?ltimas turbulencias en la h¨¦lice Navarra
La realidad pol¨ªtica de esta comunidad uniprovincial es tremendamente compleja, y no sirven para interpretarla ni el modelo vasco ni el modelo espa?ol. La crisis UPN-PP debe entenderse en ese contexto
Navarra es la comunidad que ofrece el horizonte partidista m¨¢s enmara?ado de todos los Parlamentos auton¨®micos espa?oles. Aunque nominalmente las formaciones pol¨ªticas que toman asiento en la C¨¢mara son tan s¨®lo cinco: Uni¨®n del Pueblo Navarro (UPN), Convergencia de Dem¨®cratas Navarros (CDN, de Juan Cruz Alli), Partido Socialista de Navarra (PSN), Izquierda Unida (IU) y Nafarroa-Bai (NABAI), por debajo de tales siglas late una realidad considerablemente m¨¢s compleja: por un lado, la lista ¨²nica de UPN es en realidad una combinaci¨®n de dos partidos diferentes (UPN y PP); por otro, NABAI es una coalici¨®n electoral que engloba a cuatro formaciones: Aralar, Eusko Alkartasuna (EA), Partido Nacionalista Vasco (PNV) y BATZARRE. As¨ª que, bien sumados, son nada menos que nueve los partidos con representaci¨®n en Pamplona. Y, de no ser por la ilegalizaci¨®n de Acci¨®n Nacionalista Vasca (ANV), la cifra alcanzar¨ªa la decena... ?alguien da m¨¢s? No hay nada comparable en todo el pa¨ªs, y menos en una comunidad uniprovincial.
La fuerza mayoritaria del nacionalismo vasco no ha sido ah¨ª el PNV, sino una izquierda radical
Todo movimiento hacia el centro, y esta crisis entre el PP y UPN lo es, es una buena noticia
Esa complejidad no se deja encasillar en los modelos conceptuales acostumbrados en la pol¨ªtica espa?ola. Modelos que, simplificando en exceso, pueden reducirse a dos. El primero es unidimensional: un solo eje en el que tres formaciones (IU, PSOE, PP) se sit¨²an ordenadamente de izquierda a derecha. Madrid, Asturias o Extremadura, por ejemplo, quedan perfectamente descritas bajo este esquema. El segundo modelo se reserva a las comunidades denominadas "hist¨®ricas". En ellas conviven dos ejes, el ya descrito y adem¨¢s otro que es muy similar en cuanto a la componente ideol¨®gica izquierda-derecha, pero distinto en cuanto al ¨¢mbito de su aplicaci¨®n, que es espec¨ªficamente nacionalista. Es el caso del eje que forman Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco (MLNV)-EA-PNV en el pa¨ªs Vasco o el que delinean ER-PSC-CIU en Catalu?a. Por descontado, estas comunidades adolecen de una complejidad que este sencillo esquema de los dos ejes paralelos ni recoge ni puede recoger del todo (el PSC catal¨¢n, por ejemplo, puede situarse en ambos ejes, y ejemplos de inexactitudes podr¨ªan multiplicarse).
Pues bien, la situaci¨®n navarra es tal que resulta refractaria incluso a este segundo modelo. Su realidad pol¨ªtica es la m¨¢s compleja de Espa?a, y casi con seguridad la peor entendida, pues se le proyectan para interpretarla o el modelo vasco o el modelo espa?ol, filtros ambos que no le hacen justicia. Aqu¨ª conviene pasar a un modelo de tres ejes, y una figura en forma de h¨¦lice puede ser la mejor imagen. De las tres aspas de tal h¨¦lice, s¨®lo una es equiparable a los presupuestos interpretativos habituales de la pol¨ªtica espa?ola. Las otras dos son espec¨ªficamente navarras. Vayamos por partes.
La primera aspa es la m¨¢s sencilla de las tres. La forman el PSN e IU, y puede denominarse Centro-Izquierda espa?ola. Ninguna de estas dos formaciones resulta esencialmente diferente de sus formaciones hermanas de cualquier otra comunidad espa?ola. Este espacio pol¨ªtico tuvo su ¨¦poca dorada durante los 80, con los gobiernos socialistas encabezados por Urralburu. De hecho, el PSN no parece haberse recuperado del todo tras los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que entonces provocaron su hundimiento.
La segunda aspa de la h¨¦lice la ocupa el nacionalismo vasco y, a pesar de que se tienda a proyectar aqu¨ª el prisma habitual para el Pa¨ªs Vasco, las cosas en la Comunidad Foral son notablemente distintas. En primer lugar, la fuerza mayoritaria del nacionalismo vasco en Navarra no ha sido nunca el PNV, una formaci¨®n democr¨¢tica de centro derecha, sino el MLNV, la izquierda radical plegada al terrorismo etarra y a la violencia como arma pol¨ªtica. Hasta 1995, Batasuna tuvo siempre m¨¢s votos en Navarra que todo el nacionalismo democr¨¢tico en su conjunto.
Esta tendencia se invierte en 1999. Aunque tal a?o el MLNV alcanza su techo electoral, lo hace precisamente a la sombra de la tregua de Lizarra, y por tanto tal resultado ha de entenderse bajo el horizonte de las esperanzas de paz que ¨¦sta suscit¨® entre el electorado de este espacio. De hecho, el retorno a los asesinatos supondr¨¢ la aparici¨®n de Aralar, una escisi¨®n que condena la violencia y apuesta por la pol¨ªtica. Desde entonces, el apoyo al MLNV en Navarra cae en picado. Los ¨²ltimos datos que pueden extrapolarse (a trav¨¦s de los votos nulos de 2007) arrojan un miserable 3,3% que ratifica el fracaso de la estrategia del terror incluso entre quienes lo jalearon en su d¨ªa. Por eso Aralar, el partido hegem¨®nico en NABAI, tiene tanta fuerza en la Comunidad Foral.
