Canad¨¢ repite
Un reforzado Gobierno minoritario conservador gestionar¨¢ la crisis, tras la abultada ca¨ªda liberal
La tercera elecci¨®n general federal en cuatro a?os ha refrendado en Canad¨¢ a los conservadores de Stephen Harper como partido gobernante, minoritario pero suficientemente reforzado en m¨¢s de 15 esca?os respecto a los comicios de 2006. El hecho de que la oposici¨®n liberal, el partido natural de gobierno en el pa¨ªs norteamericano, haya obtenido sus peores resultados desde 1984 -lo que vaticina una pr¨®xima renuncia o, m¨¢s probable, defenestraci¨®n de su gris¨¢ceo l¨ªder, el franc¨®fono Stephane Dion-, unido al cansancio electoral de los canadienses, hace poco probable nuevas aventuras en las urnas a corto plazo.
Harper convoc¨® elecciones anticipadas el mes pasado, esperando conseguir mayor¨ªa parlamentaria. Pero la aguda escalada de la crisis financiera y la aparente parsimonia del primer ministro en afrontarla, adem¨¢s de los nulos resultados producidos por su largo cortejo a los independentistas de Quebec, han pasado factura a los conservadores, un precio, en cualquier caso, pagadero por un partido al que nadie daba m¨¢s de un a?o de mandato cuando consigui¨® el poder en 2006, tras acabar con un largo periodo liberal. El l¨ªder conservador tendr¨¢ que contar para gobernar con alguno de los tres partidos nacionales de la dividida oposici¨®n de izquierda, pero la envergadura de la crisis econ¨®mica ayudar¨¢ presumiblemente a conseguirlo. Desde todos los cuarteles, incluido el zarandeado liberal, se suger¨ªa ayer la necesaria cooperaci¨®n que sirva para capear una situaci¨®n cuyo horizonte m¨¢s temido es que Canad¨¢ acabe engullido por la recesi¨®n del vecino gigante.
Los canadienses pueden haber entregado a su primer ministro un c¨¢liz envenenado al renovarle su confianza. Su pa¨ªs, en la franja privilegiada de todos los ¨ªndices de bienestar, no necesita cambios radicales, s¨®lo mejoras puntuales. Pero la peor crisis econ¨®mica en d¨¦cadas no parece la mejor coyuntura para un nuevo Gobierno minoritario. Harper no s¨®lo debe lidiar con una situaci¨®n cuya envergadura supera las posibilidades de un solo pa¨ªs, incluso de cuentas saneadas. Necesitar¨¢ tambi¨¦n amoldarse a una nueva Administraci¨®n y un nuevo Congreso en EE UU, su principal socio comercial. Y en caso de victoria de Barack Obama, cada vez m¨¢s previsible, estar preparado para un duro pulso sobre sus intenciones de revisar el Acuerdo de Libre Comercio, vital para los intereses canadienses.
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