lo abri¨®". Con tan aviesas intenciones que el libro lleg¨® al juez, ¨¦ste abri¨® un proceso, se solidarizaron todas las editoriales que entonces contaban, y tambi¨¦n entraron en el saco del juez...
Un esc¨¢ndalo may¨²sculo. Mart¨ªnez Ros, que era el director de Nuestra Cultura, la editorial izquierdosa que public¨® el libro (en versi¨®n de Pina L¨®pez Gay, l¨ªder del PT al que pertenec¨ªa Luis, "nadie es perfecto"), vino a este peri¨®dico, pidiendo ayuda, y ahora, tantos a?os despu¨¦s, lo cuenta con la iron¨ªa que da el tiempo, mojando el cruas¨¢n en su caf¨¦ con leche: "F¨ªjate el tiempo que ha pasado, y a¨²n se sigue poniendo el grito en el cielo porque a los chicos les ense?en sexualidad en las aulas".
Claro, el grito lo puso la Iglesia entonces, a trav¨¦s del juez, y ahora es tambi¨¦n la Iglesia la que clama al cielo, "porque se ense?e a los chicos lo que a ella no le gusta". "En este pa¨ªs ¨¦sa es la asignatura pendiente: ah¨ª est¨¢n los improperios de la Cope, los obispos en la calle... Parece que hemos cambiado mucho, y no hemos cambiado tanto, a ese respecto".
El libro era contra la autoridad, contra esos adultos que son tigres de papel. Abordaba la pornograf¨ªa, la homosexualidad, la ense?anza; y lo ilustraba Romeu. "Hoy podr¨ªa causar parecido esc¨¢ndalo, habida cuenta de que en la sociedad el autoritarismo que el libro denunciaba sigue existiendo, y el autoritarismo es la madre del caos. Y sigue existiendo la Iglesia, cuyo dominio sobre la ense?anza los obispos no parecen querer soltar nunca".
Mart¨ªnez Ros naci¨® en M¨¦xico, de republicanos exiliados; de ah¨ª le viene la pasi¨®n por los huevos rancheros. Aqu¨ª ha aceptado un cruas¨¢n, que es una condena venial si la comparamos con la multa que le puso el juez por amplificar aquel librito que le vali¨® una persecuci¨®n del demonio.
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