Guerra cultural en Estados Unidos
El papel fundamental del nuevo presidente es proporcionar bienes p¨²blicos como la seguridad, la regulaci¨®n de unos mercados en los que florezca la empresa privada y el desarrollo internacional
Sarah Palin es el Katyusha del Estados Unidos de color rojo, conservador. Hasta ahora, sus ataques no est¨¢n sirviendo de nada.
Por si no ten¨ªa suficientes enemigos reales a los que combatir, Estados Unidos lleva varios a?os envuelto en guerra consigo mismo. Lo llama la guerra cultural, y ha generado m¨¢s palabrer¨ªa que la mayor¨ªa de las verdaderas guerras de la historia. Ahora, John McCain ha recurrido a sus t¨¢cticas de ej¨¦rcito rojo para eludir la derrota que se cierne sobre ¨¦l, y Sarah Palin es su Katyusha.
"En nuestro pa¨ªs estamos en una guerra de religi¨®n en la que el premio es el alma de Am¨¦rica", declar¨® el nacionalista conservador Pat Buchanan durante la convenci¨®n nacional republicana de 1992. "Es una guerra cultural, tan cr¨ªtica para el tipo de naci¨®n que alg¨²n d¨ªa seremos como lo fue la guerra fr¨ªa". Ese mismo a?o, explic¨® que "la Bosnia de la guerra cultural es el aborto". Como preve¨ªa Buchanan, ¨¦sta ha sido una guerra por el poder: no el poder militar, sino el que nace de inspirar las normas, las creencias y los valores que rigen la vida de la gente y los significados que otorgamos a palabras como liberalismo, patriotismo o incluso cultura. Los dos bandos en esta guerra se denominan rojo y azul, que corresponden respectivamente al color de los Estados republicanos y dem¨®cratas en los mapas electorales.
La selecci¨®n de Palin, una candidata tan poco cualificada, no puede explicarse m¨¢s que como c¨¢lculo electoral
En los sondeos de opini¨®n instant¨¢neos, una clara mayor¨ªa pens¨® que Obama hab¨ªa ganado el debate
En esta causa, nadie ha generado m¨¢s palabrer¨ªa que el presentador de Fox News Bill O'Reilly, que en 2006 public¨® un libro orgullosamente titulado Culture Warrior
[El guerrero de la cultura]. En ¨¦l dice que la guerra cultural es una batalla entre los tradicionalistas (los "guerreros-T") como ¨¦l y "las fuerzas entregadas del movimiento laico-progresista que quieren cambiar Estados Unidos radicalmente: moldearlo a la imagen de Europa occidental". ?Como Europa! Dios m¨ªo, qu¨¦ horror.
O'Reilly llama a estas fuerzas laicas-progresistas las fuerzas "S-P" [iniciales de secular-progressive], e identifica a George Soros como "el jefe de las fuerzas S-P". Con un estilo inquietantemente familiar para cualquier estudioso del siglo XX, ilustra el fragmento que le dedica con una foto poco favorecedora del financiero y fil¨¢ntropo, acompa?ada de un pie que dice "George Soros, jefe de S-P, maestro titiritero y hombre del dinero". "Nacido George Schwartz en una familia jud¨ªa de Hungr¨ªa en 1930", explica, "Soros adopt¨® la identidad de un ni?o gentil cuando los nazis invadieron el pa¨ªs, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial". Es lo que llaman un dato en la Fox (en realidad, fue el padre de Soros el que cambi¨® el nombre de la familia en 1936, y los nazis no invadieron Hungr¨ªa hasta 1944: tres errores en el espacio de una insinuaci¨®n). En cualquier caso, ?qu¨¦ puede tener que ver esa biograf¨ªa personal con un debate sobre las pol¨ªticas culturales y sociales en los Estados Unidos del siglo XXI?
Tras vilipendiar a "medios de izquierdas como la Canadian Broadcasting Corporation y la British Broadcasting Company" (otra vez un dato de la Fox: se llama British Broadcasting Corporation), O'Reilly aprieta los conflictivos botones de la guerra cultural con su gran manaza: el aborto, las drogas, el matrimonio homosexual, la idea de no celebrar la Navidad, el ate¨ªsmo, los medios y las ¨¦lites liberales o -como prefiere llamarlos- "S-P". The New York Times, dice en un ep¨ªlogo a la edici¨®n de bolsillo, se ha "convertido en un panfleto de las causas laico-progresistas". Y as¨ª sucesivamente. Y as¨ª sucesivamente.
?Importa todo esto? Durante el ¨²ltimo decenio, ha importado mucho. El colocar el debate pol¨ªtico en t¨¦rminos culturales conservadores -una contrarrevoluci¨®n contra la revoluci¨®n de 1968- contribuy¨® de forma significativa a las victorias electorales de George Bush en 2000 y 2004. Y una forma de entender la direcci¨®n emprendida por la campa?a de McCain en las ¨²ltimas semanas es ¨¦sta: la guerra cultural es lo ¨²nico que puede darnos la victoria. Con Irak, perdemos. Con la econom¨ªa, perdemos. Pero, si caricaturizamos el car¨¢cter distinto y liberal de un candidato llamado Barack Obama, quiz¨¢ podamos arrebatarle la victoria a las fauces de la derrota.
