La necesidad del debate hist¨®rico
La libertad de expresi¨®n en Europa vive atenazada por leyes bienintencionadas que pretenden condicionar lo que se dice y recuerda sobre los episodios m¨¢s siniestros de nuestra historia
Entre los ataques que est¨¢ sufriendo la libertad en Europa, uno de los menos visibles es la legislaci¨®n de la memoria. Cada vez m¨¢s pa¨ªses tienen leyes que dicen que debemos recordar tal o cual hecho hist¨®rico de determinada manera, a veces, so pena de procesamiento criminal si no damos con la respuesta acertada. Y la respuesta acertada depende de d¨®nde se est¨¦. En Suiza, a uno pueden procesarle por decir que los horrores que sufrieron los armenios en los ¨²ltimos a?os del Imperio otomano no fueron un genocidio. En Turqu¨ªa, por decir que lo fueron. Lo que en los Alpes es una verdad decretada por el Estado, es una falsedad decretada por el Estado en Anatolia.
Esta semana, un grupo de historiadores y escritores, entre los que me incluyo, ha plantado cara a esta peligrosa tonter¨ªa. En un escrito llamado Appel de Blois (Llamamiento de Blois) y publicado en Le Monde el pasado fin de semana, sostenemos que, en un pa¨ªs libre, "no es competencia de ninguna autoridad pol¨ªtica definir la verdad hist¨®rica ni restringir la libertad del historiador mediante sanciones penales". Y nos oponemos a la acumulaci¨®n de las llamadas leyes de la memoria. Entre los primeros signatarios est¨¢n historiadores como Eric Hobsbawm, Jacques le Goff y Heinrich August Winkler. Ustedes pueden sumarse enviando un correo electr¨®nico a contact@lph-asso.fr.
En Suiza se persigue al que dice que el armenio no fue un genocidio. En Turqu¨ªa, el delito es decir que lo fue
Una teor¨ªa se refuta refut¨¢ndola, reuniendo todas las pruebas y someti¨¦ndola a un debate libre y abierto
No es casualidad que este llamamiento haya nacido en Francia, que tiene la experiencia m¨¢s intensa y tortuosa de la historia reciente en cuanto a leyes y procesamientos relacionados con la memoria. Al principio no hubo gran controversia: en 1990, una ley declar¨® punible en dicho pa¨ªs -como en otros pa¨ªses europeos- la negaci¨®n del Holocausto nazi de los jud¨ªos y otros cr¨ªmenes contra la humanidad definidos por el Tribunal de Nuremberg en 1945. En 1995, el historiador Bernard Lewis fue condenado por un tribunal franc¨¦s por alegar que, seg¨²n las pruebas disponibles, lo que sufrieron los armenios quiz¨¢ no pod¨ªa calificarse de genocidio, tal como lo defin¨ªan las leyes internacionales. Otra ley, aprobada en 2001, estableci¨® que la Rep¨²blica francesa reconoc¨ªa la esclavitud como un crimen contra la humanidad y que, como tal, deb¨ªa ocupar su "lugar correspondiente" en la ense?anza y la investigaci¨®n. Entonces, un grupo que representaba a varios ciudadanos franceses de ultramar present¨® una querella contra el autor de un estudio sobre el tr¨¢fico de esclavos en ?frica, Olivier P¨¦tr¨¦-Grenouilleau, al que se acusaba de "negar un crimen contra la humanidad". Mientras tanto se aprob¨® otra ley m¨¢s, desde un punto de vista muy diferente, que obligaba a que los programas escolares reconociesen el "papel positivo" desempe?ado por la presencia francesa en otros pa¨ªses, "especialmente en el norte de ?frica".
Por suerte, al llegar a este punto, una ola de indignaci¨®n gener¨® un movimiento llamado Libertad para la Historia (lph-asso.fr), dirigido por el historiador franc¨¦s Pierre Nora, que es tambi¨¦n el responsable del Llamamiento de Blois. La demanda contra P¨¦tr¨¦-Grenouilleau se desestim¨® y la cl¨¢usula del "papel positivo" qued¨® revocada. Pero sigue siendo incre¨ªble que una propuesta semejante pudiera llegar a figurar en el corpus legal de una de las grandes democracias y uno de los mayores centros de estudios hist¨®ricos del mundo.
Estas tonter¨ªas resultan todav¨ªa m¨¢s peligrosas cuando surgen bajo la careta de la virtud. Un ejemplo perfecto es el reciente intento de imponer l¨ªmites a la interpretaci¨®n de la historia en toda la UE con la excusa de "combatir el racismo y la xenofobia". Una propuesta de decisi¨®n marco del Consejo de Justicia e Interior de la Uni¨®n, presentada por la ministra alemana de Justicia, Brigitte Zypries, sugiere que, en todos los Estados miembros de la UE, "aprobar, negar o trivializar burda y p¨²blicamente los cr¨ªmenes de genocidio, cr¨ªmenes contra la humanidad y cr¨ªmenes de guerra" sea "punible con penas legales de hasta, por lo menos, entre uno y tres a?os de prisi¨®n".
