La ¨¦tica se hace carne
El beb¨¦ Javier Mariscal no deber¨ªa existir, seg¨²n la doctrina de la Conferencia Episcopal. Nacido el domingo en el hospital Virgen del Roc¨ªo de Sevilla, con 3 kilos y 400 gramos, Javier es producto de una t¨¦cnica incompatible con los altos principios abstractos que gustan de manejar los obispos: la selecci¨®n gen¨¦tica de embriones para salvar a un hermano enfermo. Eso lo convierte, seg¨²n su piadosa expresi¨®n, en un mero "beb¨¦-medicamento", en poco m¨¢s que un "instrumento" tra¨ªdo al mundo para servir a dudosos fines de terceros. "Pr¨¢ctica eugen¨¦sica", seg¨²n la nota divulgada ayer.
El hermano de Javier se llama Andr¨¦s, tiene seis a?os y es v¨ªctima de la anemia de Cooley, la m¨¢s grave talasemia hereditaria conocida. Su mutaci¨®n gen¨¦tica desbarata la hemoglobina, el distribuidor sangu¨ªneo del ox¨ªgeno, y causa crecimiento retardado, agrandamiento del h¨ªgado, bazo y coraz¨®n, deformaci¨®n de los huesos y una probable muerte prematura por fallo cardiaco. La ¨²nica cura es un trasplante de m¨¦dula, pero encontrar un donante plenamente compatible es muy dif¨ªcil. En el caso de Andr¨¦s, todos los intentos han fallado.
La Ley de Reproducci¨®n Asistida de 2006 recogi¨®, con gran aparato de condenas purpuradas, un avance t¨¦cnico que promet¨ªa ayudar a estas familias. Las parejas portadoras de enfermedades hereditarias ya ven¨ªan usando la fecundaci¨®n in vitro para analizar sus embriones y elegir uno sano antes de implantarlo en el ¨²tero de la mujer. Desde 2006 se les permite elegir un embri¨®n que adem¨¢s de sano sea compatible gen¨¦ticamente con un hermano enfermo. ?ste es el caso exacto del beb¨¦ Javier.
Todav¨ªa los cient¨ªficos cat¨®licos siguen aduciendo con Kant que "el ser humano es un fin en s¨ª mismo" y deplorando "la carga psicol¨®gica de los ni?os nacidos para salvar vidas". ?Se habr¨¢n preguntado por la carga psicol¨®gica de unos padres que, de atender a esa ¨¦tica singular, no tendr¨ªan m¨¢s salida que resignarse a ver morir a su hijo? Los padres de Andr¨¦s quer¨ªan tener a Javier. La t¨¦cnica y la ley lo permiten. Nadie puede creer que exista una cruel divinidad que proh¨ªba tan encomiable y humana decisi¨®n a estos padres.
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