Ingenier¨ªa celeste, dise?o constitucional
Los primeros rumores, y sus consiguientes desmentidos, empezaron a difundirse a trav¨¦s de la Red. Un internauta citaba a medios pr¨®ximos a Wall Street y a una supuesta cr¨®nica de The Financinal Times para apuntar a la existencia de tensiones macroecon¨®micas y burs¨¢tiles entre los triunviros del Tri¨¢ngulo: distribuci¨®n desigual de competencias, anarqu¨ªa presupuestaria, desorden contable, despilfarro, amiguismo. Pese a la bien asentada tendencia al secretismo de la Tr¨ªade, las filtraciones interesadas de algunos comentaristas an¨®nimos avalaban la sospecha de que la esot¨¦rica inmovilidad triangular, alcanzada a golpe de Concilio, pertenec¨ªa al pasado. Los portavoces de ¨¦sta aconsejaban no obstante prudencia a la espera de un comunicado oficial.
La presencia del cardenal en la toma de posesi¨®n del beat¨ªsimo juez fue todo un alivio
Los nost¨¢lgicos del Movimiento Salvador no pod¨ªan aspirar a m¨¢s
Tras la avalancha de correos electr¨®nicos orquestada por descre¨ªdos o seguidores de doctrinas rivales u opuestas, una breve carta pastoral ataj¨® secamente la proliferaci¨®n de infundios: no hab¨ªa conflictos administrativos ni de orden econ¨®mico en torno a la aplicaci¨®n concreta de los principios constitutivos de la Trinidad. Todo segu¨ªa igual. Esta concisa y tajante puntualizaci¨®n no fren¨® con todo la diseminaci¨®n de bulos ni su consiguiente desv¨ªo a otros ¨¢mbitos de posibles desavenencias. Al poner los puntos sobre las ¨ªes respecto a la gesti¨®n patrimonial com¨²n -omitiendo toda menci¨®n a desacuerdos de ¨ªndole distinta- abr¨ªa la puerta a nuevas especulaciones en torno al origen de aqu¨¦llas.
Un conocido estudioso de las relaciones Padre/Hijo -autor por m¨¢s se?as de una tesis de referencia sobre las virtudes del Par¨¢clito-, colg¨® una p¨¢gina en Internet que activ¨® la pol¨¦mica. Te¨®logo, experto en materias constitucionales y doctor honoris causa de una docena de universidades, inform¨® que la tirantez exist¨ªa y era de contenido esencialista e identitario. La mediatizaci¨®n planetaria del Junior en menoscabo de la gloria del Senior, provocaba roces entre ambos que, si bien solapados, suscitaban reticencias y agravios comparativos que dejaban malparada la vieja doctrina de la serenidad del ¨¦ter. Tras recurrir a numerosas citas de Concilios convenientemente traducidas del griego y el lat¨ªn, el paraclit¨®logo afirmaba que dichas tensiones, sin llegar a la temible y ominosa ruptura exig¨ªan la elaboraci¨®n de un nuevo pacto constitucional entre los componentes del tri¨¢ngulo: el del equilibrio de poderes de los padres de la Constituci¨®n norteamericana en el que se inspiraron a libro abierto los reunidos en Nicea. ?Gracias a ello, sosten¨ªa, nos hab¨ªamos salvado de los dictados de una deidad engre¨ªda y ¨²nica como la que existe fuera de nuestras fronteras!Su dictamen -no avalado por fuentes oficiales- suscit¨® un vasto y enconado debate. ?Era compatible la unidad trinitaria con la plena autonom¨ªa identitaria de sus miembros? ?No se corr¨ªa el riesgo de un distanciamiento paulatino entre ellos, pese a las normas consensuadas en el papel sobre los poderes f¨¢cticos de los tres lados del equil¨¢tero? Jueces de la Audiencia Nacional y portavoces del Poder Judicial se volcaron en el tema. El silencio del tercero en concordia (o en discordia) complicaba las cosas. Tras su delicada y sutil concepci¨®n del Junior, no prodigaba sus apariciones p¨²blicas, rehu¨ªa el acoso de los medios y se aconchaba en su columbino silencio. ?Quer¨ªa mantener el equilibrio del fiel de la balanza, quitar hierro al asunto y asumir un decorativo papel de monarca constitucional? El especialista en sus obras sosten¨ªa que s¨ª. Mas, poner en tela de juicio el s¨®lido principio constitutivo de los trinos, ?no ser¨ªa abrir la caja de Pandora de la que surgir¨ªan las quejas, resquemores y problemas cuidadosamente barridos bajo la alfombra hasta entonces? Eclesi¨¢sticos, jueces e internautas advert¨ªan del peligro de agitaciones y turbulencias. Mejor preservar la forzada unidad del T¨®tem que avivar una funesta rivalidad entre los Triunviros en detrimento de la indispensable estabilidad del cuerpo doctrinal. El margen de maniobra era estrecho: nadie se resignaba a la ruptura independentista ni a la fatal disgregaci¨®n de esencias y competencias. Ser¨ªa un suicidio, opinaba un juez de la Audiencia Nacional, amigo de cardenales y con buenos arrimos en la Curia romana.