?Qui¨¦n decidir¨¢ qu¨¦ acontecimientos hist¨®ricos constituyen genocidio, cr¨ªmenes contra la humanidad o cr¨ªmenes de guerra, y qu¨¦ es "trivializarlos burdamente"? Las leyes humanitarias internacionales apuntan ciertos criterios, pero qu¨¦ hechos los cumplen exactamente es, muchas veces, materia de enconadas disputas. La ¨²nica forma segura de garantizar que se d¨¦ el mismo tratamiento en toda la UE ser¨ªa que ¨¦sta acordara una lista -llam¨¦mosla la lista de Zypries- de horrores que cumplen los requisitos. Podemos imaginar las negociaciones a puerta cerrada en Bruselas (el funcionario polaco que le dice a su hom¨®logo franc¨¦s: "Vale, os concedemos el genocidio armenio si vosotros nos dais la hambruna en Ucrania"). Gogol.
Como varios pa¨ªses con una s¨®lida tradici¨®n de libertad de expresi¨®n, entre ellos Reino Unido, se opusieron al borrador inicial de Zypries, la propuesta actual ha a?adido que "los Estados miembros podr¨¢n decidir castigar s¨®lo las conductas que tengan probabilidades de alterar el orden p¨²blico o que sean amenazadoras, abusivas o insultantes". Es decir, en la pr¨¢ctica, cada pa¨ªs seguir¨¢ haciendo las cosas a su manera.
A pesar de sus m¨²ltiples defectos, esta decisi¨®n marco super¨® la votaci¨®n en el Parlamento Europeo en noviembre de 2007, pero todav¨ªa no ha vuelto al Consejo de Justicia e Interior para su aprobaci¨®n definitiva. Envi¨¦ al representante correspondiente de la actual presidencia francesa de la UE un correo electr¨®nico en el que le preguntaba la raz¨®n, y acabo de recibir esta cr¨ªptica, pero prometedora respuesta: "La DM sobre Racismo y xenofobia no est¨¢ lista para su aprobaci¨®n, sino que est¨¢ en suspenso, pendiente de algunas reservas parlamentarias". Merci, madame libert¨¦: con esto llegamos a fin de a?o. Luego, que la presidencia checa, que se har¨¢ cargo de la UE durante el primer semestre del a?o pr¨®ximo, la elimine del todo, con una dosis del sentido com¨²n del buen soldado Svejk para la historia.
Que quede clara mi postura. Creo que es muy importante que las naciones, los Estados, los pueblos y otros grupos (para no hablar de los individuos) asuman de forma solemne y p¨²blica las barbaridades que han cometido o se han cometido en su nombre. El momento en el que el dirigente germano-occidental Willy Brandt cay¨® de rodillas y en silencio en Varsovia, ante un monumento a las v¨ªctimas y los h¨¦roes del gueto, es, para m¨ª, una de las im¨¢genes m¨¢s nobles de la historia de la Europa de posguerra. Para que la gente asuma esas cosas, antes tiene que conocerlas. As¨ª que es preciso ense?ar esos temas en las escuelas y hacer conmemoraciones p¨²blicas. Ahora bien, antes de ense?arlos hay que investigar sobre ellos. Hay que descubrir pruebas, comprobarlas y pasarlas por el tamiz, as¨ª como someterlas a diversas interpretaciones posibles.
Ese proceso de investigaci¨®n hist¨®rica es el que necesita una libertad total, s¨®lo restringida por unas leyes muy precisas contra la calumnia y la difamaci¨®n, elaboradas para proteger a las personas vivas, pero no a los Gobiernos, los Estados, ni el orgullo nacional (como ocurre con el tristemente famoso art¨ªculo 301 del C¨®digo Penal turco). Para un historiador, el equivalente a un experimento de ciencias naturales consiste en cotejar las pruebas con todas las hip¨®tesis posibles, por extremas que sean, y despu¨¦s presentar la interpretaci¨®n que le parezca m¨¢s convincente a las cr¨ªticas de sus colegas profesionales y al debate p¨²blico. ?sa es la forma de acercarnos lo m¨¢s posible a la verdad sobre el pasado.
Por ejemplo, ?c¨®mo refutamos la absurda teor¨ªa de la conspiraci¨®n, que, al parecer, todav¨ªa tiene adeptos en partes del mundo ¨¢rabe, de que los jud¨ªos fueron los responsables de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York? ?Prohibiendo que se diga, bajo pena de c¨¢rcel? No. Una teor¨ªa se refuta refut¨¢ndola. Es decir, reuniendo todas las pruebas existentes y someti¨¦ndola a un debate libre y abierto. No s¨®lo es la mejor forma de discernir los hechos; es tambi¨¦n, en definitiva, la mejor forma de combatir el racismo y la xenofobia. As¨ª, pues, ay¨²dennos, por favor, a deshacernos del Estado ni?era y su polic¨ªa de la memoria. -
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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