Obama, liderazgo para un pa¨ªs desnortado
Cada cuatro a?os, coincidiendo con los comicios presidenciales norteamericanos, vuelvo a recordar los versos de Walt Whitman, el gran poeta de la libertad y la democracia, a quien Pablo Neruda acredit¨® como el primer hombre con una voz aut¨¦nticamente americana: "Si yo tuviera que nombrar, oh, Mundo Occidental, tu espect¨¢culo y paisaje m¨¢s poderoso, / No ser¨ªas t¨², Ni¨¢gara -ni vosotras, praderas sin l¨ªmites- ni las gigantescas grietas de tus gargantas, Colorado, / Ni t¨², Yosemite -ni el Yellowstone con todos los bucles espasm¨®dicos de sus g¨¦iseres que suben hasta el cielo, apareciendo y desapareciendo-, / Ni los conos blancos de Oreg¨®n -ni el cintur¨®n de grandes lagos del Hur¨®n ni el curso del Misisip¨ª: / Yo nombrar¨ªa a la humanidad que bulle ahora en este Hemisferio, la 'vocecita silenciosa' que vibra el d¨ªa de elecciones en Am¨¦rica (...)". Whitman, con su intensa voz po¨¦tica, nos brinda el sue?o de una naci¨®n norteamericana que puede ser frente a quienes tratan de anclarla en lo que es, y sus versos constituyen, en palabras de Carl Sandburg, el juramento escrito m¨¢s solemne de que Estados Unidos significa algo y se dirige a alguna parte.
El sue?o americano de Withman, Luther King y Kennedy vuelve a andar con el senador de Illinois
Lo que ahora m¨¢s preocupa a los norteamericanos es la crisis econ¨®mica
Muchos a?os m¨¢s tarde, Martin Luther King y John Fitzgerald Kennedy agitaron profundamente la pol¨ªtica de su pa¨ªs y la conciencia de sus conciudadanos, haciendo vibrar a toda una generaci¨®n de j¨®venes norteamericanos con su propia e idealista lectura del sue?o whitmaniano: el de la igualdad social y racial.
Para muchos ciudadanos norteamericanos y del resto del mundo, ese sue?o ha vuelto a andar con Barack Obama. El aspirante dem¨®crata ha llegado a la carrera presidencial tras forjar una candidatura de autor, intensamente personal, y disputar una dura batalla a una Hillary Clinton que contaba inicialmente con el apoyo del aparato del partido. Entre otros activos, la senadora por Nueva York ha demostrado ser una mujer inteligente y de fuerte personalidad, una experimentada estadista, una apasionada luchadora por los derechos sociales de los m¨¢s desfavorecidos y un s¨ªmbolo del feminismo como movimiento social. Pero, irremediablemente salpicada por las pasiones y odios que despierta un Bill Clinton obsesivamente presente en la campa?a, Hillary representaba para muchos dem¨®cratas una candidatura m¨¢s al uso.
Frente a ella, el senador por Illinois se ha presentado siempre como un pol¨ªtico singular e independiente, ajeno al aparato y a las dinast¨ªas familiares del partido, arquetipo de una nueva generaci¨®n pol¨ªtica. Es el candidato postracial: un hombre hecho a s¨ª mismo, orgulloso de su color y de su herencia mestiza, y que atestigua como nadie hastahoy que los sue?os de Whitman, King y Kennedy pueden hacerse realidad. El joven legislador, un pol¨ªtico carism¨¢tico, visionario y persuasivo, ofrece un proyecto reformista e integrador capaz de ilusionar a una mayor¨ªa social que necesita desesperadamente superar la mediocridad y la confrontaci¨®n imperantes durante los ocho a?os de la Administraci¨®n de George W. Bush.
El aspirante a la Casa Blanca, m¨¢s que un nuevo modelo pol¨ªtico, representa una nueva forma de liderazgo, el de quien, como ning¨²n otro candidato, ha sido capaz de conectar con los deseos de cambio de una mayor¨ªa social desilusionada y descontenta con una sociedad convertida en paradigma de una postmodernidad que ha llevado hasta extremos desbocados el consumismo, la abundancia y el hedonismo. El pol¨ªtico dem¨®crata se adentra con seguridad y libre de complejos en el ¨¢mbito de los valores, tradicionalmente copado por los republicanos, y defiende con entusiasmo contagioso la oportunidad hist¨®rica de recuperar las verdaderas se?as de identidad del sue?o democr¨¢tico norteamericano: libertad, esfuerzo, responsabilidad, solidaridad e igualdad de oportunidades. ?l ha logrado simbolizar como nadie la esperanza de ese cambio.