El tri¨¢ngulo auton¨®mico parec¨ªa viable a condici¨®n de que las partes entablaran un di¨¢logo leal, constructivo y exento de crispaci¨®n partidista. Pero dicha soluci¨®n, f¨¢cil en teor¨ªa, chocaba en la pr¨¢ctica con obst¨¢culos insalvables. ?Hasta qu¨¦ punto se contentar¨ªan las partes con un autogobierno nominal que mordisqueaba apenas las competencias del Mando Central Triangular? Negociadores de la periferia presentaban a su vez nuevas propuestas que dejaban a ¨¦ste sin contenido real. Otros aconsejaban una soluci¨®n federal y hablaban de l?nder germanos y hasta del mism¨ªsimo Pi i Margall. Triunviros federados: la unidad en la diversidad. Los jueces conservadores pon¨ªan el grito en cielo y suelo. El tri¨¢ngulo podr¨ªa romperse y la Federaci¨®n transformarse en una confederaci¨®n heterog¨¦nea en la que cada ¨¢ngulo tirar¨ªa por su lado. ?Esto ser¨ªa el final de todo!, fulminaba el paraclit¨®logo defensor de Jefferson y de Nicea. Mientras sus colegas de uni¨®n hipost¨¢tica pose¨ªan jurisdicciones concretas y una imagen medi¨¢tica que garantizaban su viabilidad -algo as¨ª como el Estatuto de las autonom¨ªas avanzadas-, la Blanca Paloma se quedaba inalbis: sin poder judicial, mando militar ni relaciones con el exterior. Como dec¨ªan los detractores del proyecto, unos pagaban impuestos y otros cobraban los beneficios: ?en nombre de qu¨¦ sagrados principios se impon¨ªa semejante inequidad?
Se crearon nuevas comisiones tanto en el campo financiero como en el pol¨ªtico, can¨®nico y constitucional. La Curia movilizaba a los fieles contra la corriente disgregadora. La simbolog¨ªa triangular deb¨ªa ser preservada a toda costa, aun con ciertos retoques destinados a salvar la faz e imagen de los triunviros. Mesura, discreci¨®n y voluntad de di¨¢logo, preconizaban al un¨ªsono el Nuncio, el presidente de la Conferencia Episcopal y el principal asesor del Vaticano en materias de mercado, teodicea y casu¨ªstica.
Tras re?idas consultas electorales, pactos de Gobierno, cambalaches y reparto de d¨¢divas, las aguas volvieron a su cauce y se cerr¨® la crisis. La ingenier¨ªa Celeste no se romp¨ªa, los innovadores pasaban por el aro y la presencia bals¨¢mica del Cardenal Rouco Varela en la toma de posesi¨®n del beat¨ªsimo presidente del Consejo General del Poder Judicial, con su parafernalia de misa y crucifijo, puso las cosas en su sitio. Las tres hip¨®stasis del Tri¨¢ngulo posaron ante los fot¨®grafos y el nuevo Arzobispo Castrense de Espa?a salud¨® militarmente a los reunidos y orden¨® a continuaci¨®n las salvas de artiller¨ªa de rigor en fecha tan memorable. Los nost¨¢lgicos del Movimiento Salvador no pod¨ªan aspirar a m¨¢s.
Juan Goytisolo es escritor.
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