Moda can¨ªbal
La sucesora de Valentino, Alessandra Facchinetti, ¨²ltima v¨ªctima de una industria voraz que exige resultados inmediatos
Los ¨¢rbitros de la elegancia tambi¨¦n pierden las formas. La Semana de la Moda de Par¨ªs termin¨® en trifulca tras anunciar la casa Valentino el despido de su directora creativa, Alessandra Facchinetti, con una virulencia inaudita en la industria de las falsas apariencias. Se cumpl¨ªan dos semanas de intensas y ominosas especulaciones acerca de la inestable posici¨®n de la dise?adora de 36 a?os, cuando el s¨¢bado se emiti¨® un comunicado que alegaba "desajustes en la visi¨®n de la compa?¨ªa" para justificar su salida. No hab¨ªan pasado ni 24 horas desde la presentaci¨®n de su segunda colecci¨®n de pr¨ºt-¨¤-porter para Valentino.
Dos horas m¨¢s tarde, Facchinetti difundi¨® su propia versi¨®n. Lamentaba haber conocido por la prensa su desahucio y respond¨ªa a los caritativos piropos que la direcci¨®n le hab¨ªa dedicado: "Agradezco el aprecio demostrado a mi 'contribuci¨®n creativa y sofisticado talento', aunque siento que ¨¦stos no hayan sido adecuadamente reconocidos". Facchinetti, que debut¨® en febrero como sucesora del carism¨¢tico Valentino Garavani, sabe como pocos lo dif¨ªcil que es caminar tras un mito: en 2004 relev¨® a Tom Ford en Gucci para ser despachada sin contemplaciones tras dos colecciones de tibia acogida.
Garavani, de 76 a?os, anunci¨® en septiembre de 2007 su retirada, siete semanas despu¨¦s de celebrar con gran pompa su 45? aniversario en la moda y a los tres meses de que el fondo de inversi¨®n Permira se hiciera con el grupo al que pertenece la empresa. Se asume que no le dieron opci¨®n. Valentino se despidi¨® con un desfile de alta costura en enero, pero, fiel a su egoc¨¦ntrico estilo, se ha esforzado por no desaparecer: en julio inaugur¨® una exposici¨®n sobre su carrera en el Museo del Louvre y en agosto estren¨® un documental en el Festival de Cine de Venecia. Tampoco ahora quiso perder cuota de protagonismo y, con cierta sa?a, mand¨® su propio comunicado congratul¨¢ndose por la elecci¨®n de sus antiguos ayudantes y responsables de la divisi¨®n de accesorios, Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, como reemplazo de Facchinetti. "Han estado a mi lado muchos a?os y han demostrado respeto y amor por mi trabajo. Hay miles de dise?os en los archivos que pueden y deben ser una inspiraci¨®n para un producto Valentino adaptado al presente". Zanjaba con una pu?alada: "Es una l¨¢stima que su predecesora nunca sintiera esa necesidad".
La moda, como Saturno, se come a sus propios cachorros. Convertida en los ¨²ltimos 15 a?os en una industria millonaria que rinde cuentas en Bolsa (el grupo l¨ªder del sector, Mo?t Hennessy Louis Vuitton, ha facturado 4.239 millones de euros en ropa y marroquiner¨ªa en los primeros nueve meses de este a?o), no tiene paciencia para experimentos. Tras la muerte en junio de 2007 de Gianfranco Ferr¨¦, Lars Nilsson se puso al frente de su taller. En febrero, d¨ªas antes de su debut en Mil¨¢n, se le ense?¨® la puerta. Por Emanuel Ungaro han desfilado cuatro dise?adores desde que ¨¦ste se retirara cuatro a?os atr¨¢s, y las cabezas tambi¨¦n han rodado pronto en Celine (tres modistas en ese intervalo) o en Chlo¨¦, que acaba de estrenar a Hannah MacGibbon tras el fiasco de Paolo Melim Andersson: tres colecciones y a casa.
"Es el signo de nuestro tiempo", opina Tim Blanks, una aut¨¦ntica instituci¨®n de la cr¨ªtica de moda. "Las marcas se han convertido en m¨¢quinas de hacer dinero y funcionan como la m¨²sica o el cine. Vales tanto como tu ¨²ltima colecci¨®n. Es la supervivencia del m¨¢s fuerte y se buscan beneficios inmediatos. La pasta habla y la gente escucha". Un malicioso rumor serpenteaba en Par¨ªs: que en Valentino no se hab¨ªa recibido ni un solo pedido para la primera (y ¨²nica) colecci¨®n de alta costura de Facchinetti, que present¨® en julio.
"En todo caso, ?qui¨¦n quiere un Valentino firmado por otro?", se pregunta Blanks. "Cuando Picasso muri¨®, a nadie se le ocurri¨® coger sus pinceles y ponerse a pintar en su nombre. Tampoco sucedi¨® eso con Alfred Hitchcock o Charles Dickens. ?ste es el ¨²nico negocio en el que se intenta replicar el sello de un autor". Por si faltaba madera en el fuego de la contienda, Giancarlo Giammetti, eterno compa?ero profesional y vital de Valentino, tambi¨¦n mand¨® el pasado fin de semana su propia nota: "Pretender transformar y revolucionar el estilo Valentino es una utop¨ªa y una p¨¦rdida desde el principio".
Como en tantos otros ¨¢mbitos, a finales de los noventa, enriquecerse en esta industria parec¨ªa un juego de ni?os. Bastaba con tomar un nombre venerable en el ocaso, inyectarle la sangre de un nuevo dise?ador y tumbarse a esperar. La f¨®rmula funcion¨® con Tom Ford en Gucci, John Galliano en Christian Dior y Marc Jacobs en Louis Vuitton. Pero ahora no se buscan fichajes estrella, sino j¨®venes semidesconocidos, cartuchos f¨¢cilmente intercambiables y mucho m¨¢s baratos. Facchinetti consigui¨® cr¨ªticas aceptables y se coincid¨ªa en se?alar que su sensibilidad, un tanto afectada, pod¨ªa atraer a una clientela m¨¢s joven y moderna. ?sa, ella supon¨ªa, era la idea. En la trastienda del que ser¨ªa su ¨²ltimo desfile, se viv¨ªa una escena rid¨ªcula. Mientras Stefano Sassi, director general de la compa?¨ªa, confirmaba sin hacerlo su inminente salida, Facchinetti atend¨ªa a la prensa, hecha un manojo de nervios, y defendiendo su visi¨®n ante quien quisiera escucharla: "Quer¨ªa hacer ropa lujosa y rica, pero m¨¢s liviana. Que puedan llevar las madres y tambi¨¦n las hijas".
El caso de Valentino ha disparado muchas alarmas. Ha sido el primer relevo de una generaci¨®n septuagenaria con nombres demasiado valiosos para no explotarlos tras su retirada. Si la prueba de Valentino ha sido desastrosa, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ con Ralph Lauren o Giorgio Armani? "Tengo la sensaci¨®n de que los que est¨¢n al mando no saben qu¨¦ est¨¢n haciendo", apunta Tim Blanks. "Estas marcas, adem¨¢s, est¨¢n estrechamente vinculadas al estilo de vida y la personalidad de los hombres que las crearon". Prudentes y cautelosos, los hasta ahora desconocidos Chiuri y Piccoli hacen sus votos: "Seremos fieles a los valores fundamentales de la marca. Estamos profundamente implicados profesional y sentimentalmente con la casa y con su direcci¨®n, y no podemos esperar a asumir este nuevo reto". A ver si, por mansos, no acaban como corderos degollados.
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