Todo por lograr un nuevo apoyo
Voluntarios dem¨®cratas trabajan a miles de kil¨®metros de su casa y familia
En la tierra de Billy el Ni?o, junto al edificio en el que el bandolero fue juzgado y condenado a muerte, Victoria M¨¢rquez escucha hablar a Joe Biden, candidato dem¨®crata a la vicepresidencia de Estados Unidos. Esto es Mesilla, el sur de Nuevo M¨¦xico, un pueblo colonial cerca de la frontera. Victoria no es de la zona. Es una limpiadora de Los ?ngeles que lleg¨® a Nuevo M¨¦xico en agosto. Est¨¢ haciendo campa?a por Obama y no ha visto a su familia desde entonces. Ni la ver¨¢ hasta despu¨¦s del 4 de noviembre, cuando se haya elegido un nuevo presidente. "Es un sacrificio que hago por mis hijos, para que tengan un pa¨ªs mejor", dice. Y a?ade: "He venido como madre".
Victoria tiene 45 a?os. Limpiaba edificios de oficinas por las noches cuando su sindicato le propuso pasar tres meses a 1.600 kil¨®metros de su casa, con otros voluntarios de distintos lugares de California. El sindicato les costea una estancia modesta y apartamentos compartidos. Son ocho trabajadores (limpiadores, empleados de cafeter¨ªas, maestros, trabajadores sociales) de origen humilde y diferentes edades que pasan el d¨ªa pidiendo el voto para Barack Obama puerta por puerta, vecino por vecino. Victoria y algunos de sus compa?eros son de origen hispano, como el 42% de la poblaci¨®n de Nuevo M¨¦xico.
En California no eran tan ¨²tiles. Ese Estado ya est¨¢ ganado para los dem¨®cratas, donde las encuestas otorgan una ventaja de casi 15 puntos a Obama sobre el republicano John McCain. Pero tienen mucho que hacer en Nuevo M¨¦xico, un campo de batalla con un popular gobernador dem¨®crata e hispano, Bill Richardson, pero donde gan¨® George W. Bush en 2004. Las distancias entre los dos partidos suelen ser ajustadas y el que gana en el Estado -aunque sea por un voto- se queda con todos los compromisarios. Bush consigui¨® los cinco votos del Estado en la ¨²ltima elecci¨®n por menos de 6.000 votos. En 2000 lo hizo el dem¨®crata Gore por apenas 366 papeletas.
El urbanizado norte del Estado suele votar dem¨®crata. Pero el sureste, sobre todo la parte cercana a la frontera con Tejas, es republicano. Y es aqu¨ª donde Victoria y sus compa?eros est¨¢n haciendo esfuerzos denodados por convencer a la poblaci¨®n de que no pueden permitir que se prolonguen los "terribles ocho a?os" que han pasado con el republicano Bush.
Por ahora, parece que van bien. McCain no tiene el tir¨®n entre los hispanos que ten¨ªa Bush y la crisis econ¨®mica est¨¢ inclinando la balanza a favor de Obama, que en estos momentos est¨¢ ocho puntos y medio por delante en las encuestas.
"Hemos conseguido muchos votos", dice Victoria. Ellos van a las casas, hablan de los problemas del pa¨ªs y explican las propuestas de Barack Obama. Pero, ?qu¨¦ lleva a una mujer trabajadora con hijos a dejar a su familia durante tres meses? "Mi vida", responde. "Apenas puedo pagar la gasolina, la comida, la ropa, la renta. El dinero no llega. Y ya no hay manera de mandar a nuestros hijos a la universidad. No pueden estudiar. Se acab¨® el sue?o americano de que nuestros hijos tengan una vida mejor que la que hemos tenido nosotros. Este pa¨ªs necesita cambiar. Por eso estoy aqu¨ª".
Lo mismo dicen sus compa?eros Roberto Nevarez y Gamaniel Andrade. Joe Biden les hablaba el viernes en Mesilla de cambio y esperanza. El discurso dem¨®crata puede sonar ingenuo, pero son estas ideas las que han llevado a estos ocho voluntarios a volar a Nuevo M¨¦xico y poner en suspenso sus vidas.
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