Obama ha sido capaz de inspirar confianza en el futuro a una sociedad dividida como nunca antes en su historia por una guerra que ¨¦l rechaz¨® y que ejemplifica dram¨¢ticamente el fracaso de la pol¨ªtica de confrontaci¨®n militar frente al ejercicio de la pol¨ªtica y la diplomacia. Una sociedad que va adquiriendo conciencia de encaminarse a un mundo post-americano y a un declive gradual de su papel de potencia hegem¨®nica en lo pol¨ªtico, lo econ¨®mico y lo cultural, frente a la inevitable realidad de las nuevas potencias emergentes y de las viejas renacientes. La globalizaci¨®n, tan rica de paradojas, convierte en ilusoria cualquier pretensi¨®n de unilateralismo. ?l aboga por un multilateralismo renovado que permita hacer frente a los nuevos desaf¨ªos planetarios y defiende apasionadamente su idea de patriotismo responsable capaz de restaurar el legado hist¨®rico destruido en los ¨²ltimos a?os.
El senador dem¨®crata est¨¢ disputando con estas credenciales una apasionante e hist¨®rica carrera electoral a un John McCain con aureola de republicano moderado e inconformista, acostumbrado a nadar contracorriente en Washington y en su partido, y capaz de enfrentarse a la Casa Blanca por su mala gesti¨®n de una guerra que ¨¦l mismo apoy¨®. El septuagenario senador por Arizona, consciente de que para muchos conciudadanos es una continuaci¨®n sui g¨¦neris del actual presidente, parece haberse parapetado tras una Sarah Palin que ha surgido inesperadamente como una r¨¢faga de aire fresco y estimulante en la candidatura conservadora. La joven gobernadora de Alaska encarna, a su manera y con su propia personalidad, la versi¨®n republicana del sue?o withmaniano: de origen modesto, luchadora, hecha a s¨ª misma y madre de una familia mestiza, simboliza el valor del esfuerzo personal y representa a una nueva generaci¨®n de americanas que ha llevado la bandera de los derechos de las mujeres hasta cotas impensables hace pocos a?os. Apeada Hillary Clinton de la batalla electoral, Palin es el nuevo icono de una era pol¨ªtica postsexista.
En un intento por conectar con una sociedad insatisfecha con sus gobernantes, los republicanos presentan a Palin como una outsider capaz de regenerar la vida pol¨ªtica norteamericana, en contraposici¨®n a un aspirante dem¨®crata a quien sit¨²an como parte del establishment capitalino. Frente a este retrato no exento de veracidad, la sociedad se cuestiona la capacidad y el af¨¢n de renovaci¨®n de una pol¨ªtica inexperta y apegada a un cl¨¢sico discurso conservador.
En unas elecciones en las que prevalecen las visiones de futuro de los candidatos sobre los contenidos tradicionales del debate partidista, el desastre financiero de las ¨²ltimas semanas ha vuelto a centrar la atenci¨®n esencial del debate en el grave deterioro econ¨®mico (es la econom¨ªa, ?est¨²pido!) y la angustia de muchos ciudadanos por perder su casa o su empleo ha sobrepasado a la preocupaci¨®n por la seguridad (principal reclamo de la campa?a republicana). Los candidatos se enfrentan al desaf¨ªo de superar la irreflexiva filosof¨ªa econ¨®mica dominante durante los ¨²ltimos a?os y de pilotar el cambio hacia un modelo econ¨®mico renovador.
?stas son, ante todo, las elecciones del liderazgo porque, hoy m¨¢s que nunca, la sociedad norteamericana busca a ese capit¨¢n cantado por Withman (?Oh, capit¨¢n, mi capit¨¢n!) que salga al encuentro de los nuevos retos y muestre que el cambio es posible. Entre las alternativas que se presentan en estas elecciones, la del candidato dem¨®crata simboliza el valor renovador de un liderazgo que, m¨¢s all¨¢ de su valor pol¨ªtico, se refleja en su ejemplo personal y en la audacia de unos mensajes que, huyendo del victimismo y la autocompasi¨®n, alientan a la superaci¨®n de las diferencias y las dificultades desde la confianza en la democracia y en el futuro. En todo caso, quienquiera que gane las elecciones, Obama ya ha cambiado para siempre la forma de hacer pol¨ªtica en los Estados Unidos.
Guillermo Medina Ors es abogado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.