El mal del futbolista
El caso de Stefano Borgonovo devuelve al primer plano la misteriosa relaci¨®n entre el f¨²tbol y la enfermedad degenerativa ELA, que ha acabado con la vida de 40 jugadores en Italia
La curva del estadio del Fiorentina fue el pasado mi¨¦rcoles un clamor de solidaridad. Stefano Borgonovo, el ariete que form¨® con Roberto Baggio la mejor delantera de la historia viola, aquella pareja letal conocida como la B2 en los a?os ochenta, hab¨ªa vuelto al Artemio Franchi. En silla de ruedas, sin poder moverse, y con la camiseta viola tapando el tubo que le alimenta a trav¨¦s de la tr¨¢quea, Borgonovo se dirigi¨® a la afici¨®n por el sintetizador que interpreta sus pensamientos y dijo: "Gracias a todos. Juntos hemos hecho nacer algo que servir¨¢ para acabar con la stronza" (la gilipollas).
Gullit, Van Basten, Ancelotti, Donadoni, sus compa?eros del m¨ªtico Milan de Arrigo Sacchi, en el que Borgonovo jug¨® la temporada 1989-1990, apenas pod¨ªan contener la pena. Todos saben que la stronza es la esclerosis lateral amiotr¨®fica (ELA), una misteriosa enfermedad degenerativa que ataca a las motoneuronas, las neuronas del movimiento, que paraliza completamente y acaba matando, en un plazo que no suele durar m¨¢s de cuatro a?os, a quienes la sufren.
Nadie se explica por qu¨¦ los centrocampistas resultan m¨¢s afectados que los defensas
Nacido en Giussano el 17 de marzo de 1964, Borgonovo est¨¢ ya en la fase terminal de la enfermedad. Sufre la dolencia desde 2005. Delantero fuerte y fibroso, ahora pesa 50 kilos. Pero se puede considerar casi un afortunado. Recibe la atenci¨®n de su mujer, Chantal, y de sus cuatro hijos, y es atendido por los m¨¦dicos y enfermeros del Nemo, una vanguardista cl¨ªnica milanesa que est¨¢ especializada en ELA.
Otros dos grandes ex futbolistas, Massimo Mauro y Luca Vialli, han sido los encargados de llamar la atenci¨®n sobre la estrecha relaci¨®n entre ELA y f¨²tbol. A trav¨¦s de su Fundaci¨®n para la Investigaci¨®n y el Deporte, las ex estrellas del Juventus y el Sampdoria han financiado proyectos y centros de investigaci¨®n, invertido en equipamientos m¨¦dicos, promovido campa?as de concienciaci¨®n sobre la ELA.
Gracias a su labor divulgativa, hoy se sabe que Armando Segato fue el primer futbolista a quien se diagnostic¨® ELA, en 1968. Muri¨® en 1971, a los 44 a?os. Desde ah¨ª, la lista se fue ampliando dram¨¢ticamente: Ernsr Ocwirk (Sampdoria, fallecido a los 43 a?os), Giorgio Rognoni (Milan, a los 40), Fabrizio Falco (Salernitana, 35), Guido Vincenzi (Sampdoria, 65), Narciso Soldan (Milan, 59), Rino Gritti (Lazio, 51), Albano Canazza (Como, 38 a?os), Gianluca Signorini (Genoa, 42), Fabrizio Dipietropaolo (Roma, 39), Lauro Minghelli (Torino, 31), Ubaldo Nanni (Pisa, 44). El fabuloso extremo escoc¨¦s Jimmy Johnstone, jugador del Celtic, muri¨® en 2006 a los 62 a?os.
Todas esas muertes extra?as, precoces (43 a?os de media) y con el f¨²tbol como denominador com¨²n llevaron al juez Raffaele Guariniello, de la Fiscal¨ªa de Tur¨ªn, especialista en accidentes en el trabajo y en dopaje, a tomar cartas en el asunto. Tras la denuncia de la mujer de Bruno Beatrice, otro ex jugador del Fiorentina, Guariniello certific¨® 40 casos de ex futbolistas con ELA.
Un estudio epidemiol¨®gico realizado con futbolistas que jugaron en Primera y Segunda Divisi¨®n entre 1970 y 2001 demostr¨® que la frecuencia de ELA era significativamente m¨¢s alta (cerca de 6,5 veces) que entre la poblaci¨®n general. El problema es que nadie sabe por qu¨¦.
Seg¨²n el neur¨®logo Gabriele Mora, que, "aunque no se puede definir la ELA como una enfermedad profesional del f¨²tbol, es innegable que existe una relaci¨®n", una mezcla de factores que hace que los futbolistas contraigan m¨¢s la enfermedad.
Entre esos factores, Mora cita todos los que parecen de sentido com¨²n, adem¨¢s de la crucial predisposici¨®n gen¨¦tica: "Los repetidos traumatismos en las piernas, los golpeos de bal¨®n con la cabeza, los esfuerzos intensos, el contacto con los pesticidas de la hierba y el abuso de f¨¢rmacos, especialmente antiinflamatorios".
Pero quedan muchas preguntas abiertas. A saber: ?por qu¨¦ los centrocampistas resultan m¨¢s afectados que los defensas?, ?por qu¨¦ entre los deportistas profesionales la enfermedad surge de media 40 a?os antes que en la poblaci¨®n no deportista?, ?por qu¨¦ hay tres jugadores que jugaron en el Sampdoria la temporada 1958-1959?, ?por qu¨¦ no pasa lo mismo en el rugby?
El llamado mal de Lou Gehrig fue bautizado as¨ª por el jugador estadounidense de b¨¦isbol a quien se diagnostic¨® primero la enfermedad, pero es mucho m¨¢s frecuente en el f¨²tbol americano que en el b¨¦isbol. Un profesor de la Universidad de Miami, Walter Bradley, est¨¢ analizando la posible relaci¨®n entre la ELA y unas cianobacterias halladas en algunos terrenos de juego. En Inglaterra, los neur¨®logos siguen una pista en el sur del pa¨ªs: hay tres jugadores de Segunda Divisi¨®n afectados, los tres, de la misma zona.
La stronza sigue siendo un misterio, pero, gracias a Borgonovo, a Vialli, a Mauro y a la creciente solidaridad de muchos profesionales, cada vez hay m¨¢s m¨¦dicos, m¨¢s dinero, m¨¢s atenci¨®n medi¨¢tica. Lejos de los focos, muchas personas ajenas al f¨²tbol esperan tambi¨¦n una respuesta. Porque, como ha dicho Borgonovo, la ELA no s¨®lo mata, sino que requiere una atenci¨®n paliativa que cuesta una fortuna.
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