?Arrepent¨ªos!
La ¨²ltima aportaci¨®n de Andaluc¨ªa al I+D+i es el consumidor de guardia. Un joven que pertenece a la federaci¨®n de consumidores Facua nos alarma un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n desde la televisi¨®n sobre los riesgos de consumir ¨¦ste o aquel producto. Cuando no son unos caramelos chinos, es la leche en polvo o determinados juguetes que si un ni?o los chupa puede sufrir graves consecuencias. Es de tranquilidad saber que alguien vela por lo que consumimos y que un joven ciudadano y su red de voluntarios (seguramente subvencionados) saben de los efectos sobre la salud del m¨¢s extravagante producto que haya en una tienda de todo a un euro. Es lo que tiene la sociedad de consumo de masas, que desde el m¨¢s rec¨®ndito lugar del planeta nos llegan productos manufacturados sin control. Ya se sabe que muchas veces es mejor no preguntar con qu¨¦ est¨¢n hechos algunos alimentos, pero menos mal que tenemos a los consumidores andaluces que nos alertan sobre cualquier riesgo, desde los efectos de las hamburguesas, al calzado o a las hipotecas. Vivimos en una sociedad plagada de expertos, gente que en su infinita sabidur¨ªa nos atemorizan de manera constante o derraman sus conocimientos sobre las cosas m¨¢s extra?as. Tenemos especialistas de todo tipo pero abundan los cient¨ªficos, los ecologistas y los economistas. Siempre hay un tipo que hizo un m¨¢ster por una universidad americana que se sabe el efecto sobre el cambio clim¨¢tico de la romer¨ªa del Roc¨ªo o de las flatulencias del cerdo ib¨¦rico. Ya sab¨ªamos que llevamos al mundo hacia la destrucci¨®n, pero ahora nos dan medidas en toneladas de CO2 cualquier cosa, desde la afici¨®n por el f¨²tbol hasta la recogida de erizos en la playa de La Caleta. La ciencia ha avanzado tanto que cualquier actividad es mensurable. Est¨¢ de moda el Apocalipsis, los expertos que nos cuentan lo mal que va todo, esos que llaman "profesionales de la preocupaci¨®n", los que nos asustan cada ma?ana desde la radio, la televisi¨®n o los peri¨®dicos, los que nos cuentan lo poco que nos queda sobre la Tierra. ?Arrepent¨ªos, el fin del mundo est¨¢ cerca! Ya sab¨ªamos por Al Gore que si no ponemos medidas para evitarlo el mundo va a la cat¨¢strofe. Ahora por esa v¨ªa se han colado ecologistas y cient¨ªficos diversos que nos auguran el Apocalipsis. Sin ir m¨¢s lejos, parece que la gusana de canutillo est¨¢ al borde de la extinci¨®n fruto del calentamiento del planeta, s¨ªntoma inequ¨ªvoco del desastre que nos espera. ?tem m¨¢s, de los cuatro linces que quedan a uno le ha dado una alferec¨ªa y en la berrea se ha visto a un ciervo af¨®nico, s¨ªntomas de c¨®mo el hombre se ha cargado el planeta. Vivimos con el aliento contenido.
Los economistas de guardia nos dan pruebas de lo mal que va todo. C¨®mo bajan las ventas de cualquier producto, prueba irrefutable de que estamos en crisis, por si usted no se hab¨ªa enterado. No s¨®lo bajan los pisos, la venta de coches, aumenta el paro y el d¨¦ficit p¨²blico. Ahora nos cuentan tambi¨¦n que baja el n¨²mero de licencias de obras, de proyectos visados por los arquitectos, de ventas de maquinillas de afeitar y de valdepe?as con casera. Cada d¨ªa tenemos un dato nuevo de que la cosa est¨¢ mal. No s¨¦ si usted se habr¨¢ enterado de que estamos en crisis pero por si no lo sabe los medios de comunicaci¨®n se lo recordamos con nuevos datos a cada momento, para que usted sepa que el Nikkei, el Ibex y el Dow-Jones van fatal. Menos mal que cerr¨® el Bols¨ªn de Sevilla, que si no le dar¨ªamos un giro andaluz al crash mundial. En cada esquina nos espera el experto con un micr¨®fono. Eso sin contar con la tradicional encuesta en la calle Sierpes donde el pueblo soberano confirma lo que ya sab¨ªamos con el gracejo popular: que la cosa est¨¢ cortita y la de Ubrique en las ¨²ltimas. Si usted no lo sab¨ªa, se lo recordamos a cada momento no vaya a ser que le entre un peligroso ataque de optimismo. As¨ª que ya saben ustedes que entre el consumo irresponsable, el CO2 y las subprime, como cantaba el Masa en Tres Notas Musicales "est¨¢ la cosa chunga".
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