Los Balcanes y las cabras
Si hay un animal capaz de representar el esp¨ªritu contradictorio y an¨¢rquico de los Balcanes, sin duda ¨¦se es la cabra: siempre pasta por libre y come cualquier cosa. Y sobre todo sobrevive a lo que le echen encima, uno de los leitmotiv de cuantas historias surgen en esta pen¨ªnsula.
En su novela El tiempo de las cabras el escritor macedonio de expresi¨®n albanesa Luan Starova relata la conmoci¨®n que supone tras la Segunda Guerra Mundial para la capital macedonia el que los cabreros de toda la regi¨®n se hayan reunido en la ciudad para ayudar a construir el comunismo. Sin embargo, en los a?os de la posguerra el mariscal Tito no se puede permitir que las cabras dicten la pol¨ªtica y las manda exterminar junto a su caudillo.
La producci¨®n literaria en los Balcanes de los ¨²ltimos a?os viene marcada como siempre por la historia. A pesar de lo denigrante y peyorativo del t¨¦rmino balc¨¢nico, es en esta pen¨ªnsula donde tejen sus ficciones los escritores genuinamente europeos, que adem¨¢s de seguir a pies juntillas el magisterio que imparti¨® Danilo Kis ("la realidad es aquello que no se ve a simple vista"), contaminan con su producci¨®n a sus colegas centroeuropeos. Para sobrevivir en circunstancias adversas hay que plegarse, esquivar o enfrentarse al curso de la historia, y eso es lo que contin¨²an haciendo los escritores balc¨¢nicos de diferentes generaciones.
En La ventana rusa, Dragan Velikic, un joven serbio aspirante a escritor y actor frustrado, recibe el siguiente consejo de un viejo histri¨®n amante de su madre: "Todo lo que la vida te niegue, convi¨¦rtelo en ventaja". La ventana rusa, ese min¨²sculo ventanuco que se abre en los pisos caldeados para ventilar, representa aqu¨ª la posibilidad de evadirse cuando uno lo considera oportuno. Como el protagonista de La bofetada, de David Albahari, que cada semana escribe una columna para un diario belgradense y que lleva a cabo lo que muchos en un r¨¦gimen dictatorial en pleno proceso de podredumbre ponen en pr¨¢ctica: hacerse invisible. Es en los peque?os rituales diarios donde encuentra la manera de ausentarse.
Otros se atreven a enfrentarse con los fantasmas de la historia, y no s¨®lo los m¨¢s recientes. En Ruta Tanenbaum, el bosnio Miljenko Jergovic rescata la historia de dos familias jud¨ªas en el Zagreb de 1932 a 1942. Ruta Tanenbaum, la Shirley Temple croata, es icono de todas aquellas v¨ªctimas de la furia nazi (no s¨®lo la desatada por los alemanes) en los Balcanes, que intelectuales como Slavko Goldstein y Radomir Konstantinovic han diseccionado en su obra.
En un alarde de ejercicio literario concentrado, el montenegrino Ognjen Spahic traza un fresco europeo del siglo XX. En Los hijos de Hansen, novela ambientada en la ¨²ltima leproser¨ªa de Europa, en una Rumania que ve c¨®mo el r¨¦gimen de Ceausescu se desmorona, uno de los pacientes nos ofrece un paseo por la historia del este de Europa en el siglo XX: la Rusia de Nicol¨¢s II y de Stalin (los personajes m¨¢s influyentes seg¨²n los rusos), la entrada del Ej¨¦rcito alem¨¢n en Rumania, los gulagui siberianos, el Berl¨ªn dividido...
Tampoco los que han emigrado e incluso han cambiado de idioma, como Aleksandar Hemon, pueden dejar de escarbar en el pasado. En El Proyecto Lazarus, un bosnio radicado en Chicago se obsesiona con la historia de un emigrante llamado Lazarus Averbuch que escap¨® del pogrom de Kishinev (o Chisinau, la actual capital moldava) y que al llegar a Chicago en 1908 fue asesinado por el jefe de la polic¨ªa local. Con un amigo de la infancia fot¨®grafo viajar¨¢ a la b¨²squeda de su historia mientras rememora el tiempo antes de la guerra en su ciudad natal de Sarajevo.
Como afirma el narrador de La ciudad en el espejo, de Mirko Kovac, "para un escritor hasta la m¨¢s peque?a nimiedad tiene su significado". En un verdadero trabajo de orfebrer¨ªa bucea en su infancia en el interior monta?oso de la ciudad de Dubrovnik y evocando a Poe arremete contra "los funcionarios de la literatura". Los personajes familiares que desfilan por su novela evocan el Circo familiar de Danilo Kis, que no por nada fue uno de los mejores amigos del autor. Es en los Balcanes, en las ruinas de las ¨²ltimas ciudades-mundo como el Sarajevo que describe Igor Stiks en su novela La silla de El¨ªas, donde se encuentran los herederos de esa literatura finisecular centroeuropea que anticip¨® las pesadillas balc¨¢nicas. -
Christian Mart¨ª Menzel es agente literario, especializado en literatura balc¨¢nica.
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