Y aqu¨ª hace su aparici¨®n Sarah Palin, el cohete Katyusha del Estados Unidos rojo (conf¨ªo en que no le importe que haga una analog¨ªa rusa porque, como ella misma nos dijo, desde Alaska se puede ver Rusia). La selecci¨®n de una candidata tan claramente poco cualificada para la vicepresidencia no puede explicarse m¨¢s que como c¨¢lculo electoral, y ese c¨¢lculo tiene todo que ver con la pol¨ªtica de la guerra civil cultural del pa¨ªs. Sus arremetidas populistas y caseras contra las ¨¦lites de Washington (a?¨¢dase "progresistas" o "S-P" al gusto) forman parte del probado arsenal sem¨¢ntico del ej¨¦rcito rojo.
El Katyusha Palin dirige los ataques contra Obama. Esta semana, ha intentado repetidamente cubrirlo de alquitr¨¢n y plumas por su asociaci¨®n con el antiguo terrorista William Ayers. El mensaje, que ni siquiera es subliminal, es: no es como nosotros, es como ellos.
Como los otros: ¨¦lites, liberales, progresistas, subversivos, inmigrantes e infieles, ?europeos disimulados! El primer cap¨ªtulo del libro de O'Reilly comienza con un imaginario discurso sobre el estado de la Uni¨®n en 2020 pronunciado por una presidenta llamada Gloria Hern¨¢ndez. Hispana y mujer. Peor a¨²n, una presidenta que celebra la condici¨®n de Estados Unidos como "una naci¨®n diversificada que se esfuerza para estar en paz con el mundo". Qu¨¦ aterrador. Qu¨¦ espeluznante. Mucho mejor Palin como presidenta.
Donde dice Gloria Hern¨¢ndez, l¨¦ase Barack Obama. O "ese de ah¨ª", como se refiri¨® McCain a ¨¦l sin ning¨²n respeto durante el debate presidencial del martes por la noche. Por ahora, la t¨¢ctica no est¨¢ sirviendo de nada. En las elecciones, lo importante es la econom¨ªa, est¨²pidos. La cartera puede m¨¢s que el libro de oraciones. Por mucho que McCain presuma de ser un "inconformista", no puede separarse de ocho a?os de gobierno republicano que est¨¢n culminando en la peor crisis financiera desde 1929 y una deuda nacional de casi el doble que al principio. Y a Obama se le da mejor la econom¨ªa: es m¨¢s claro, m¨¢s concreto y siempre la lleva al terreno de las luchas cotidianas de los ciudadanos corrientes. En los sondeos de opini¨®n instant¨¢neos, una clara mayor¨ªa pens¨® que Obama hab¨ªa ganado el debate, como est¨¢ ganando en la mayor parte de las encuestas, tanto nacionales como en los estados m¨¢s decisivos.
Aunque la t¨¢ctica de zarpas rojas de la guerra cultural no consiga derrotar a Obama en el ¨²ltimo minuto, su victoria no supondr¨¢ el final de esta guerra, pero s¨ª es posible que signifique el principio del fin. Seamos claros: esta guerra no acabar¨¢ con una victoria de los azules sobre los rojos, ni viceversa. Acabar¨¢ con la coexistencia aceptada y pac¨ªfica en una misma sociedad de confesiones, sistemas de valores y estilos de vida diferentes, con arreglo a las directrices marcadas hace siglos por el liberalismo cl¨¢sico de John Locke y otros, que tanta influencia ejerci¨® sobre los padres fundadores de este pa¨ªs. No consistir¨¢ en que los "liberales" (en el sentido distorsionado en el que se usa esta palabra en Estados Unidos) den una paliza a los conservadores, sino en una recreaci¨®n del liberalismo cl¨¢sico para el siglo XXI. No habr¨¢ unos azules que aniquilar¨¢n a los rojos, sino rojos, blancos y azules, de acuerdo con la promesa que hizo Obama, al principio de su campa?a, de que no existen Estados rojos y Estados azules, sino s¨®lo Estados Unidos.
El mundo necesita que Estados Unidos supere su guerra civil cultural y que la supere pronto. No es que estas cuestiones morales, culturales y sociales no sean importantes. Son de las cosas m¨¢s importantes que existen. Pero tambi¨¦n son de las m¨¢s privadas. La labor del Gobierno y la ley debe limitarse a proveer un marco liberal (en el sentido cl¨¢sico) en el que los hombres y las mujeres puedan tomar decisiones personales sobre bienes privados. Y ¨¦sa debe ser s¨®lo una peque?a parte de lo que hace el Gobierno. Porque, en cambio, el papel fundamental del Gobierno es proporcionar bienes p¨²blicos como la seguridad nacional y personal, la regulaci¨®n de unos mercados en los que pueda florecer la empresa privada, el desarrollo internacional que favorezca nuestros intereses nacionales y un medio ambiente limpio mediante el uso de energ¨ªas diversificadas y sostenibles. Eso es lo que Estados Unidos necesita de su nuevo presidente, y eso es lo que el mundo necesita de Estados Unidos.
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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