El mundo de Juanjo
Ni tonto, ni muerto, ni bastardo, pero invisible. As¨ª es Mill¨¢s. Y los premios con los que pueda tropezar en su camino no lo har¨¢n menos intangible, a pesar de su aparentemente tangible presencia en los medios. ?Qu¨¦ diablos quiere decir la palabra medios?, me pregunto remed¨¢ndole. Y, citando la cita que, con perd¨®n, ¨¦l cita de Plat¨®n: lo que tomamos por realidad es s¨®lo una copia imperfecta de la realidad.
De lo que deduzco que Juan Jos¨¦ Mill¨¢s es una copia perfecta de su irrealidad. Soy consciente de que, diciendo lo que antecede, sigo remedando a Mill¨¢s. Es dif¨ªcil entrar en un territorio que es su coto l¨®gico-sard¨®nico- literario y salir de ¨¦l sin compartir un trago de lucidez en vaso corto, sin agua y sin hielo. Bastar¨ªa concatenar algunos t¨ªtulos de sus libros para hacernos una idea desordenada de los lindes de ese territorio sin lindes: El jard¨ªn vac¨ªo, Letra muerta, El desorden de tu nombre, La soledad era esto, No mires debajo de la cama o El ojo de la cerradura por donde se ve El mundo, tal y c¨®mo ¨¦l lo percibe, sabedor de que Hay algo que no es como me dicen y ya no es necesario coger ning¨²n tranv¨ªa para transitar por el barrio de los muertos.
Ahora est¨¢n por todas partes, incluso por zonas peatonales. Uno se cruza con ellos y nunca se est¨¢ del todo seguro de si no son ellos los que se cruzan contigo. ?se es el mundo de Mill¨¢s, al que admiro y quiero. Y, desde ese mundo, que no es el otro mundo sino su mundo y nuestro mundo, Mill¨¢s acecha, d¨ªa a d¨ªa, encaramado en sus columnas o asomado al visor de una c¨¢mara, y nos descubre con terror¨ªfico estupor, valga la redundancia, que estamos hechos no s¨®lo de la materia misma de los sue?os sino, y sobre todo, de los mismos cromosomas que las moscas. Pero no sabemos volar.
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