La segunda peculiaridad de este espacio es que, ya en el interior del nacionalismo democr¨¢tico, los resultados del PNV siempre han sido testimoniales, siendo la socialdem¨®crata EA la formaci¨®n m¨¢s votada. Las razones son complejas y se retrotraen a la escisi¨®n de ambos partidos en los primeros 80. La consecuencia de ambas especificidades es obvia: NABAI es un conglomerado situado claramente a la izquierda. La presencia en ¨¦l del PNV es casi decorativa. Los paralelismos con el nacionalismo vasco de Vitoria han de establecerse as¨ª con esa cautela.
El ¨²ltimo espacio ser¨ªa el del Centro-Derecha, que es quiz¨¢s el m¨¢s original y dif¨ªcil de situar en el contexto de la pol¨ªtica espa?ola. Para hacerlo, conviene visualizar las tres aspas en su conjunto, dispuestas en la mencionada configuraci¨®n de h¨¦lice, y suponer una evoluci¨®n en cada una de tales aspas, desde el lado lindante con el centro de la h¨¦lice hasta el extremo opuesto. En el lado-centro de un aspa est¨¢ el PSN, en el extremo IU. En el lado-centro de otra est¨¢ EA, en el extremo Aralar (y en el extremo extraparlamentario, ANV, ilegalizada). Obviamente, las expresiones "centro" y "extremo" despliegan aqu¨ª su significado pol¨ªtico habitual. En la tercera aspa tendr¨ªamos en el lado-centro a CDN, despu¨¦s a UPN y por ¨²ltimo al PP.
Bajo este esquema pueden se?alarse tres factores que explican la actual crisis UPN-PP. El primero es ideol¨®gico: en este espacio late una tensi¨®n constante, una tensi¨®n que explica el cisma del CDN en 1995. Tal formaci¨®n surgi¨® alegando oponerse no s¨®lo al nacionalismo vasco, sino tambi¨¦n al espa?ol. Su aventura no prosper¨® (logr¨® 10 esca?os en su estreno, hoy s¨®lo cuenta con 2), pero est¨¢ claro que el impulso que la activ¨® sigue vivo. De hecho, lo que ocurre ahora es que tal impulso se hace presente de nuevo, pero en UPN. El pacto con el PP desdibuja la personalidad propia del partido, lo diluye. Como con especial amargura alegan los regionalistas, parece que s¨®lo Uxue Barcos, la carism¨¢tica diputada de NABAI, representa la especificidad Navarra en Madrid. El segundo factor es t¨¢ctico: UPN no est¨¢ maniatada por la estrategia seguida en Madrid para conseguir el gobierno central. Sanz ha declarado que la divisi¨®n fundamental en Navarra no es PSOE-PP, sino constitucionalismo-nacionalismo. A diferencia del PP y PSOE vascos, ¨¦l s¨ª puede ser coherente con esa afirmaci¨®n.
El tercer factor es coyuntural: el resultado de las auton¨®micas del 2007, unos comicios de infarto. Ya la campa?a fue inusitadamente tensa. Navarra estuvo en el ojo del hurac¨¢n debido a las acusaciones de UPN-PP de que era "moneda de cambio" en las conversaciones con ETA. UPN y el PP nacional incluso montaron una manifestaci¨®n en Pamplona con semejante pretexto, una manifestaci¨®n adem¨¢s "institucional" y por tanto pagada por todos los navarros, a pesar de estar dirigida claramente contra la oposici¨®n (que a la postre logr¨® m¨¢s votos). CDN-UPN-PP se quedaron a dos esca?os de la mayor¨ªa. Las otras dos aspas llegaron a un acuerdo para gobernar, pero Ferraz orden¨® al PSN abortarlo. Parece claro que Sanz est¨¢ pagando ahora su parte del trato.
La h¨¦lice que se ha propuesto aqu¨ª tiene un centro, un centro que es el lugar en el que confluyen los elementos m¨¢s templados de cada espacio. Aunque no pudo ser, el fugaz tripartito de 1995 (CDN-PSN-EA) ten¨ªa la virtud de habitar tal centro. Nadie estaba del todo satisfecho, pero nadie tampoco del todo desamparado. Cuando un aspa gobierna en solitario, por el contrario, lo hace con la oposici¨®n frontal de las otras dos. Quiz¨¢s convenga tener en cuenta esa evidencia cuando hablamos de la comunidad m¨¢s plural y compleja de toda Espa?a. Desde esta perspectiva todo movimiento hacia el centro, y esta crisis lo es, es una buena noticia.
Jorge Urd¨¢noz Ganuza es doctor en Filosof¨ªa, y Visiting Scholar en la Universidad de Columbia, Nueva York.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pol¨ªtica nacional
- Opini¨®n
- Relaciones partidos
- Relaciones Gobierno central
- Navarra
- Presupuestos auton¨®micos
- UPN
- PP
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Pol¨ªtica municipal
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Finanzas p¨²blicas
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica
- Finanzas
- Administraci¨®n p¨²blica