Culto a la banalidad
El arte de Hans-Peter Feldmann es inconcebible sin su trabajo a trav¨¦s de la banalidad. Puede envolverse en un manto de Tiziano, vestir un disfraz de arlequ¨ªn o pintar un ojo bizco y una p¨²stula sobre el rostro abotargado de un mugriento lienzo rescatado de alg¨²n mercadillo. Feldmann es un pintor sin modelo, un jinete a pleno galope en una pinacoteca; un zumbido, una tajada en la oreja. Un ser profundamente curioso que vive en los sue?os de los grandes pintores y al que le gusta jugar con esa mu?eca rota llamada Vida. Pocas veces un artista es capaz de lanzarse de cabeza a la Historia tan alegremente sin salir maltrecho.
En la galer¨ªa ProjecteSD hemos visto su balsa de la Medusa, personajes que luchan por salirse del cuadro que les aprisiona, fotograf¨ªas e im¨¢genes rutinarias que parecen teoremas de la imaginaci¨®n. Cualquier objeto kitsch desespera al ojo a la vez que lo seduce. Un dibujo coloreado del pico del Everest se exhibe al lado de una orqu¨ªdea fotografiada con total precisi¨®n, hasta creemos poder olerla. Sobre una mesa descansa una vulgar tetera que quiere despegarse de su sombra. Las tres Gracias o Ad¨¢n y Eva aparecen como esculturas de yeso torpemente coloreadas con amarillos y rosas chillones. Todo en este peque?o gabinete es tan dispar; y sin embargo creemos ver en cada objeto la pieza del puzle que completa el autorretrato de un artista capaz de romper el cascar¨®n de los dogmas. Feldmann no utiliza atajos porque cree que el arte es un largo camino -ese camino falso- que va m¨¢s all¨¢ del cinismo y las apolog¨ªas. Para este artista inesperado y secreto, la Victoria de Samotracia es menos hermosa que unos guantes de boxeo.
Un objeto ordinario puede hacernos mantener la vista y el silencio, como si fuera una urna griega
Hans-Peter Feldmann vive y trabaja en D¨¹sseldorf. Desde los setenta, sus obras se han mostrado en los m¨¢s importantes eventos art¨ªsticos internacionales y en los principales museos europeos. En 2001, la Fundaci¨®n T¨¤pies le dedic¨® una retrospectiva donde las conexiones entre la vida y el arte se enmascaraban con carism¨¢tica iron¨ªa. En el ¨²ltimo Skulptur Project de M¨¹nster (2007), el artista alem¨¢n hizo remodelar los ba?os p¨²blicos del Domplatz con cer¨¢mica de colores vivos y grandes fotograf¨ªas de flores. De un modo encantador, colg¨® una l¨¢mpara con l¨¢grimas de colores muy cerca de un urinario. Fue su particular homenaje a la primera lumbrera est¨¦tica dada¨ªsta. A Feldmann, la obra en s¨ª no le interesaba, su sentir ten¨ªa que ver con el concepto de la palabra "p¨²blico", de manera que la gente pod¨ªa usar esas instalaciones como si estuviera en el ba?o de su propia casa.
El sentido del trabajo de este autor mercurial es que no produce obras de arte a la manera convencional. Colecciona, documenta y ordena fotograf¨ªas tomadas por ¨¦l mismo o sacadas de peri¨®dicos o acumula objetos de su entorno cotidiano. Nunca firma las obras, ni les pone fecha. El tema es la ausencia del original. La reproductibilidad como una de las bellas artes. Un objeto ordinario puede hacernos mantener la vista y el silencio, como si fuera una urna griega. Pero su intensidad siempre ser¨¢ burlona. Para Feldmann, la trascendencia es posible dentro de un parque de atracciones.
En uno de sus primeros trabajos, convertido posteriormente en libro (Toda la ropa de una mujer), 70 peque?as fotos en blanco y negro de unas prendas femeninas conforman un retrato enternecedor de alguien muy pr¨®ximo al artista. Otra pieza, One pound of Strawerries, est¨¢ compuesta por 34 fotos de todas las fresas que forman una libra de peso. 100 Years es una monumental serie fotogr¨¢fica con 101 retratos de personas de entre 8 y 100 a?os, una vanitas que le hace sentirse a uno como si viera pasar su propia vida a 300 kil¨®metros por hora en un f¨®rmula 1. Feldmann hace del eclecticismo su marca de originalidad. El arte, insiste, es artificiosidad.
Ojal¨¢ sea mucha la gente dispuesta a contemplar su obra, que discurre en la estela de toda una corriente solidaria cuyos trabajos tienen el efecto de la intuici¨®n: Fischli & Weiss, Sherrie Levine, Louise Lawer, Richard Prince o de manera diferente Sigmar Polke, aunque sus estrategias de apropiaci¨®n se hayan convertido finalmente en otra categor¨ªa acad¨¦mica -una tem¨¢tica- pues sus obras han terminado por situarse al mismo nivel que los objetos que parec¨ªa que iban a desplazar.
Y a quien no entra en la categor¨ªa de apropiacionista, se le llama recuperador. Jonathan Monk y David Shrigley son dos brit¨¢nicos con carreras independientes. En la galer¨ªa Estrany & De la Motta, han encontrado un territorio com¨²n para mostrar sus Corroborative paintings (pinturas confirmativas), un conjunto de 20 lienzos en forma de d¨ªpticos compuestos por un texto en la parte inferior y un dibujo en la superior. Monk se encarga de rotular una frase -extra¨ªda de los trabajos de Lawrence Weiner, Gilbert & George, Bruce Nauman, John Baldessari- y su colega, a partir de todo ese guisote de m¨¢ximas m¨¢s o menos afortunadas, garabatea un dibujo, siguiendo la metodolog¨ªa de los Chinese Whispers (juegos de tel¨¦fono), una libre asociaci¨®n basada en el malentendido y el error, y cuyo resultado est¨¢ muy cercano al grafiti. Shrigley, que siempre quiso ser futbolista, explica que su fuente de inspiraci¨®n es la crueldad y la violencia. As¨ª es como la Premier Ligue se ha ahorrado un hooligan.
Con todo, lo mejor de esta exposici¨®n es su nula pretensi¨®n. Shrigley y Monk funcionan mejor por separado, quiz¨¢s porque son capaces de estetizar la persecuci¨®n de lo trivial en nuestras vidas. Estas "pinturas corroborativas" hubieran colado en los ochenta, cuando no importaba dignificar la decadencia de la pintura. Ser¨ªa deseable que desde los despachos de las galer¨ªas se insistiera en mostrar el aret¨¦ del artista. Tal y como est¨¢n las cosas, es lo menos que se puede pedir. -
Hans-Peter Feldmann. ProjecteSD. Passatge Mercader, 8, bajos. Barcelona. Hasta el 15 de noviembre. Jonathan Monk & David Shrigley. Corroborative Paintings. Galer¨ªa Estrany & De la Motta. Passatge Mercader, 16. Barcelona. Hasta el 15 de noviembre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.